Fue una guerra de cinco décadas. Pero por fin, como dice el himno nacional de Colombia, “cesó la horrible noche”. El 26 de septiembre fue un día que muchos colombianos siempre recordarán: ese día el grupo guerrillero más grande de Colombia, las Farc, y el gobierno nacional firmaron un acuerdo de paz.
La semana anterior, los guerrilleros se reunieron en su décima conferencia nacional en los Llanos del Yarí, Caquetá, en la zona amazónica del país. Ahí, los guerrilleros se juntaron por última vez como organización armada y en medio de sesiones de pedagogía y conciertos al aire libre, aprobaron el acuerdo de paz.
La guerra marcó a varias generaciones de colombianos y dejó su huella en el imaginario colectivo del país. Por lo menos 220.000 personas murieron, cinco millones fueron desplazadas y más de 25.000 desaparecieron.
Ahora la gran pregunta es ¿qué sigue? Los colombianos saldrán a votar en un plebiscito este domingo, en el cual deben refrendar el acuerdo firmado entre la guerrilla y el gobierno. Las últimas encuestas muestran que el Sí se impondría, lo que cambiaría la conversación y las prioridades nacionales.
Lo primero será comenzar a implementar el acuerdo, que contiene capítulos sobre reformas de desarrollo rural, lucha contra el narcotráfico, participación política, justicia, verdad y reparación, entre otros.
El grupo guerrillero, que entregará sus armas bajo la verificación de las Naciones Unidas, se concentrará temporalmente en 23 zonas de normalización para empezar su transición hacia la vida civil.
Las Farc podrán crear un nuevo partido político con el que deberán participar en las elecciones de 2018 y 2022, y les garantiza una representación mínima de cinco bancas en el senado y otras cinco en la cámara de representantes durante esos dos periodos.
Mientras se reintegren a la sociedad, los guerrilleros recibirán un apoyo económico del 90 por ciento del salario mínimo (cerca de 210 dólares) por 24 meses. También les darán casi tres salarios mínimos (unos 685 dólares) al salir de las zonas de normalización y tendrán derecho a un apoyo de poco más de 11 salarios mínimos ( unos 2750 dólares) para un emprendimiento individual o colectivo.
La reintegración de los guerrilleros es la mayor tarea que enfrentan los líderes políticos en Colombia, y no ha estado exenta de críticas sobre las ayudas económicas y el espacio político que recibirán.
Sin embargo, como dijo a The New York Times Humberto de la Calle, jefe negociador del gobierno: “Si uno no logra que estos señores no solo dejen las armas, sino que entren a la economía formal, pues me parece que el proceso es muy frágil”.
En cuanto a justicia y reparación, el acuerdo crea una jurisdicción especial de paz que otorgará amnistías e indultos por delitos políticos y conexos. La amnistía no incluye delitos de lesa humanidad, genocidios, toma de rehenes o crímenes de guerra. Para estos se impondrán sanciones restrictivas de la libertad con un máximo de ocho años para aquellos que reconozcan sus delitos y cooperen con la justicia, o penas de prisión de hasta 20 años a quienes no reconozcan sus delitos y les sean probados en la jurisdicción especial.
Aunque el gobierno ha defendido su enfoque “reparador” de justicia, críticos como el expresidente Álvaro Uribe han sostenido que a “los mayores responsables, no los extraditan, no los sancionan adecuadamente, no los mandan a la cárcel y les dan eligibilidad política”.
En esta nueva etapa, será interesante ver qué tan popular resulta el partido político de las Farc. Aunque tienen garantizada una participación política mínima durante los próximos ocho años, serán los colombianos quienes decidirán qué tanta influencia tendrá esta nueva voz en el escenario político, y muchos todavía recuerdan con indignación las acciones más violentas de las Farc.
La última conferencia guerrillera le dio la oportunidad a los miembros de las Farc de imaginarse cómo será su nueva vida: podrán vestirse de civil e incluso podrán casarse, lo que estaba prohibido en los campamentos de las Farc porque se entendía que solo podían estar casados con la revolución.
El gobierno y las Farc ya le dijeron que Sí al acuerdo. Ahora solo falta la voz de los colombianos. Cualquiera que sea el resultado, este domingo un nuevo capítulo empezará para Colombia. https://www.nytimes.com/es/2016/09/30/tras-52-anos-de-guerra-que-sigue-para-colombia/?smid=tw-espanol&smtyp=cur
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