El trabajo doméstico, infravalorado por el Estado dominicano
Se incumple el mandato constitucional de incorporar el trabajo doméstico en las políticas públicas
| 20 DIC 2015, 12:00 AM
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MARISOL AQUINO
SANTO DOMINGO. Infravalorado y muchas veces discriminado, el trabajo doméstico es reconocido mundialmente, incluso por la Constitución dominicana, “como una actividad económica que crea valor agregado, produce riqueza y bienestar social”.
Aun así, continúa siendo “invisible” para el Estado dominicano, que no cuenta con un registro de las personas que se dedican a ese quehacer y las disposiciones legales vigentes “legitiman la discriminación” de ese sector con respecto al resto de los sectores laborales.
Las trabajadoras domésticas carecen de jornadas determinadas, de protección a la maternidad, y tampoco se benefician del cálculo de los días de las vacaciones por antigüedad laboral.
Los artículos del Código de Trabajo que hacen referencia a ese sector son del 258 al 265. “Fuera de lo establecido en los artículos mencionados no existen otros preceptos que les favorezcan”, refiere la investigación titulada “Servicio Doméstico y Exclusión Social”, realizado por Dilenia Medina para el Observatorio Político Dominicano.
Entre los pocos derechos que poseen las domésticas, concedidos en la modificación al Código Laboral en 1999, figura el salario navideño, derecho a que su empleador le conceda los permisos necesarios para asistir a una escuela, al médico o a un centro de salud, en caso de enfermedad, siempre y cuando sea compatible con su jornada de trabajo.
No contempla salario mínimo y de indemnización por despido. “Los alimentos y habitación que se den al doméstico se estiman como equivalentes al cincuenta por ciento del salario que reciba”. Ese es otro punto que establece el Código de Trabajo.
La población menos favorecida
El servicio doméstico lo realizan principalmente mujeres y niñas de las comunidades más pobres, con los más bajos niveles educativos, situaciones que las hacen vulnerables a la discriminación en cuanto a las condiciones de empleo y de abusos de sus derechos humanos, dice uno de los considerandos del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, el cual fue ratificado por el Congreso de República Dominicana en 2013 e inscrito por el país en mayo de este año para su entrada en vigencia.
Los trabajadores domésticos son los que se dedican a las labores de cocina, aseo (limpieza, lavado y planchado), asistencia y demás actividades propias de un hogar o de otro sitio de residencia o habitación particular, que no importe lucro o negocio para el empleador o sus parientes.
La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2007, de la Oficina Nacional de Estadística cita que la mayoría de las personas que realizan labores domésticas como oficio principal son mujeres (el 96.5%, lo que equivalía en ese entonces a un total de 206,355), mientras que los trabajadores domésticos masculinos eran tan sólo un 3.4% (7,367 hombres).
Cuatro casos
Lissette tiene casi 15 de sus 33 años de vida trabajando como doméstica en diferentes casas de familia. Actualmente tiene compromisos con tres hogares, en dos de los cuales limpia, lava y plancha tres días a la semana, mientras que en el tercero solo debe ir los miércoles. Ninguno incluye dormir.
Recibe como paga RD$7,200 en uno, RD$5,000 en otro y RD$1,600, para un total de ingreso de 13,800 pesos mensuales.
Lissette es madre soltera de dos niñas mellizas de 14 años. Dice que ella y una de sus dos hijas tienen el seguro médico de Senasa subsidiado porque una prima pudo inscribirla como dependiente.
Ella y Judely, otra chica entrevistada, afirman que no trabajarían con dormida porque implicaría no tener horas de descanso y acostarse muy tarde de la noche para empezar su jornada incluso en la madrugada.
Judely, de 26 años, tiene solo tres trabajando como doméstica, para un extranjero. Es especialista en belleza, pero afirma que en los “salones”, el trabajo también es muy extenuante, sin límite de horario y que porque tiene dos niños pequeños, de dos y cinco años, además de un esposo, se decidió por el servicio doméstico porque su jefe es muy considerado con ella.
Trabaja ocho horas, de lunes a viernes, y libra sábado y domingo. Devenga un salario de 10 mil pesos. En los salones de belleza del sector por donde vive, en Villa Mella, tenía que laborar todos los días, incluidos fines de semanas, lo que le permitía compartir muy poco con su familia y, regularmente, por el mismo o menos del salario que recibe ahora.
Juana es otra doméstica que tiene 56 años y más de 30 en esa labor. En la casa de familia donde trabaja actualmente lleva casi cuatro años trabajando con dormida y libra sábado y domingo, con un salario de 10 mil pesos mensuales.
