Filete con salsa de tomate y muchas ayudas visuales: las estrategias para hacer más llevadera la primera gira internacional de Donald Trump
El sábado Donald Trump pisó tierra extranjera por primera vez desde su elección como presidente de Estados Unidos, dando inicio a una gira de nueve días que estará llena de retos para un mandatario conocido por su dependencia de las comodidades de su hogar.
Un ambicioso itinerario lo llevará de Arabia Saudita a Israel y luego a Bélgica, Italia y el Vaticano, con sendas cumbres de la OTAN y el G7 incluidas en el menú.
A estas alturas de su primera presidencia, George W. Bush ya había visitado dos países y Barack Obama nueve.
Pero Trump, a quien no le gusta ni pasar una noche lejos de casa, ha mantenido incluso los viajes domésticos al mínimo.
Y así, ha pasado la mayor parte de la luna de miel presidencial refugiado en la Casa Blanca o en su club de Mar-a-Lago, acosado por el escándalo de los supuestos vínculos entre Rusia y su equipo de campaña.
Cuando era candidato, Trump le dijo a la prensa que era poco probable que viajara mucho al exterior porque EE.UU. requería de su completa atención.
Pero la evidencia sugiere que el 45avo presidente de EE.UU. siempre ha sido bastante casero.
Durante la campaña regresaba a su lujoso departamento de Manhattan después de cada evento, ya fuera en helicóptero o por avión, y un antiguo colaborador dice que nunca le ha gustado pasar tiempo en propiedades que no lleven la marca Trump.
"Trump es el tipo de hombre a quien le gusta estar en el sofá con una buena hamburguesa", le dijo a la agencia Reuters durante la campaña Roger Stone.
"Le gusta estar en su propia cama, incluso si eso significa regresar a Teterboro o LaGuardia pasada la medianoche", agregó el viejo amigo y exconsejero de Trump.
Los dos aeropuertos neoyorquinos, sin embargo, están bastante lejos del Vaticano. Y ante la imposibilidad de llevar a Trump de regreso a EE.UU., su equipo ha estado trabajando para llevar los EE.UU. a Trump.
En Arabia Saudita, por ejemplo, se le servirá un filete con salsa de tomate -su plato favorito- junto a la cocina local ofrecida por sus anfitriones, reportó la agencia AP.
El presidente dejó pasar la oportunidad de realizar su primer viaje a Canadá o México -una opción cómoda aprovechada por todos los presidentes desde Ronald Reagan- y los planes originales para un corto viaje a Europa terminaron dando pie a una gira de nueve días por cinco países y dos importantes cumbres.
"Se trata de una empresa tremendamente compleja, con tantas cosas que representarán verdaderos retos para Trump que da mareos", dice Daniel Benjamin, un habitual de las giras de Bill Clinton en su capacidad de redactor de discursos sobre política exterior.
"Lo primero es el ritmo. Si uno ve como Trump pasa sus días en la Casa Blanca, da la impresión de que pasa muchísimo tiempo viendo TV y nada más. Pero estos viajes son exigentes, va a conocer a muchísima gente y eso requiere de mucha energía y concentración, lo que no parece ser su fuerte", explica Benjamin.
Se dice que su equipo ha tratado de incluir en la agenda tanto tiempo de descanso como era posible y le ha dicho a las delegaciones extranjeras que prefiere presentaciones cortas con muchas ayudas visuales.
El limitado umbral de concentración ya impactó la preparación del viaje: según el New York Times sus asesores repitieron numerosas veces su propio nombre en un memorándum de dos páginas para tratar de mantener su interés.
Las preparaciones también se vieron afectadas por la investigación sobre Rusia y el despido del director del FBI, James Comey, así como por la falta de líderes con experiencia en el Departamento de Estado, donde la administración no ha podido llenar todos los cargos.
