jueves, 2 de abril de 2015

Carta de Guadalupe Valdez a la ciudadanía

Apreciado Ciudadano, Ciudadana,
En momentos en que nueva vez en el país, la máxima instancia de la justicia toma una decisión de NO HA LUGAR ante un caso de corrupción con dinero del pueblo, pagado con sus impuestos, siento le necesidad de compartir contigo esta carta a la ciudadanía que escribí el pasado 13 de febrero de este año.
Ojala puedas leerla y reflexionar ante lo que expresa el contenido de la misma.
Fraternalmente,
Guadalupe Valdez
Diputada Nacional
Guadalupe Valdez 
Diputada Nacional 
Carta a la ciudadanía Apreciado ciudadano, apreciada ciudadana Me dirijo a ustedes porque siento la necesidad de compartir algunas reflexiones con la vista puesta en el presente y el futuro del país. En agosto del 2010, hace 4 años y medio, asumimos la función de representar a la sociedad ante el Congreso Nacional.
En este tiempo hemos procurado desarrollar todas las actividades parlamentarias con un enfoque de derechos y de justicia, especialmente en defensa de los derechos de las personas que menos tienen y más sufren las consecuencias de un modelo económico, político y social excluyente.
En este bregar he meditado sobre la importancia de dotar al país de leyes que respondan a las necesidades de las mayorías sin marginar a las minorías, minorías a menudo excluidas por su origen étnico, preferencia sexual, por razones de raza o de género, por su especificidad cultural.
Y en esta labor de legislar he visto cómo la sociedad siempre se encuentra un paso delante de los legisladores reclamando derechos que no han sido atendidos.
Creo que este actuar obedece en gran medida a la separación que existe entre representantes y representados, así como a una cultura política deficitaria, en la que predomina lo individual, los intereses particulares por sobre los valores e intereses colectivos.
Creo también que este ir a remolque de la sociedad es consecuencia de que no tenemos claridad en la sociedad que queremos y necesitamos construir.
Cuando me hago la pregunta de qué sociedad queremos legar a nuestros hijos y nietos, la respuesta que siempre aflora es que tiene que ser mejor que la que nos ha tocado vivir. Entonces pienso en la urgencia de articular voluntades, producir acciones, generar transformaciones.
Disponemos de una tierra que tiene recursos naturales y humanos suficientes para asegurar a toda la población bienestar, salud y felicidad.
Sin embargo, hay escasez de empleos dignos, un alto porcentaje de la población padece hambre, nuestros jóvenes sueñan con emigrar, muchas adolescentes se embarazan tempranamente; a diario mueren niños y niñas porque el Estado no garantiza el derecho a la salud, crecen el tráfico y el consumo de drogas.
Se suceden los gobiernos y seguimos sufriendo presupuestos deficitarios y concentrados en el pago de una deuda pública que cada año crece más y más. Nuestro país es cada vez más desigual y más injusto con los seres humanos y con la naturaleza, reinan la inseguridad
ciudadana y la corrupción y –salvo honrosas excepciones- la política ha dejado de ser un instrumento al servicio de la ciudadanía para convertirse en un negocio.
Pertenecemos por geografía, por historia y cultura a la región latinoamericana y caribeña, pero no estamos adecuada ni suficientemente integrados a ella. Vivimos en un Estado que tiene un déficit de derechos, y también de ciudadanía.
Un Estado que mantiene al pueblo atrapado con prácticas clientelares, asistencialistas, con una educación deficitaria, con la desvergonzada impunidad de los que roban sus arcas. Una sociedad que observa perpleja cómo “servidores públicos” hoy son multimillonarios sin que puedan justificar de dónde han obtenido los recursos.
En este panorama, los políticos y los partidos tradicionales, sea cual sea su bandería, no han sido capaces de actuar para cambiar una situación que puede derivar en un proceso tal de deterioro económico, social y ambiental que haga peligrar crucialmente el futuro de la Nación.
