martes, 23 de diciembre de 2014

Obama y Cuba trazan la ruta - Por Antonio Almonte

Por Antonio Almonte. 23 de diciembre de 2014 - 12:09 am
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Antonio Almonte

Ex Director de la Comisión Nacional de Energía. Graduado en física y en ingeniería nuclear (Madrid y Londres).
Cuando Eisenhower (1960) y Kennedy (1962) dispusieron y ampliaron, respectivamente, el embargo económico contra Cuba,  no se imaginaban que sus decisiones iban a  trascender  fronteras y modelar durante décadas las relaciones generales entre los Estados Unidos y América Latina.º23
Los norteamericanos, por ejemplo, no contaban con el factor Fidel, es decir, con el extraordinario carisma, recio carácter e inagotable capacidad discursiva del nuevo líder rebelde.
Tan pronto emergió a la superficie del tablero político mundial, la figura del barbudo guerrillero fue amplificada hasta la mitología por las propias  corporaciones mediáticas norteamericanas (AP y UPI, entre otras), y los soviéticos facilitaron una alianza estratégica con Fidel, dando inicio a un intenso capítulo de confrontaciones políticas y diplomáticas en la región.
Precisamente, la diplomacia ha sido citada por Obama como el nuevo recurso que usaría la  Casa Blanca para continuar su guerrita contra Cuba, precisamente por la vía pacífica, para recordar la conocida parodia de Lenin sobre una frase de Clausewitz : “la guerra es la continuación de la política por otros medios, precisamente por la violencia”.
Es decir, la Casa Blanca intentará cambiar a Cuba y derrotar la revolución con las eficaces armas del capitalismo: el intercambio comercial, la creación de empresas privadas, la expansión de las practicas de mercado, la conversión de bienes y conocimientos en mercancías, la transferencias de tecnologías y otros mecanismos de transacciones y vínculos económicos que regularmente generan intereses ideológicos y ataduras o dependencias con las corporaciones extranjeras proveedoras y sus Estados base.
En otras palabras, la actividad productiva, la distribución desigual de ingresos y su consumo germinan premisas ideológicas incompatibles con un régimen político súper cerrado y el absoluto estatismo económico vigentes en Cuba.  Es como si La Casa Blanca estuviera apostando a la pertinencia de dos viejas  tesis marxistas: “el ser social, determina la conciencia social”, y, la otra, “el desarrollo de las fuerzas productivas forzará cambios en la superestructura (sistema político) de la sociedad”. Mas o menos.
Cuba no es China, pero se le parece en que a diferencia de lo sucedido a fines de los 80s en la Europa Oriental, su sistema, el régimen político, no se ha derrumbado y sus líderes fundadores tienen ahora la oportunidad de dirigir, con el extraño apoyo de su “enemigo” yanky, la transición hacia niveles superiores de apertura y modernización.
Todavía es muy temprano para adelantar pronósticos, pero los anuncios que hace Raúl sobre la continuidad de la esencia del socialismo en Cuba parecen indicar que la cúpula cubana estaría mirando las experiencias de reformas pro mercado en China y Vietnam.
La retorica de la derecha republicana y del exilio cubano en Miami a favor del bloqueo suena como eco de ultratumba, una consigna decrepita, pero, por su lado,  la mecánica económica y política actual de Cuba no tiene ningún futuro práctico para su pueblo, ni sustento en la razón.
Como Eisenhower y Kennedy a principios de los 60s, probablemente Obama y Raúl apenas si se imaginan hoy las repercusiones que podría tener la normalización de las relaciones entre sus naciones en el futuro de la configuración política regional. Este giro cubano, en coincidencia con la maniobra de Arabia Saudí en la OPEP, que ha producido una sequia de petrodólares en Venezuela, tendrán sus consecuencias en muchos lugares.
En efecto, la caída de los precios del petróleo, gracias, entre otros factores, a la posición de Arabia Saudí, ha provocado una reducción de un 35 % del ingreso de divisas a Venezuela, país en el que la venta del crudo representa más del 90% de sus exportaciones y el 50% de sus ingresos fiscales.
Venezuela tiene una deuda que alcanza  casi el 50% de su PIB. Ese país, sin embargo,  regala, prácticamente,  más de 100 000 barriles de petróleo diarios  a Cuba (a cambio de miles de doctores, maestros, trabajadores y otros servicios cubanos). Ese generoso volumen de crudo subsidiado por Venezuela representa el 50% del consumo de combustibles de la Isla. Un verdadero tanque de oxigeno para la maltrecha economía cubana.
Entonces, la movida de Arabia Saudí hundiendo las reservas financieras de Venezuela ha terminado de persuadir a la Habana de que la mano “amiga” tendida por Obama y Washington es el único clavo caliente a la vista para seguir a flote…y lo agarraron.
http://acento.com.do/2014/opinion/8207345-obama-y-cuba-trazan-la-ruta/

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