lunes, 13 de abril de 2015

El legado de la Guerra de Abril


La guerra patria de abril de 1965, también llamada revolución Constitucionalista
Lunes, 13 Abril 2015
El pasado es la memoria de los pueblos y desde ese acervo histórico se habrá de proyectar las presentes y futuras generaciones en sus incesantes luchas por su libertad y en su permanente trajinar hacia estadios más avanzados de justicia social y desarrollo económico.
En estos dos conceptos de justicia y desarrollo se han logrado tímidos avances en las últimas dos décadas, pero siguen siendo asignaturas pendientes en el panorama político dominicano, por ello la memoria histórica de nuestro país debe ser enérgicamente preservada para mantenerla veraz, límpida, trasparente y libre de la contaminación de los farsantes, de los mitómanos, los trepadores y los oportunistas.
La guerra patria de abril de 1965, también llamada revolución Constitucionalista, que ambos calificativos son correctos, es un ejemplo preciso y definitivo de como esos oscuros personajes han tratado de tergiversar los hechos y circunstancias que se desarrollaron en esta gran cruzada.
Tengo 85 años de edad y me propongo dedicar los pocos años que me restan de vida a combatir con fervor intransigente las mentiras, tergiversaciones y payasadas de capirotes que suelen medrar en nuestro ambiente.
Comprendo que estas afirmaciones a algunos les parecerán arrogantes, a otros insidiosas y hasta pedantes y eso no es correcto, mi único propósito es que todos los señalamientos importantes estarán avalados por testigos vivos o por documentos irrefutables.
En sus comienzos la guerra patria se planeó como un movimiento cívico militar que depusiera al regirme de facto y usurpador de Donald Read Cabral y que culminara con el retorno al poder del presidente Juan Bosch, que agotaría el resto de su mandato que le fuera interrumpido por el cuartelazo del 25 de septiembre del 1963 y la Constitución del 63 considerada por muchos como la más avanzada política y ético moral de la región.
Génesis de la Guerra
Si bien es cierto que no se había planificado una revolución, las masas desbordadas que irrumpieron por las calles de Santo Domingo pidiendo a gritos el retorno de Bosch y con él la Constitución de 1963 le confirieron contenido revolucionario.
Cuatro días después la brutal y abusiva intervención norteamericana y de los países que conformaron la Fuerza Interamericana de Paz la convirtieron en guerra patria, nuestra tercera guerra de independencia.
El mismo 25 de septiembre de 1963 un joven militar, el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, de elevados ideales, acrisolada hidalguía y valentía espartana, le dijo al presidente Bosch que él estaba preparado para dar un contragolpe que le mantuviera en el poder y Bosch le respondió que eso provocaría un gran derramamiento de sangre y que prefería irse al exilio, que no desconocía ya que había pasado exiliado más de 25 años de lucha en contra de tiranía trujillista.
Bosch con su enorme equipaje moral y ético era la figura principal del movimiento, aún desde el exilio y el coronel Fernández Domínguez, desde chile dirigía la parte militar. Con los dos líderes en el exilio no caben dudas de que se necesitaba en el país una infra estructura política y una militar que dirigiera los trabajos.
En la primera el profesor Juan Bosch designó al Rafael Molina Ureña, que había sido presidente de la Cámara de Diputados, durante su breve gobierno y por lo tanto ocupaba el tercer turno en la línea de sucesión después del vice-presidente y el presidente del Senado.
La afirmación de que la Constitución de 1963 fue obra de él es absolutamente falsa, nadie escribió ni una coma, basta leerla para darse cuenta que los conceptos constitucionales expresados en ella eran prácticamente desconocidos en nuestro país y coherentes con las posiciones políticas que mantenía en sus programas radiales.
Debemos admitir sin embargo que su labor fue extraordinaria al dirigir con eficiencia los trabajos en la Cámara de Diputados. Posteriormente, y ya en la etapa conspirativa que duró más de un año fue un político serio, capaz, organizado y discreto condiciones estas que lo avalan como un gran conspirador.
