La jura de la Asamblea profundiza la polarización en Venezuela
Tras 17 años en manos del oficialismo, la oposición tomó el control del Parlamento en una acalorada sesión, en la que la bancada chavista se retiró del hemiciclo; no juraron los cuatro diputados impugnados
CARACAS.- Venezuela empezó a reescribir su historia como suele hacerlo, con renglones torcidos. La asunción de la nueva Asamblea Nacional (AN), en medio de la tensión y la incertidumbre, profundizó lo que ya parecía imposible: la polarización del país. Una fiesta democrática muy criolla, salpicada de incidentes, insultos y con el constante boicoteo de la bancada chavista, que incluso abandonó el hemiciclo por orden de Diosdado Cabello, su último presidente.
"Un tanto accidentado", resumió con sarcasmo Henry Ramos Allup, nuevo presidente de la AN luego de 17 años de hegemonía bolivariana y el gran protagonista de una cita que nadie olvidará en Venezuela.
"Ante Dios y ante la patria juro cumplir con la Constitución y las leyes de la república. Si así lo hiciere, como lo voy a hacer, que quede constancia; si no, que la patria y el pueblo me lo demanden", subrayó el veterano dirigente socialdemócrata. Palabras que durante casi dos décadas fueron patrimonio de Hugo Chávez o de sus "hijos políticos", Nicolás Maduro y Cabello. Hasta ayer.
Al acatar, al menos de momento, la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), sólo juramentaron 163 legisladores de los 167 que componen la AN; así, la oposición no pudo asumir con mayoría calificada. Pese a que la bancada opositora sólo necesita la mayoría simple para aprobar una ley de amnistía para los presos políticos, requiere los dos tercios (112) para promulgar o modificar leyes orgánicas, convocar a una Asamblea Constituyente y nombrar a los integrantes de los otros poderes públicos. Según diputados opositores, los cuatro parlamentarios que no tomaron su juramento ayer (tres opositores y uno chavista) serían proclamados "más temprano que tarde.
De prosperar todas las impugnaciones oficialistas, se podría ordenar la repetición de las elecciones en las circunscripciones en disputa, donde la oposición conquistó nueve diputados y el oficialismo, uno.
Basta un solo pellizco de realidad para despertarse del sueño de la normalidad democrática. Desde la mañana, con Caracas militarizada y con guardias nacionales que golpearon varias veces a los elegidos por el pueblo como si se tratara de sospechosos, la oposición vivía sensaciones agridulces. Había mucho que celebrar, pero sus antagonistas hicieron todo lo posible para que no lo hicieran. "Año nuevo, vida nueva", cantaban sus seguidores.
"Queremos cambiar esta realidad que lleva 17 años y que le causó un profundo daño a Venezuela." Ramos Allup empezó su discurso marcando claramente las distancias, sabedor de que los ojos de sus seguidores y los ojos del mundo no perdían detalle. "El cambio que ofrecemos es constitucional, pacífico, electoral. Un cambio de sistema, cambiar lo que está mal", añadió, suave en las formas y rotundo en el fondo. Y no sólo de sistema, también de escenario.
El hemiciclo amaneció ayer con un aspecto muy distinto, sin el póster gigante de Chávez y sin las carpetas con los ojos del "comandante supremo" distribuidas habitualmente por los escaños. La simbología del cambio.
El nuevo presidente presentó las propuestas de la Mesa de la Unidad Democrática. Y lo hizo reconociendo los complejos esfuerzos internos en busca de consenso: "Ofrecimos una ley de amnistía para los presos y exiliados, y ofrecimos que en un lapso de seis meses propondríamos un método para cambiar el gobierno por vía constitucional. Eso lo haremos".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario