Los talibanes confirman muerte de su líder y se distancian del proceso de paz
Los talibanes afganos confirmaron el jueves la muerte de su histórico jefe, el enigmático mulá Omar, abriendo la vía a su sucesión en un contexto de llamamiento a participar en un proceso de paz y de amenaza del grupo Estado Islámico en su territorio.
Los insurgentes guardaban un estricto silencio desde hace años sobre el paradero de su líder, que no aparecía en público desde 2001. Finalmente, confirmaron su deceso, aunque sin evocar claramente la fecha de la defunción.
El gobierno afgano había indicado el miércoles que el mulá Omar había fallecido "bajo misteriosas circunstancias" en abril de 2013 en Karachi, una gran metrópolis del vecino Pakistán.
"La comandancia del Emirato Islámico (...) anuncia que el mulá Omar murió de una enfermedad", informaron los insurgentes en un comunicado, en el que utilizan el nombre oficial de su grupo. Asimismo, anunciaron tres días de duelo.
Los talibanes afganos, divididos y amenazados por el auge del EI, se enfrentan ahora a la importante decisión de elegir al sucesor de este líder. El mulá Omar los mantenía unidos desde hace 20 años y los llevó al poder en Kabul de 1996 a 2001, antes de ser expulsados por una coalición liderada por Estados Unidos tras los atentados del 11-S.
Diferentes fuentes de la rebelión afgana indicaron a la AFP que el mulá Ajtar Mansur, uno de los principales dirigentes del consejo central de los talibanes, partía como favorito para la sucesión, aunque no se había llevado a cabo todavía ninguna elección.
"El mulá Mohamad Ajtar Mansur dirige de facto a los talibanes desde 2013. Está considerado como próximo a Pakistán y favorable a las negociaciones de paz" con Kabul, declaró a la AFP un responsable de rango intermedio de los talibanes.
Otro de los candidatos a la sucesión, que debe realizarse en varias etapas, es el hijo del mulá Omar, el mulá Yaqub, de 26 años. Aunque es el favorito de algunos comandantes, otros lo consideran demasiado joven y sin experiencia.
A causa de la "incertidumbre" generada por la muerte del mulá Omar y "a petición de la dirección de los talibanes afganos", quienes deben escoger un nuevo líder, Pakistán anunció el aplazamiento indefinido de la segunda ronda de negociaciones de paz entre los rebeldes islamistas y el gobierno afgano, que estaba previsto el viernes en su territorio.
"Pakistán y los otros países amigos de Afganistán esperan que la dirección de los talibanes continuará participando en las negociaciones de paz", subrayó el gobierno paquistaní, que acusó a "fuerzas mal intencionadas" de buscar el fracaso de la reconciliación afgana.
Las autoridades afganas han acusado durante mucho tiempo a Pakistán de dirigir a los talibanes, en su lucha contra las fuerzas de la OTAN y sus aliados afganos, o de acoger a dirigentes de la rebelión para utilizarlos en el momento oportuno para Islamabad.
Sin embargo, a principios de julio, Pakistán organizó un primer encuentro oficial entre dirigentes talibanes y representantes del gobierno de Kabul con el objetivo de poner en marcha las negociaciones de paz.
"La muerte del mulá Omar debería retrasar las negociaciones de paz, pero no terminar con ellas", estimó Mohamad Natiqi, quien participó en la primera tanda de conversaciones como miembro de la delegación afgana.
Estados Unidos, que aboga por una "reconciliación" afgana, estimó que la muerte del mulá Omar representaba "claramente un momento oportuno (...) para que los talibanes firmen una verdadera paz con el gobierno afgano", según un portavoz del departamento de Estado norteamericano.
Pero los analistas mantienen su escepticismo respecto a la rápida reanudación de este diálogo destinado a estabilizar un país sumido en 14 años consecutivos de guerra y enfrentado a un recrudecimiento de la violencia tras la marcha en diciembre de la mayor parte del contingente de la OTAN.
La muerte del mulá Omar podría acentuar las disensiones en el seno de los talibanes, divididos respecto a las negociaciones de paz y amenazados por la emergencia de la rama local de la organización Estado Islámico. Este grupo yihadista intenta extender su califato a Afganistán, tras proclamarlo en los territorios bajo su control en Siria y en Irak.
Según Michael Kugelman, un experto en Afganistán del centro internacional Woodrow Wilson con sede en Washington, las negociaciones están perdiendo "ímpetu".
"El anuncio de la muerte de mulá Omar provocará una crisis existencial entre los talibanes y lo último en lo que van a pensar van a ser en las negociaciones de paz. Tendrán que concentrarse en su propia supervivencia", dijo Kugelman a la AFP.
Los talibanes advirtieron recientemente al EI que no intente expandirse en su territorio, pero algunos insurgentes del grupo ya han declarado lealtad al líder de los yihadistas, Abu Bakr al Bagdadi.
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