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Tenemos que embestir con campañas promocionales, exigencias y drasticidad de sanción contra el desperdicio de agua en ciudades y campos y contra el uso privilegiado en base al abuso de poder e influencias para acaparar el líquido. La sequía va a seguir dura, según todos los pronósticos. Y lo poco que caiga del cielo debe ser bien aprovechado y distribuido. Pero también se necesitan mayores operaciones de emergencia a base de reparto en camiones cisterna. Aumentando incluso las flotas de esos vehículos aunque haya que incurrir en endeudamientos. Cogemos prestamos para todo en este país de futuro hipotecado. Por qué no para saciar la sed.
El país debe someterse a un plan de emergencia para perforar más pozos y organizar las siembras en funciòn de las perspectivas que la naturaleza permita recurriendo a los cultivos de menor exigencia de riego. La ciencia al servicio de la agricultura provee componentes reciamente capaces de resistir la falta de agua. Deben detectarse las reservas subterráneas más vírgenes para no sobreexplotar las capas freáticas más utilizadas y en peligro de extinguirse. Denuncias alarmantes indican que algunas cuencas y caudales del sistema nacional de embalses e hidroheléctricas son objeto de un manejo anticientífico y desperdiciador. Ojo con la presa de Tavera. Más del 60% de lo que comemos viene del campo. Toda aguda sequía es presagio de hambre y sufrimientos.
SOBRE VEEDURIAS “AQUÍ LLEGUÉ”
La búsqueda de transparencia en el manejo de lo presupuestal se queda corta si se confía demasiado a la exhibición de papeles que dicen poco al neófito por buenas que sean sus intenciones.
Si no conlleva acceso pleno para el diestro conocedor de intríngulis sobre operaciones de gastos con suficiente destreza para separar la paja del arroz. Como gesto las veedurías valen; pero los bienes públicos tienen que ser vigilados con sentido detectivesco por auditores de probada ética e independencia.
Tampoco supera mucho el vacío institucional y operativo el hecho de que un presidente diligente compagine para bien con grupos de productores de aquí y de allá. Hay diez millones de habitantes y una geografía de males e imperfecciones. Un Estado cumple más por la calidad y suficiencia de sus estructuras que por un individualismo presidencial.
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