El mensaje de Trudeau a Trump: “El comercio no es un partido de hockey”
El primer ministro de Canadá reivindica en Los Ángeles a Ronald Reagan para pedir que no se debilite el tratado de libre comercio
Los Ángeles
“Ronald Reagan vino a mi casa cuando yo era pequeño”. Justin Trudeau no necesitaba mucho para ganarse al público republicano del sur de California, pero con esa frase empezó dejando claro este viernes que se consideraba entre amigos. El primer ministro de Canadá eligió la Fundación Ronald Reagan, a las afueras de Los Ángeles, para dar un discurso en el que utilizó la figura del expresidente republicano para defender ante Estados Unidos, y en particular ante los republicanos, el libre comercio en América del Norte amenazado por el actual presidente.
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“Si el comercio entre Canadá y Estados Unidos es una mala idea es que no existen las buenas ideas”. Trudeau quiso hacer en Los Ángeles una defensa apasionada de las normas de libre comercio que disfrutan ambos países desde el acuerdo firmado por Ronald Reagan y Brian Mulroney en 1989 y que fue el precursor del TLC (NAFTA), en vigor desde 1994 y que incluye a México.
Trudeau hablaba en Los Ángeles en la última etapa de un viaje que acaba este sábado y que le ha llevado también a Chicago y San Francisco. Trudeau ha elegido su audiencia para convencer a la parte de Washington que pueda tener influencia sobre el presidente Donald Trump de que defiendan el TLC. Está enviando su mensaje a la Casa Blanca sin pisar Washington.
La renegociación del TLC ha sido impuesta por Donald Trump, que lo ha llamado “mata empleos” y “desastre” y ha amenazado con eliminar el acuerdo comercial por completo. Tras una ronda de negociaciones que acabó la semana pasada en Montreal, los negociadores se disponen a retomar las conversaciones en Ciudad de México. A pesar de los avances, la imprevisibilidad de Trump y su disposición a no firmar nada que no pueda vender como una victoria, lastran la confianza en las negociaciones.
Es esa actitud lo que trató de poner en evidencia Trudeau ante los republicanos de Reagan, que no dudaron en aplaudirle. “Amigos, hemos hecho progresos. Y es de vital importancia que construyamos sobre ese progreso. Creo firmemente que es lo que interesa a Estados Unidos, no solo a Canadá”. Trudeau continuó su argumento poniéndose en la piel de los que se han dejado seducir por Trump. “Ya veo qué tipo de respuesta puede provocar esto: ‘Por supuesto, NAFTA ha sido bueno para Canadá. Canadá está ganando y Estados Unidos está perdiendo, y por eso a los canadienses les gusta”.
Discurso de Justin Trudeau en la Biblioteca Ronald Reagan en Los Ángeles.
“Pero el comercio no es un partido de hockey”, dijo Trudeau, provocando los aplausos del millar de republicanos californianos presentes. “La realidad es que los dos, Canadá y Estados Unidos, están ganando. Y también México. y así es como debe seguir”. El comercio no es asunto de “ganar” y “perder”, vino a decir Trudeau, utilizando las dos palabras con las que Trump define el mundo.
Después, el primer ministro explicó que nueve millones de empleos en Estados Unidos están directamente ligados al comercio y la inversión con Canadá, ue dos tercios de los Estados tienen a Canadá como su primer mercado de exportación y que están entre los tres primeros mercados para los productos de 48 Estados de la Unión. “Compramos más productos norteamericanos que China, Japón y Reino Unido juntos”.
El argumento de Trudeau, aunque es una clara advertencia de los peligros de forzar la negociación, trata también de encontrar el terreno común con Trump, un empresario con poco entendimiento del mundo, aupado por un movimiento populista reaccionario que nada tiene que ver con el liberalismo amable y progresista del canadiense.
“El presidente Trump y yo estamos de acuerdo en esto: demasiada gente se ha quedado atrás, incluso mientras nuestras economías crecían”. Trudeau reconoció que hay una clase media empobrecida que no ve los beneficios del comercio internacional y, sin decirlo así, vino a reconocer que la presidencia de Trump y otros fenómenos se deben a la revuelta de esa clase media empobrecida. “Está bien decir en abstracto que el libre comercio trae prosperidad. Es verdad. Pero la circunstancia de cada individuo es diferente. Y los datos del comercio, aunque positivos, no son lo que lleva a tus hijos a la universidad”.
Trudeau afirmó que el centro de las conversaciones para modernizar NAFTA tiene que ser conseguir un tratado en el que la ola de innovación no se lleve por delante a los trabajadores.
El primer ministro de Canadá no estaba hablando en esta gira para el Partido Republicano en el Congreso, incapaz o desinteresado por el momento en enfrentarse al presidente. Los republicanos del sur de California son los inventores de Richard Nixon y Ronald Reagan, dos internacionalistas sin complejos. Así que les recordó las palabras del propio Reagan cuando estaban culminando las negociaciones para el primer acuerdo EE UU-Canadá en 1987: “Podemos esperar el día en el que el libre flujo del comercio, desde los límites de Tierra del Fuego al sur hasta el círculo polar Ártico, una a los pueblos del Hemisferio Occidental en un vínculo de intercambio en beneficio mutuo, en el que todas las fronteras se conviertan en lo que la frontera entre EE UU y Canadá ha sido por tanto tiempo: un lugar de encuentro, en vez de una línea divisoria”.
Trudeau terminó con una advertencia que indica que se toma muy en serio las amenazas de la Casa Blanca de deshacer NAFTA. “La generación de líderes canadienses, estadounidenses y mexicanos que nos legaron el tratado original, en un sentido verdadero, inventaron la idea de América del Norte. Desinventarla traería un coste más allá de la economía, un coste que no creo que nadie hoy pueda prever o comprender”.
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