Enfrascados en los procesos electorales, en la procura de posiciones estatales y gubernamentales, y afectados por el personalismo y las ambiciones, la clase política tradicional dominicana no se ha ocupado de contribuir al desarrollo de una institucionalidad honrada y eficiente al servicio de toda la ciudadanía, de un Estado responsable que vele por la equidad y la justicia social, que proteja el trabajo honesto y que asegure los derechos a toda la ciudadanía incluidos los sectores más vulnerables.
En estos momentos que se acercan procesos electorales, nueva vez vemos que afloran las ambiciones partidistas e individuales, comienzan a tejerse las alianzas, emergen las promesas, todos ofrecen soluciones.
Y me pregunto: ¿Soluciones a qué? ¿ a la forma de hacer política, a la forma de representar, gobernar, legislar, relacionarse con la población, rendir cuentas…? O “soluciones” con cambios de siglas, de colores, de rostros…, cambiar para que nada cambie.
Mientras esto ocurre en los partidos y en sus cúpulas, en el seno del pueblo se agita el reclamo de encontrar alternativas válidas para iniciar el camino de dignificación del ser humano, de la reconstrucción nacional, del desarrollo con equidad. Ante esta situación, considero que los esfuerzos hay que orientarlos a fortalecer la construcción de un sujeto político nuevo, plural, inclusivo, participativo, democrático; un sujeto político con decisión y capacidad de promover un cambio sustantivo en la sociedad.
Un nuevo sujeto político que sea crítico con los personalismos, con las prácticas clientelares, con el fatal predominio de los intereses corporativos por encima de los intereses del país. Un ser político que posicione el bien común por encima del bien particular, que defienda una sociedad justa y solidaria.
En este esfuerzo, hay que recuperar los principios éticos de la política, hay que recuperar la formación, hay que recuperar el debate, hay que recuperar la confrontación de ideas para construir los instrumentos de la transformación.
Hay, en resumen, que dignificar la política, ejercerla con ética y desprendimiento, como servicio a la sociedad. La política la concebimos para luchar por la libertad, por la democracia, por los derechos, por la dignidad, por el bienestar y la felicidad de la gente. 
Necesitamos contribuir con más fuerza, con más determinación para que el pueblo tenga los instrumentos que requiere para luchar y triunfar por una mejor vida para todos y todas.
Sabemos que existe una lucha en sectores de la población, hombres y mujeres dispuestos a dar lo mejor que tienen en el proceso de transformación que necesitamos, una lucha que en muchos aspectos está transitada.
Pero también sabemos que hay disgregación. Mucha gente en los campos, en los barrios, en los territorios, en las organizaciones está dispuesta a luchar, pero se requiere mejor articulación, más coordinación, mayor unidad, para que juntos avancemos.
Desde diferentes sectores de la sociedad escuchamos voces que alientan la articulación de voluntades para producir acciones que generen transformaciones, abrir espacios para que otras ideas, otras propuestas, otras personas, otras formas de hacer política, se expresen, se escuchen.
Hay que dar paso a nuevas expresiones y maneras de hacer política, nuevas formas de relación entre la sociedad, los políticos, las organizaciones e instituciones en las que predominen la horizontalidad, la transparencia, la corresponsabilidad y la rendición de cuentas.
Es una responsabilidad de cada ciudadano y ciudadana, contribuir a construir procesos que nos lleven a una mejor vida y aseguren un futuro mejor a nuestros descendientes. En este empeño hay que ser perseverantes y confiar en nosotros mismos, no esperar soluciones desde fuera de nosotros, el milagro del cambio lo haremos nosotros, conscientes que el futuro es ahora.
Tenemos el derecho y el deber de aportar ideas e iniciativas para articular voluntades, para producir acciones, debatir, disentir, proponer de manera abierta, horizontal, plural, para generar transformaciones, para trabajar por el presente y por el futuro. Hagámoslo juntos. ¿Cómo, cuándo empezamos?
POR UNA POLÍTICA AL SERVICIO DEL PUEBLO y DE LA JUSTICIA.
Guadalupe Valdez 
Diputada Nacional 
Santo Domingo, D.N. 13 de Febrero, 2015
Guadalupe Valdez/ guadalupediputadanacional@gmail.com 809-6870472/8093500472 www.guadalupevaldez.com/twiter:@guadalupevaldez Facebook: guadalupevaldezsanpedro Página

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