Afirma que empieza su jornada a las 5:30 de la madrugada, cuando se levanta a prepararle el desayuno a una de las hijas de su jefa, que sale a trabajar a las 7:00 a.m. A veces son las 11 de la noche y está preparando cena o fregando los utensilios que ha utilizado en esa última comida del día.
Está afiliada a la seguridad social gracias a un hijo que tiene que es empleado privado y lo paga por ella.
Nancy García atiende dos niños y hace todos los quehaceres del hogar donde trabaja con dormida, de lunes a viernes, y libra después de las 12:00 del mediodía del sábado. Dice aspirar a tener todos los beneficios que poseen empleados de otros sectores.
Nancy García atiende dos niños y hace todos los quehaceres del hogar donde trabaja con dormida, de lunes a viernes, y libra después de las 12:00 del mediodía del sábado. Dice aspirar a tener todos los beneficios que poseen empleados de otros sectores.
García tiene dos años trabajando con su jefa, Yohanna, quien afirma que le tiene mucha confianza y se siente muy cómoda con ella.
“Por el trabajo que tengo, la verdad, no puedo vivir sin un servicio. Le agradezco a Nancy que ha dejado de atender su familia para atenderme la mía. Ella nunca me ha fallado”, dice Yohanna.
Discriminación por su trabajo
Discriminación por su trabajo
“La gente extranjera trata a uno bien”, dice doña Juana al referirse a unos extranjeros para los cuales trabajaba. Lamenta no haber continuado con ellos porque su madre enfermó y tuvo que abandonarlos para dedicarse a cuidarla.
“Me preguntaban que si podían llamarme mamá...(Juana es un nombre ficticio para evitar su identificación). Nunca se referían a mí como la sirvienta”, afirma la doméstica.
El dominicano se refiere a la doméstica como la “sirvienta mía” y ese es uno de los términos menos despectivos, cuenta.
Al respecto, la socióloga Tahira Vargas, citada por Dilenia Medina en la investigación “Servicio Doméstico y Exclusión Social”, afirma que las expresiones de discriminación de las que son víctimas las servidoras domésticas se perciben en el lenguaje, con el uso de términos despectivos, como “chopa” o “sirvienta”.
Parte de la economía informal
Parte de la economía informal
Los empleados domésticos no están registrados en el Ministerio de Trabajo porque entran en la categoría de independientes, a pesar de que en las estadísticas, como las del Banco Central, registran un crecimiento de ese sector. El Banco Central los cita dentro del total de los trabajadores informales.
La Encuesta Nacional de la Fuerza de Trabajo del 2010, del Banco Central, reseñada por el estudio la “Situación de las mujeres en República Dominicana”, de la Oficina Nacional de Estadística, indica que “el trabajo doméstico no ha dejado de crecer en los últimos años: el número de ocupadas en el sector aumentó en 51.254 mujeres entre el primer semestre del año 2004 y 2010”.
Se trata, por tanto – continúa el estudio – de un sector de gran importancia en la provisión de empleos femeninos, especialmente para el sector de mujeres que no cuenta con ninguna calificación y para el que la inserción en el servicio doméstico representa por ello una opción”.
Formar parte de la economía informal dificulta a este sector ser incluido dentro de las políticas públicas y sociales del Estado.
No obstante, la Constitución de la República, en su artículo 55, numeral 11, establece que “el Estado reconoce el trabajo del hogar como actividad económica que crea valor agregado, y produce riqueza y bienestar social, por lo que se incorporará en la formulación y ejecución de las políticas públicas y sociales”.
Su exclusión, por ejemplo, en la seguridad social, es atribuida por el especialista en seguridad social, Arismendy Díaz Santana a sus bajos salarios:
“Los trabajadores domésticos constituyen uno de los segmentos más difíciles de afiliar, dado que en la gran mayoría de los casos se trata de un trabajo no especializado, con bajos salarios, y cuyos patronos son a su vez asalariados con ingresos limitados”, dice Díaz Santana.
La ARS estatal, Senasa, empezó en junio de este año la afiliación al Régimen Subsidiado de 50 mil domésticas, cuya jornada, hasta el 30 de octubre, había registrado en el proceso 13 mil 259 personas de este sector.
Informó que, de esa cantidad, 10 mil 418 trabajadoras domésticas se encontraban ya afiliadas y podían beneficiarse de los servicios que presta la red de centros contratados para ese régimen. El llamado a la afiliación continúa abierto para todas aquellas trabajadoras domésticas que no se hayan acercado a las 14 oficinas del Seguro Nacional de Salud, distribuidas a nivel nacional.
RD: comprometida a no colocar a los domésticos en desventaja
República Dominicana suscribió el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo sobre las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos, el cual aspira a dignificar a este sector. Este acuerdo fue ratificado por el Congreso Nacional a mediados del 2013 e inscrito en mayo de este año para su entrada en vigencia.
