Así fue hace medio siglo la "humillante" captura por parte de Corea del Norte del USS Pueblo, el único buque militar de EE.UU. que sigue en manos de otro país
Solo hay un buque de la Marina de Estados Unidos en poder de una nación extranjera.
Se trata del USS Pueblo, un barco espía que fue capturado por Corea del Norte hace 50 años, el 23 de enero de 1968, y que hoy está a la vista en un río de Pyongyang como trofeo y atracción turística.
Los visitantes tienen la oportunidad de hacer un tour guiado que relata cómo los valientes marinos del Ejército Popular norcoreano se hicieron de él.
Como han reivindicado desde hace 50 años, aseguran que el USS Pueblo fue detenido cuando navegaba ilegalmente por sus "aguas territoriales".
La captura dejó un saldo de un marino estadounidense muerto y 83 detenidos, los cuales pasaron por duras condiciones de privación de libertad e interrogatorios durante 11 meses.
El gobierno de Estados Unidos, entonces bajo el mando del presidente Lyndon B.Johnson, tuvo que emitir una declaración de disculpa para Corea del Norte y admitir que había violado su territorio.
Aunque luego se retractó, para muchos fue una dura derrota ante el régimen norcoreano.
La noche del abordaje
Es la noche del 23 de enero de 1968.
El USS Pueblo, un barco de 155 metros de eslora, con armamento limitado y disfrazado de navío de investigación científica, navegaba cerca de la costa norcoreana.
En su interior había equipo de comunicación de alta tecnología y una tripulación bien entrenada para interceptar y decodificar mensajes.
Al estar en aguas internacionales, según la versión de EE.UU., el capitán Llyod Bucher confiaba en que no podía ser detenido, por lo que su tripulación se vio sorprendida cuando el buque quedó rodeado por tres barcos norcoreanos.
Uno de los barcos patrulla les ordenó prepararse para ser abordados y abrió fuego ante la negativa de los estadounidenses.
"No teníamos nada para devolver el fuego, pues la idea era que éramos un buque desarmado. Ese era nuestro disfraz", le contó a la BBC el teniente Skip Schumacher, quien en aquel tiempo tenía 24 años y era oficial de operaciones de la nave.
El buque tenía dos ametralladoras calibre 50 a bordo colocadas en la cubierta y había estrictas instrucciones de que se mantuvieran ocultas en todo momento.
El capitán del USS Pueblo ordenó la retirada del lugar, pero no pudieron escapar de la flota norcoreana.
La maniobra, sin embargo, le dio un poco de tiempo a la tripulación para destruir todos documentos sensibles que pudieran e inutilizar el sofisticado equipo de comunicaciones.
A falta de trituradoras, intentaron quemar los documentos en barriles, lo cual hicieron de forma lenta y solo pudieron deshacerse de una pequeña parte de la información de inteligencia que llevaban.
Además, los norcoreanos abrían fuego cada vez que veían salir humo de la nave.
La captura
Tras varias horas de enfrentamiento, un marino estadounidense había muerto y una decena había sufrido lesiones.
El capitán Bucher decidió rendirse.
Los prisioneros fueron bajados del barco y llevados a una prisión de Pyongyang, la capital de Corea del Norte. Ahí el objetivo del gobierno norcoreano fue obtener toda la información posible de la tripulación.
Comenzaron con Bucher, a quien golpearon duramente cuando se negó a admitir que el barco había violado las aguas territoriales de Corea del Norte y que comandaba una nave espía.
El teniente Schumacher recuerda los métodos que utilizaron para doblegarlo.
"Le pusieron una pistola en la cabeza y le dijeron: 'Eso es todo, te vamos a matar'. Y hacían clic con el revólver, que parecía no tener balas, pero él aun así se negaba", dice.
Pero cuando los interrogadores lo pusieron frente a un presunto paredón de fusilamiento y le dijeron que iban a matar uno a uno a sus hombres, Bucher accedió a firmar una confesión.
El cautiverio
La noticia de la captura del USS Pueblo fue recibida en Estados Unidos con molestia.
No hubo una misión de rescate, pues EE.UU. no contaba con suficiente información de inteligencia sobre dónde estaban encarcelados los marinos.
En aquellos años se desarrollaba la Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética, un aliado histórico de Corea del Norte, por lo que los movimientos militares tenían que ser bien calculados.
Los documentos y equipo de comunicación rescatados del barco fueron sacados del mismo y se sospecha que mucha de esa información llegó a manos de agentes de la KGB soviética.
Los prisioneros vivieron durante meses unas duras condiciones en cautiverio.
Pyongyang quería que la Casa Blanca reconociera que había cometido un error, por lo que estableció un canal de comunicación con el gobierno de Lyndon B. Johnson.
En una ocasión, los norcoreanos fotografiaron a un grupo de ocho marineros estadounidenses para mostrar que la tripulación estaba siendo bien tratada.
Pero en la fotografía algunos de los marinos mostraban el dedo medio a sus captores.
"Les dijimos que el dedo era una señal de buena suerte en Hawái, así que pensaron que eso era maravilloso", explicó el teniente Schumacher.
La fotografía fue publicada en la revista Time, que alabó a la tripulación por su valor, pero cuando fue vista en Corea del Norte y se entendió su significado,reaccionaron con violencia.
"Ellos querían saber todos los dobles sentidos y el lenguaje de jerga que habíamos utilizado durante los 10 meses que habíamos estado en cautiverio y nos golpearon mucho", dijo Schmacher.
"Fue realmente muy brutal".
La vergüenza
Sin muchas opciones, Estados Unidos se vio obligado a ofrecer una declaración en la que reconocía que el barco estaba realizando tareas de espionaje cuando fue capturado y ofreció una disculpa a Corea del Norte.
Los norcoreanos también obligaron al comandante Bucher grabar un mensaje de agradecimiento.
Los hombres fueron liberados el 23 de diciembre de 1968, exactamente 11 meses después de su captura, a través del "puente del no retorno "de Panmunjom, una aldea en la zona desmilitarizada en la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur.
La Casa Blanca se retractó de la declaración de disculpa con Pyongyang.
El comandante Bucher se enfrentó a un tribunal por haberse entregado a los norcoreanos. Aunque se recomendó iniciarle una corte marcial, el secretario de Marina John Chafee lo descartó.
En 1989 los marinos recibieron medallas de reconocimiento por la valentía mostrada en este episodio.
Sin embargo, todavía hay algunos en la Marina que creen que la tripulación deberían haber luchado hasta la muerte en lugar de dejarse caer en manos del enemigo.
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