El anuncio del referéndum desata duras críticas de la oposición griega
La crítica sesión parlamentaria fue un pandemónium de acusaciones
La polarización que se advertía en los últimos días en la sociedad griega, con dos frentes bien diferenciados —uno en contra de la austeridad y las exigencias de los acreedores, el otro a favor del euro a cualquier precio— se ha convertido en cisma, del Parlamento a la calle y viceversa, tras la decisión del primer ministro, Alexis Tsipras, de convocar un referéndum sobre la última propuesta de los socios para cerrar la crisis, que el jefe del gobierno considera un “ultimátum”.
La crítica sesión parlamentaria que este sábado debatió la pertinencia de la consulta —finalmente fue aprobada por 178 votos a favor, 129 en contra y ninguna abstención— fue un pandemónium de acusaciones durante un debate hiperbólico y dramático. Con la excepción de los comunistas, instalados en un bucle inmovilista, y los neonazis, en su sinrazón política, el resto de la oposición rechazó por descabellada y “carente de sentido de Estado” la convocatoria del referéndum por parte de Tsipras, y se comprometió a dar la batalla por Europa.
En un ambiente de seria crispación en el que destacaban, como si fueran los principales agraciados, los relajados miembros del ala más radical de Syriza, así como el henchido patriotismo de Panos Kamenos, líder de Griegos Independientes (ANEL, socio de Gobierno de Syriza), la oposición interpretó el referéndum (una pregunta: sí o no a la propuesta de los socios del 25 junio) como un plebiscito sobre el euro y sobre Europa. “Tsipras conduce el país a un referéndum cuya pregunta última es un sí o no a Europa mientras propone una ruptura con los socios y una salida del euro”, clamó Andonis Samarás, el desdibujado dirigente de Nueva Democracia, que sopesa “una moción de confianza” al Gobierno
El liberal To Potami, cuyo responsable, Stavros Theodorakis, funge hace tiempo como líder in péctore de la oposición, acusó al Gobierno Syriza-ANEL de “liderar el lobby del dracma, sacar al país de la UE y colocarlo al borde del precipicio”. El socialista Pasok pidió la dimisión del primer ministro y la convocatoria de elecciones “por la incapacidad de Tsipras de tomar decisiones responsables”. To Potami y Pasok habían mostrado en las últimas semanas su disposición a apoyar en el Parlamento cualquier acuerdo con los socios europeos.
Prueba de la excepcionalidad del momento fue la intervención mediante un comunicado del antiguo primer ministro conservador Kostas Karamanlís, líder natural de Nueva Democracia y oráculo al que estos días se dirigen muchos, y del también exjefe de Gobierno socialista Yorgos Papandreu, personalmente escaldado por la experiencia de un referéndum fallido en 2011. Ambos fueron igualmente críticos con la convocatoria de la consulta y con Tsipras.
Por parte del Gobierno, que pidió a la ciudadanía un no a la propuesta de los acreedores, abrió fuego en la sesión parlamentaria el ministro del Interior, Nikos Vutsis, quien señaló que el referéndum “forma parte también de la negociación y es una manera de lograr un mejor acuerdo”, poniendo sobre la mesa unas cartas que luego Kamenos (de ANEL) amagó con retirar —y desconvocar la consulta— si las instituciones daban marcha atrás en sus propuestas. Nada más lejos de la realidad, como demostró la firme decisión del Eurogrupo de no prorrogar del rescate.
La ingenuidad política de Vutsis o Kamenos, enseñando sus cartas, ha hecho pensar a algunos que tras la convocatoria de referéndum del Gobierno no hay una hoja de ruta sobre el día después de la consulta, que se prevé muy ajustada (el 52% de los griegos votaría a favor de los socios y del euro, según las últimas encuestas, una voluntad que Tsipras se ha comprometido a respetar).
“Tsipras ha decidido evitar sus responsabilidades históricas y echar sobre los hombros de los griegos el peso de su fracaso” en las negociaciones, escribía este sábado Pasjos Mandravelis en el diario conservador Kathimerini, subrayando que la huida hacia adelante del primer ministro se plasma en la “decisión no meditada ni preparada” de convocar el referéndum. Otros, como el analista Dimitris Jristú, veterano miembro de Syriza, sí creen que exista un plan. “No ha sido una decisión repentina, sino algo muy pensado y que, en mi opinión, se debería haber hecho hace dos o tres meses [Tsipras habló por primera vez de referéndum a finales de abril], a la vista de la inmovilidad de las instituciones, que funcionan como una sociedad limitada y no como un club político. La convocatoria refuerza la unidad y la cohesión del partido y creo que Tsipras va a salir bien parado, aunque influirá mucho sin duda el clima psicológico, las colas ante los bancos y la inquietud generada por este momento tan crítico”.
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