Qué nos espera: ¿Manipulación de la verdad?
Pretendiendo ocultar los acontecimientos cotidianos, los estrategas del gobierno pretenden ocultarle al país la realidad de una sociedad descuartizada por el auge de la delincuencia. Y también por los intentos de las maniobras de ocultamiento realizados en torno a la corrupción patrocinada y alentada por la Odebrecht.
Para el oficialismo estamos en un paraíso. Aquí todo está bien y no hay criminalidad. La población está casi alfabetizada en un ciento por ciento. Han creído que sacando los reportes policiales de los hechos cotidianos la gente se tranquiliza y deja de robar, matar, asaltar, matar a sus mujeres, o de patalear sin son políticos de la oposición. Hasta tratan de enfriar los ánimos de la Marcha Verde con mentiras para que dejen de estar llevando a cabo concentraciones de masas en los pueblos como la de mañana en Azua.
Y en donde se manifiesta la habilidad de los estrategas oficiales con cerebros muy inteligentes y manipuladores de masas hábilmente han desplazado de las noticias las relaciones con el vecino estado para aparentar que todo marcha sobre ruedas y ya no existen diferencias ni disenso en las posiciones migratorias y comerciales. Y todo después de la reunión en días pasados de los dos cancilleres de la isla.
Sin darnos cuenta, los oficialistas han pretendido meter de contrabando una sociedad indiferente mediante el ocultamiento de los hechos cotidianos e informaciones valiosas. Pero se olvidan que en esta época tal cosa es imposible por el libre acceso a las redes sociales que tiene la ciudadanía, al menos que se imponga un silencio similar al que existió en Cuba hasta hace pocos años sin acceso al Internet. El Informe de Alicia Ortega del pasado día 9 dio sus frutos el pasado vienes 12 con el terremoto en la OPRET. El experimento de Semana Santa para no ofrecer los datos de los sucesos les funcionó por coincidir con la ocurrencia de pocos hechos lamentables distinto a los años anteriores.
Y esa nueva etapa de minimizar las noticias es de tender un manto de tranquilidad en las relaciones de los dos países de la isla que caminan por senderos distintos en sus desarrollos respectivos hacia el futuro isleño ya con 20 millones de habitantes.
Por un lado se pretende ignorar que la pacífica invasión haitiana ha experimentado un aumento considerable desde mayo de 2016. Y la realidad de tantos haitianos dispersos por el país habla de una carencia de vigilancia o de indolencia, pese a los drones que pululan en ciertos tramos fronterizos. Por otro lado se pretende ofrecer las noticias de las bendiciones de las economía y los éxitos de las visitas sorpresas.
A lo mejor se buscará minimizar los desastres que ocasionan las lluvias de los últimos tiempos donde en algunas regiones se han dislocado las poblaciones afectando la agricultura, con el consiguiente peligro para el abasto de alimentos del cual depende los haitianos. No se descarta que la intensidad de las lluvias es por una falsa percepción de la población que sufre el rigor de las inundaciones en sus frágiles viviendas. Muchas están construidas en terrenos prohibidos pero estimulados y aceptados por el populismo e irresponsabilidad de los políticos.
Se está evidenciando una sensible epidermis política que no acepta disenso, ni críticas y ni acusaciones de incapacidad. Se tienen oídos sordos para conocer las necesidades de la población. Por eso las relaciones dominico-haitianas marchan por un sendero peligroso que podría llevarnos a una confrontación en menos de dos generaciones. Sería oportuno pensar en la convivencia de los dos pueblos que comparten esta pequeña isla del Caribe que en no menos de cuatro generaciones podría llegar a los 30 millones de habitantes.
Este experimento de la censura quiso sacar del panorama los asesinatos y los delincuentes cometiendo sus tropelías. De repente por un tiempo hubo un vacío de la crónica diaria de agresiones. Pero las redes sociales están reemplazando la carencia de informaciones oficiales. Hasta la acostumbrada cuota de accidentes de tránsito que tiñe de rojo las vías públicas dejan de informarse, como si ya los conductores fueran ciudadanos dechados de virtudes en su comportamiento.
Tal sistema de querer imponer a rajatablas la tranquilidad para que la población no se angustie es algo más refinado, estudiado, moderno y maquiavélico que el sistema de propaganda y manipulación de la información y la conducta de la mente que Goebbels estableció en la Alemania Nazi a partir de 1933. Y recordemos los resultados de esa malvada política que llevó al mundo a perder más de 60 millones de seres en una sangrienta guerra mundial que conmovió al mundo de 1939 a 1945.
Para el oficialismo estamos en un paraíso. Aquí todo está bien y no hay criminalidad. La población está casi alfabetizada en un ciento por ciento. Han creído que sacando los reportes policiales de los hechos cotidianos la gente se tranquiliza y deja de robar, matar, asaltar, matar a sus mujeres, o de patalear sin son políticos de la oposición. Hasta tratan de enfriar los ánimos de la Marcha Verde con mentiras para que dejen de estar llevando a cabo concentraciones de masas en los pueblos como la de mañana en Azua.
Y en donde se manifiesta la habilidad de los estrategas oficiales con cerebros muy inteligentes y manipuladores de masas hábilmente han desplazado de las noticias las relaciones con el vecino estado para aparentar que todo marcha sobre ruedas y ya no existen diferencias ni disenso en las posiciones migratorias y comerciales. Y todo después de la reunión en días pasados de los dos cancilleres de la isla.