Una de las primeras tareas del presidente durante el viaje será dar un discurso sobre religión en Arabia Saudita. Se comenta que el borrador del texto fue elaborado por Stephen Miller, el asesor de Trump que también estuvo a cargo de la fallida orden ejecutiva que prohibía el ingreso a Estados Unidos de viajeros procedentes de varios países de mayoría musulmana.
"Ir a Arabia Saudita a hablar sobre el islam es como avanzar con vendas en los ojos por un campo minado con un palo saltarín", dijo Benjamin.
"Los discursos normalmente se trabajan con seis o cuatro semanas de anticipación, pero esta es una Casa Blanca escasa de personal que ha estado centrada en una descarga de malas noticias. Así que a menos que hayan descubierto el secreto para vivir sin dormir, deben estar gravemente distraídos".
Durante el viaje, el equipo de Trump también deberá responder a las noticias de última hora y a los acontecimientos políticos que ocurran en Estados Unidos y en el resto del mundo, al mismo tiempo que deberán pastorear al presidente para evitar potenciales autogoles o metidas de pata frente a sus anfitriones.
Algunos presidentes anteriores han sufrido humillaciones durante sus viajes al extranjero. George W. Bush, por ejemplo, una vez intentó abandonar una rueda de prensa en China por una puerta que estaba cerrada y en otro encuentro con periodistas en Irak le lanzaron un zapatazo.
Su padre, George HW Bush vomitó sobre un primer ministro de Japón.
Apartarse del protocolo puede derivar en percances. Barack Obama, siendo presidente, fue criticado por inclinarse ante el emperador de Japón, Akihito; y Michelle Obama, por abrazar a la reina de Inglaterra, Isabel II.
George W. Bush también fue cuestionado por darle un mal aconsejado y no bien recibido masaje en los hombros a la canciller de Alemania, Ángela Merkel.
Pero, si el equipo que Trump puede ayudarlo a evitar estos errores, tendrá un par de cosas que le favorecerán. Está llevando a la mayor parte de su equipo más experimentado y a la primera dama, Melania Trump, lo que puede darle una sensación de estabilidad.
Su esposa, quien nació en Eslovenia y vivió en Francia y en Italia antes de mudarse a Estados Unidos, es una viajera más experimentada. Su marido viajó a su país natal en una ocasión y se quedó allí apenas una tarde. "Al menos puedo decir que fui allí", dijo él posteriormente.
Otra cosa es que Trump escogió comenzar sus viajes internacionales en una parte del mundo donde recibirá una cálida bienvenida. Su dura postura sobre Irán, así como otras jugadas, lo han convertido en alguien apreciado por Arabia Saudita e Israel, países que tienen gran interés en lograr buenas relaciones con el nuevo gobierno en Estados Unidos.
"Él va a querer que sea un viaje exitoso y ellos también, por lo que creo que va a ser un éxito", dijo Stephen Hadley, ex asesor de seguridad nacional que viajó ampliamente con George W. Bush.
"La verdad es que nadie está preparado para ser presidente hasta que se convierte en presidente. El otro lado con Trump es que ha sido un hombre público durante 30 años, que sabe manejar a los medios y a quien le gusta estar bajo los reflectores".
Hadley cree que será difícil que la visita al papa salga mal, pero en las dos cumbres que seguirán después el presidente puede enfrentarse a intercambios difíciles con líderes molestos por su campaña contra la Unión Europea, su discurso contra los refugiados y sus arrogantes exigencias de mayores contribuciones para la OTAN.
Ya en abril, Trump tuvo lo que pareció ser un frío encuentro con Merkel, a quien él criticó abiertamente durante la campaña.
Adicionalmente, este es un viaje largo y atareado viaje para cualquier presidente. "Existe un riesgo real de que él esté agotado hacia el final de la gira", dijo Hadley.
"En estas cumbres puedes tener 28 jefes de Estado y de gobierno y todos van a querer decir algo, y el presidente tiene que sentarse y escucharles a todos. Eso cansará a cualquier líder mundial, más aún a uno que tiene dificultades para sentarse tranquilo", agregó.
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