Según la OIT, el Convenio entra en vigor en el país el 15 de mayo del 2016.
Entre los puntos importantes que contempla el Convenio, está el que establece, en su artículo 14, que todos sus miembros deberán “adoptar medidas apropiadas a fin de asegurar que los trabajadores domésticos disfruten de condiciones no menos favorables que las condiciones aplicables a los trabajadores en general, con respecto a la protección de la seguridad social, inclusive en lo relativo a la maternidad”.
El anterior artículo citado, de 27 que contiene el Convenio, también refiere que “para proteger efectivamente contra las prácticas abusivas a los trabajadores domésticos contratados o colocados por agencias de empleo privadas, incluidos los trabajadores domésticos migrantes, todo miembro deberá determinar las condiciones que regirán el funcionamiento de las agencias de empleo privadas que contratan o colocan a trabajadores domésticos, en conformidad con la legislación y la práctica nacionales”.
Agrega que se deberán “asegurar la existencia de un mecanismo y procedimientos adecuados para la investigación de las quejas, presuntos abusos y prácticas fraudulentas”.
Refiere, asimismo, que “todo Miembro deberá formular y poner en práctica medidas relativas a la inspección del trabajo, la aplicación de las normas y las sanciones, prestando debida atención a las características especiales del trabajo doméstico”.
Sobre la implementación del Convenio, la presidenta de la Asociación de Trabajadores del Hogar, Victoria García, informó que hacen una investigación para ver cómo se regularizan el salario y las vacaciones, y que para ello toman como referencia otros países, como Chile, cuya legislación sobre el sector está muy avanzada.
Se trató, sin éxito, de obtener información del Ministerio de Trabajo para conocer en qué proceso está esa institución en la adopción de las políticas que regirán en la regulación del trabajo doméstico remunerado, a fin de dar cumplimiento a lo establecido en el Convenio 189, con el cual se comprometió el Estado. http://www.diariolibre.com/noticias/el-trabajo-domestico-infravalorado-por-el-estado-dominicano-KX2213297
“Yo sé que cuento con ella y que ella cuenta conmigo”
Gertrudis posee las mismas dos personas en el servicio doméstico desde hace más de 25 años.
“Se conocieron en casa, él cocina y ella era la niñera entonces, y hoy son matrimonio y han sido claves para que yo pudiera desarrollar una carrera profesional y tener mi casa muy bien organizada”, manifiesta.
Gertrudis está obligada a permanecer casi todo el día en la oficina, sin importar que sean feriados, por tener una de las funciones más importante de la empresa en la que trabaja.
“Tengo muy claro que mi carrera profesional ha sido posible porque no tenía “una doble jornada”. Cuando yo llego a casa todos los quehaceres domésticos están resueltos. ¡En ese sentido soy muy dependiente!”, expresa.
María tiene 50 años y no duerme en la casa de Gertrudis. Tampoco Joel. María trabajó con dormida solo los primeros años, cuando el hijo de Gertrudis era un bebé.
Ellos organizan su propio horario. Normalmente llegan a las 9.30 am. María se queda hasta las 2.00 p.m. y Joel se va tan pronto deja la comida preparada.
“Yo sé que cuento con ella (con María) y que ella cuenta conmigo. Nos hemos acompañado en las buenas y en las malas, siempre con mucho respeto y mucho agradecimiento mutuos”, concluye Gertrudis.
“Se conocieron en casa, él cocina y ella era la niñera entonces, y hoy son matrimonio y han sido claves para que yo pudiera desarrollar una carrera profesional y tener mi casa muy bien organizada”, manifiesta.
Gertrudis está obligada a permanecer casi todo el día en la oficina, sin importar que sean feriados, por tener una de las funciones más importante de la empresa en la que trabaja.
“Tengo muy claro que mi carrera profesional ha sido posible porque no tenía “una doble jornada”. Cuando yo llego a casa todos los quehaceres domésticos están resueltos. ¡En ese sentido soy muy dependiente!”, expresa.
María tiene 50 años y no duerme en la casa de Gertrudis. Tampoco Joel. María trabajó con dormida solo los primeros años, cuando el hijo de Gertrudis era un bebé.
Ellos organizan su propio horario. Normalmente llegan a las 9.30 am. María se queda hasta las 2.00 p.m. y Joel se va tan pronto deja la comida preparada.
“Yo sé que cuento con ella (con María) y que ella cuenta conmigo. Nos hemos acompañado en las buenas y en las malas, siempre con mucho respeto y mucho agradecimiento mutuos”, concluye Gertrudis.
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