Sin darnos cuenta, los oficialistas han pretendido meter de contrabando una sociedad indiferente mediante el ocultamiento de los hechos cotidianos e informaciones valiosas. Pero se olvidan que en esta época tal cosa es imposible por el libre acceso a las redes sociales que tiene la ciudadanía, al menos que se imponga un silencio similar al que existió en Cuba hasta hace pocos años sin acceso al Internet. El Informe de Alicia Ortega del pasado día 9 dio sus frutos el pasado vienes 12 con el terremoto en la OPRET. El experimento de Semana Santa para no ofrecer los datos de los sucesos les funcionó por coincidir con la ocurrencia de pocos hechos lamentables distinto a los años anteriores.
Y esa nueva etapa de minimizar las noticias es de tender un manto de tranquilidad en las relaciones de los dos países de la isla que caminan por senderos distintos en sus desarrollos respectivos hacia el futuro isleño ya con 20 millones de habitantes.
Por un lado se pretende ignorar que la pacífica invasión haitiana ha experimentado un aumento considerable desde mayo de 2016. Y la realidad de tantos haitianos dispersos por el país habla de una carencia de vigilancia o de indolencia, pese a los drones que pululan en ciertos tramos fronterizos. Por otro lado se pretende ofrecer las noticias de las bendiciones de las economía y los éxitos de las visitas sorpresas.
A lo mejor se buscará minimizar los desastres que ocasionan las lluvias de los últimos tiempos donde en algunas regiones se han dislocado las poblaciones afectando la agricultura, con el consiguiente peligro para el abasto de alimentos del cual depende los haitianos. No se descarta que la intensidad de las lluvias es por una falsa percepción de la población que sufre el rigor de las inundaciones en sus frágiles viviendas. Muchas están construidas en terrenos prohibidos pero estimulados y aceptados por el populismo e irresponsabilidad de los políticos.
Se está evidenciando una sensible epidermis política que no acepta disenso, ni críticas y ni acusaciones de incapacidad. Se tienen oídos sordos para conocer las necesidades de la población. Por eso las relaciones dominico-haitianas marchan por un sendero peligroso que podría llevarnos a una confrontación en menos de dos generaciones. Sería oportuno pensar en la convivencia de los dos pueblos que comparten esta pequeña isla del Caribe que en no menos de cuatro generaciones podría llegar a los 30 millones de habitantes.
Este experimento de la censura quiso sacar del panorama los asesinatos y los delincuentes cometiendo sus tropelías. De repente por un tiempo hubo un vacío de la crónica diaria de agresiones. Pero las redes sociales están reemplazando la carencia de informaciones oficiales. Hasta la acostumbrada cuota de accidentes de tránsito que tiñe de rojo las vías públicas dejan de informarse, como si ya los conductores fueran ciudadanos dechados de virtudes en su comportamiento.
Tal sistema de querer imponer a rajatablas la tranquilidad para que la población no se angustie es algo más refinado, estudiado, moderno y maquiavélico que el sistema de propaganda y manipulación de la información y la conducta de la mente que Goebbels estableció en la Alemania Nazi a partir de 1933. Y recordemos los resultados de esa malvada política que llevó al mundo a perder más de 60 millones de seres en una sangrienta guerra mundial que conmovió al mundo de 1939 a 1945.
http://hoy.com.do/que-nos-espera-manipulacion-de-la-verdad/
Nelson Marte lo comenta:
Qué nos espera: ¿Manipulación de la verdad?
(Resumen, ver artículo completo en http://hoy.com.do/que-nos- espera-manipulacion-de-la- verdad/ )
Escrito por Fabio Herrera Miniño para Hoy
Pretendiendo ocultar los acontecimientos cotidianos, los estrategas del gobierno pretenden ocultarle al país la realidad de una sociedad descuartizada por el auge de la delincuencia.
Y también por los intentos de las maniobras de ocultamiento realizados en torno a la corrupción patrocinada y alentada por la Odebrecht.
Sin darnos cuenta, los oficialistas han pretendido meter de contrabando una sociedad indiferente mediante el ocultamiento de los hechos cotidianos e informaciones valiosas.
Pero se olvidan que en esta época tal cosa es imposible por el libre acceso a las redes sociales que tiene la ciudadanía, al menos que se imponga un silencio similar al que existió en Cuba hasta hace pocos años sin acceso al Internet.
Y esa nueva etapa de minimizar las noticias es de tender un manto de tranquilidad en las relaciones de los dos países de la isla que caminan por senderos distintos en sus desarrollos respectivos hacia el futuro isleño ya con 20 millones de habitantes.
Por un lado se pretende ignorar que la pacífica invasión haitiana ha experimentado un aumento considerable desde mayo de 2016. Y la realidad de tantos haitianos dispersos por el país habla de una carencia de vigilancia o de indolencia, pese a los drones que pululan en ciertos tramos fronterizos.
Por otro lado se pretende ofrecer las noticias de las bendiciones de las economía y los éxitos de las visitas sorpresas.
Se está evidenciando una sensible epidermis política que no acepta disenso, ni críticas y ni acusaciones de incapacidad.
Se tienen oídos sordos para conocer las necesidades de la población.
Sería oportuno pensar en la convivencia de los dos pueblos que comparten esta pequeña isla del Caribe que en no menos de cuatro generaciones podría llegar a los 30 millones de habitantes.
Este experimento de la censura quiso sacar del panorama los asesinatos y los delincuentes cometiendo sus tropelías.
Pero las redes sociales están reemplazando la carencia de informaciones oficiales.
Hasta la acostumbrada cuota de accidentes de tránsito que tiñe de rojo las vías públicas dejan de informarse, como si ya los conductores fueran ciudadanos dechados de virtudes en su comportamiento.
Tal sistema de querer imponer a rajatablas la tranquilidad para que la población no se angustie es algo más refinado, estudiado, moderno y maquiavélico que el sistema de propaganda y manipulación de la información y la conducta de la mente que Goebbels estableció en la Alemania Nazi a partir de 1933.
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