Los otro cinco últimos discursos del estado de la Unión de un presidente
Obama es el sexto de los 44 mandatarios de Estados Unidos que ha pronunciado la alocución en su octavo año
JOAN FAUS Washington 13 ENE 2016 - 05:18 CET
Estados Unidos ha tenido 44 presidentes, pero solo seis han pronunciado un discurso del estado de la Unión en su octavo y último año de presidencia. Barack Obama se convirtió la noche de este martes en el sexto presidente en hacerlo. El discurso es un ritual anual de la política estadounidense. Desde el Congreso, el mandatario analiza el último año, expone su agenda política y reclama el apoyo de los legisladores.
La alocución adquiere mayor simbolismo y carga reflexiva cuando el presidente sabe, a un año del fin de su presidencia, que será su último discurso del estado de la Unión. Aunque los contextos son muy distintos, hay coincidencias en algunas de esas palabras de despedida: peticiones a los legisladores, optimismo ante el futuro y promesas de gobernar con intensidad hasta el último día. También hay en la retórica reflejos de la esencia política de este país, como la pugna bipartidista.
A continuación, repasamos los otros cinco discursos del estado de la Unión pronunciados ante los legisladores en el octavo y último año de presidencia:
George Washington (1796)
“Es nuestra propia experiencia que la más sincera neutralidad no es guardia suficiente ante las depredaciones de las naciones en guerra”
El primer presidente de Estados Unidos impartió su último discurso ante los legisladores en Filadelfia dado que el Capitolio en Washington estaba bajo construcción. En su alocución, el presidente repasó las negociaciones del nuevo país con potencias europeas y tribus indígenas.
Y, fiel a su experiencia militar, hizo varias peticiones de Defensa al Congreso, entre ellas la creación de una Armada. Fueron los albores de un sello distintivo de este país: la consideración de que es necesario un sólido Ejército para hacer frente y disuadir posibles amenazas de seguridad.
Dwight D. Eisenhower (1960)
“No soy único como presidente al haber trabajado con un Congreso del partido opositor excepto que ningún otro presidente lo hizo tanto tiempo”
Tras el segundo presidente, John Adams, el discurso del estado de la Unión no se pronunció durante más de un siglo. El presidente mandaba un texto al Congreso. En 1912, Woodrow Wilson reanudó la tradición original. Y no fue hasta 1960 que un mandatario -Dwight D. Eisenhower- acudió al Congreso a impartir el que sabía que era su último discurso sobre el estado de la Unión.
Eisenhower, militar como Washington, hizo un alegato sobre la importancia de invertir en Defensa. La preocupación entonces era la Guerra Fría. También defendió el gasto en las exploraciones espaciales, otro rasgo de la época. Y se felicitó por haber llegado a consensos con sus rivales políticos, del Partido Demócrata, que entonces ostentaban la mayoría del Congreso. Los comentarios sobre el bipartidismo siguen siendo ahora parte imprescindible de estos discursos.
Ronald Reagan (1988)
“Hace siete años, América era débil y la libertad en todas partes estaba bajo asedio. Hoy América es fuerte y la democracia está en marcha en todas partes”
Reagan, como haría después Bill Clinton y este martes Obama, fue pionero en impregnar de optimismo su discurso, sobre todo en la evolución de la economía y el futuro de EE UU. El presidente republicano ensalzó la mejora económica, el avance democrático en el mundo (faltaban casi dos años para la caída del Muro de Berlín) y prometió mantener la intensidad hasta el final de su mandato. “Si alguien espera simplemente un orgulloso recital de los logros de mi Administración, le digo dejemos eso a la historia. No hemos terminado todavía”, dijo.
Bill Clinton (2000)
“Somos afortunados de estar vivos en este momento en la historia. Nunca antes nuestra nación ha disfrutado de tanta prosperidad y progreso social con tan poca crisis interna y amenazas externas”
El demócrata Clinton batió el récord con el discurso de despedida más largo: una hora y 29 minutos. La alocución es recordada por su tono triunfalista. Miró al pasado destacando la “nueva visión” que, dijo, propició su llegada a la Casa Blanca tras 12 años de presidencia republicana.
Pero sobre todo miró al futuro apelando a los orígenes del país: “Hemos cruzado el puente que construimos al siglo XXI. Ahora tenemos que modelar una revolución americana del siglo XXI de oportunidad, responsabilidad y comunidad. Tenemos que ser ahora, como fuimos en el inicio, una nueva nación”.
George W. Bush (2008)
“Han pasado siete años desde que estuve por primera vez en este estrado. En este tiempo, nuestro país ha sido puesto a prueba en maneras que ninguno de nosotros podría haber imaginado”
La actitud fue muy distinta en el último discurso del estado de la Unión de Bush. La prudencia realista venció al optimismo. En un momento de incertidumbre por el retroceso económico (que implosionaría a finales de ese año) y la costosa guerra de Irak, el presidente republicano pidió a los legisladores una rebaja de impuestos y defendió su intervención militar en el país árabe.
Y puso la mirada en su legado, una obsesión de todo presidente: “La historia documentará que, pese a nuestras diferencias [políticas], actuamos con propósito”. http://internacional.elpais.com/internacional/2016/01/13/estados_unidos/1452647150_329450.html
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