lunes, 13 de noviembre de 2017

Los 34 del cartel - POR FERNANDO GIL @Fernangil

Los 34 del cartel

Antes de 34 eran 35 hasta que un día uno de ellos fue asesinado a balazos en circunstancias no claras todavía. Los detalles de la trama se esfumaron entre homenajes y recordatorios de las hazañas patrióticas del muerto. Pocos lograban entender cómo uno de los turpenes del juego de azar podía ser acribillado de esa manera y en su propia oficina.
Es lunes, ya han pasado casi dos años del hecho y como suele suceder una vez al mes los 34 están al punto de verse la cara, a esa hora la ciudad repleta de tapones, de ruido de bocinas, de vendedores de cargadores de teléfono y de gente con rostros cansados de trabajar o barajar en alguna oficina donde ganan una mierda.
Los carros públicos y voladoras dejan a los pasajeros a lo largo de la calle Independencia, cientos de estudiantes arrancan su camino a la UASD, gente que viene desde más allá de los moteles, gente que cruza La Luperón todos los días.
Son muchos, van y vienen con mochilas y carpetas, algunos recién salidos de trabajar tienen que esquivar a bebedores de frías en sillas verdes que estorban el paso por las aceras, se tiran a la calle observados por asiduos fumadores de colmado y los frondosos árboles de mango que cubren casas clásicas que todavía quedan y pila de apartamentos con problemas de agua. En uno de esos vive una muchacha de Barahona que vino a estudiar a la universidad con la esperanza de tirar pa’ lante y salir de ese maldito campo.
Más al norte de la ciudad un Amet se esfuerza para abrirle paso al ministro que va tarde a la reunión, la 2017 Toyota Land Cruiser acelera el paso dejando atrás el congestionamiento de la Ortega y Gasset en dirección al túnel que lo dejará en la zona.
La Zona Universitaria está llena de vida, alguna vez fue la primera parte después de la frontera de la Gómez, ahora se caracteriza por el movimiento de las fotocopiadoras, suplidores de materiales dentales, oficinas gubernamentales, locales de ONG, colmados, casa de citas, estancias estudiantiles, más colmados, plazas comerciales, empanadas, chinos, vendedores de hot dogs, papas de 50 pesos en cono, sucursales de compañías de teléfono y por la ubicación en la calle Doctor Piñeiro #158 de la casa presidencial donde se reúnen los 34 de la organización a la que Borges sin saberlo le dedicaría un capítulo de su Historia Universal de la infamia.
La reunión del comité es un evento nacional que se anuncia por los principales periódicos, el país dominicano mejor conocido en el extranjero como Santo Domingo se parece cada vez más a lo que dicen que es o que fue la Cuba revolucionaria, una isla congelada en el tiempo dirigida por un único partido y una asamblea nacional que solo levanta la mano para aprobar lo decidido por el comité, algunos dicen que en Cuba por lo menos hay salud y educación.
Los mayordomos nombrados para labores de protocolo y organización (todos ensacados) salen al frente de la casa de cuatro arcos, una marquesina y una segunda planta con patio frontal que incluye una bandera dominicana y otra con el logo de la organización, típica fachada de las casas del nostálgico Gazcue.
El encargado de protocolo coloca a los camarógrafos y reporteros de la mejor manera posible, pide orden mientras van llegando las celebridades en yipetas de lujo, alto consumo y emisión de gases. Algunos saludan y otros solo alcanzan a sonreír sin esconder el enojo ante las preguntas sobre escándalos de corrupción, lavado de activos, sobrevaluaciones, licitaciones amañadas, cuentas offshore y una oficina internacional de sobornos para políticos latinoamericanos.
Algunos medios describen al comité como un club de grandes poderosos y millonarios que debutaron en el 1996 como burócratas de Estado y que ya para el 2011 tenían declarado más de 572 millones de pesos en activos, suma que se ha quedado muy corta en base a las nuevas informaciones y esquemas de corrupción utilizados para la acumulación de riquezas en negocios compartidos entre sus miembros e inversionistas externos que también reportan ganancias extremas gracias a los pactos público-privados.
El último gran escándalo que salpica a los shareholders de la organización es el caso mundialmente famoso de una constructora internacional con grandes contratos de obras sobrevaluadas. El guión parece copia de una narco novela de Netflix o Caracol Colombia en la que participan megadivas, periodistas, empresarios del más alto nivel, narcos deportados, quiebras bancarias, estafas internacionales, sicariato y todo tipo de trama gansteril.
El comité no solo es espectacular en cifras y transacciones, también se ha especializado en manejar crisis mediáticas la última de las cuales incluyó mandar un par a la cárcel por algunos días hasta que bajen las aguas y los movimientos sociales calmen sus demandas o sean neutralizados por otras vías. Así fue que un ex ministro de economía terminó en Najayo junto al ex vicepresidente de la corporación estatal de empresas eléctricas mientras un senador era librado por inmunidad parlamentaria. Para los de “oposición” no hubo compasión, grabaron un video (High Definition) donde se muestran escenas propias de un reality show.
En la zona el presidente del comité pasa revista y da por iniciada la reunión que tiene por motivo un único tema, el paso faltante para coronar el control absoluto del país. El comité no solo tiene sus narices en todos los negocios legales e ilegales y controla los poderes del Estado, sino que ahora también se prepara para interferir y controlar las internas de los partidos con una ley que tiene años barajándose y que decidieron desempolvar ahora.
Terminada la sesión el CEO comunica a la prensa ya cansada de la espera la decisión final del organismo que consiste en seguir desmontando la democracia, pasarle por encima a las libertades políticas y reducir el Congreso a lo que es, una institución extremadamente cara e inoperante. Al final terminan contratando al cartel constitucional para que le diga al país lo que es mejor para el comité y sus negocios.
Al salir rápidamente de la casa presidencial los pica pica se lanzan desesperadamente sobre ellos para que por obra y gracia del señor esa noche les caiga por lo menos un 200 o un 500, quien sabe, todo depende de qué tan contento esté el ministro que se monta en su yipeta 2017 y le pasa por el frente al apartamento de la joven de Barahona que mañana tiene un examen y carece de agua para refrescarse y de  luz para leer, ella termina bajando al colmado donde baraja el apagón con una amiga mientras pasan los días y las horas en el paraíso llamado Santo Domingo la primera capital de América.
http://nuestrotiempo.com.do/2017/10/10/los-34-del-cartel/
Fernando Gil

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Médico, Maestría en Salud Pública - Universidad de Buenos Aires (UBA) @Fernangil

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