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12 marzo, 2015 2:00 am
Si alguna duda existía en la población acerca del grado de la aceptación que teníamos de los corruptos, ha quedado al desnudo con los acontecimientos de febrero, cuando las impactantes declaraciones de un narcotraficante liberado en Estados Unidos, manchó la imagen que se tenía del principal líder del oficialismo y casi seguro presidente que surgirá de las elecciones de 2016.
Por igual el fallido intento de aprobar una ley de Partidos Políticos hecho a la medida de los políticos peledeístas, desató el escándalo de marzo cuando por instrucciones superiores los entusiastas legisladores echaron para atrás lo que ya habían aprobado en primera lectura, pero confirmando de cómo la corrupción mancha a los políticos y destruyen a los que alguna vez se creían honestos.
Los dirigentes del PLD, para el caso de las denuncias del narcotraficante, se agruparon hombro con hombro para protegerlo de las supuestas maledicencias en contra de su líder, y principal activo que le asegura la continuidad en el poder, ya que su otro líder, presidente de la República, no estaría dispuesto a embarcarse en la aventura de romper el orden constitucional para empujar una reelección que todo el país quiere.
La percepción ciudadana ya se hizo de su personal interpretación. Aceptó la versión que ofrecieron todos los medios de unas declaraciones de impacto de un narcotraficante, que por el tenor de las revelaciones, involucraron al principal líder político del país, a quien sus seguidores han tratado de formar una barrera protectora, respondiendo con insultos y gritos de desesperación a lo que fue tan demoledor. Ellos han tratado de derribar el elevado grado de rechazo que tiene en la actualidad, confirmada en la encuesta Gallup de este diario, la misma fue realizada antes de las confesiones del narcotraficante.
Y ese paraíso de la corrupción se manifiesta en todos los estamentos de la sociedad, desde la evasión de impuestos, que como un arte, practica el sector empresarial para escapar de la voracidad fiscal, de los funcionarios que aceptan generosas recompensas por sus afanes de beneficiar a los empresarios y ocultar sus ganancias, mientras ellos pueden mantener un tren de vida de la opulencia, que golpea en la cara a la pobreza circundante que ellos observan los cinturones de miseria a las grandes poblaciones del Este.
Decía el inolvidable editorialista del Listín Diario, en uno de sus editoriales de antología, que nosotros los dominicanos teníamos nuestro corrupto favorito, y al cual se le defendía con uñas y dientes, y se le defiende añado, pese a que esas riquezas venían derivadas de los desfalcos al Estado en los cargos que desempeñaban, o como empresarios eran expertos en evadir impuestos, recibir mercancías del extranjero subvaluadas y hasta evadían pagar por el consumo energético.
Llevamos la esencia de la corrupción en nuestros genes, y esa es una de las razones que nos importa poco ver de cómo se esfuman los recursos del Estado, o de la empresa privada, en manos de quienes con más agallas y sin temores del qué dirán, asaltan los medios que llegan a sus manos para enriquecerse. Malgastan los recursos que no son de ellos de manera increíble, en un despilfarro mayúsculo con las ostentaciones de lujos, vehículos, mansiones y de restaurant en restaurant de los más caros del país.
La actual administración peledeísta ha actuado muy diferente a la que reemplazó en el poder en el 2012, que entronizó la corrupción en el poder como si fuera una ley de quien sirve al Estado debe obtener los beneficios para resarcirse de los aportes a las campañas.
El ejemplo actual ha servido para desear que con un presidente como el que tenemos, bien vale la pena que se busquen los medios constitucionales para reelegirlo, a sabiendas de que los recursos del país estarían en buenas manos, pese a que se cometen indelicadezas que se ven de cómo los aspirantes peledeístas a la Presidencia, o a cargos legislativos, están invirtiendo en sus promociones grandes recursos que todo el mundo percibe que salen de las arcas ministeriales. http://hoy.com.do/rd-paraiso-de-la-corrupcion/
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