Yo por mi parte era el enlace entre el presidente Bosch y el movimiento cívico militar y en esa virtud realice seis viajes a Puerto Rico, un primer viaje a aguas buenas municipio del sur y otros cinco al apartamento de Rio Piedras, un importante sector de la capital San Juan.
El golpe septembrino que depuso al presidente Juan Bosch paralizo al país, el escaso desarrollo político imperante después de 31 años de tiranía impidió que este reaccionara vigorosamente en contra del crimen conferido a la patria y el atropello a su incipiente democracia.
Solo la juventud de nuestra universidad de Santo Domingo mantuvo por más de cinco días una protesta enérgica dentro de los límites del recinto que era invariablemente reprimida con dureza por la fuerza de choque de la policía nacional, los famosos cascos blancos. Algunos partidos políticos que no apoyaron el golpe, como el 14 de junio, el social cristiano y el propio PRD se habían limitado a protestar en comunicados de prensa.
El Partido Revolucionario Social Cristiano, en honor a la verdad, fue el primero que realizó una protesta viva en una manifestación política en su local de frente al Parque Independencia, en los altos de la farmacia Esmeralda, reunieron alrededor de 200 personas que se acomodaron en los balcones y en la acera de enfrente.
Su presidente, Alfonso Moreno Martínez, un político de limpia trayectoria, de elevada prosapia y su secretario general Caonabo Javier Castillo que despuntaba por su juventud como una promesa política, pronunciaron sendos discursos y no fueron molestados por la Policía . Yo me encontraba allí y confieso que me sentía alentado y a la vez avergonzado ¿cómo era posible que nosotros el PRD que habíamos sido echados del poder mantuviéramos una actitud expectante y sumisa en momentos tan aciagos para la patria?
Cuando concluyó el acto me encamine a la residencia de doña Angelita Bosch y allí conversando con doña Milagros Ortiz Bosch y su esposo Joaquín Basanta, le confesé mi intención de preparar una manifestación en el Parque Independencia en protesta por el golpe de Estado.
Tiempo después llegó Peña Gómez y cuando le expuse el plan me respondió que la represión policial estaba en su más alto nivel, que el pueblo tenía miedo, que temía que la concurrencia fuera limitada pero que él estaba dispuesto a agotar un turno en el evento.
Esos señalamientos parecían todos correctos, pero teníamos que arriesgarnos y así lo hicimos.
Al día siguiente nos reunimos con numerosos dirigentes del partido y elegimos un comité que se encargaría de preparar el acto que quedo integrado de la siguiente manera Ramón Gabriel Ledesma Pérez., presidente, Pablo Rafael Casimiro Castro, secretario, vocales: Manuel Fernández Mármol, Manuel Emilio Ledesma Pérez, Miguel Soto, Osiades Mora Oviedo, José Antonio Persia Herrera y un grupo de damas, todos destacados dirigentes.
A las 11.00 de la mañana había reunido una multitud de entre 15 a 20 mil personas. En mi calidad de presidente del comité organizador me tocó abrir el acto en el que fustigué con dureza las fuerzas oscuras que se alinearon en el golpe y cada vez que mencionaba el sector imperialista norteamericano, la multitud gritaba a coro “Ledesma seguro a los yanquis dale duro”, (ver El Caribe, del 28 de octubre de 1965). Esto parece que molestó a doña Milagros Ortiz Bosch que se acercó al micrófono y exclamó: “Este mitin es un mitin del PRD y de nadie más. La multitud ahogó sus palabras diciendo: No. Es del pueblo.
Después de agotar mi turno me dirigí rápidamente a píe a la calle Pasteur en donde había dejado mi carro y desde allí partí a Santiago a la casa del mayor Newmann, en esos momentos, él no era golpista pero me recibió diciéndome en su lenguaje Militar: “Tu sabes la vaina que me estas echando”, yo asentí y el agregó que el primer paso era guardar el carro en un garaje y que me iba a dejar en Guananico con la familia de su esposa pero que tenía que pasar por el cuartel de la Policía en Puerto Plata a recibir unas instrucciones y así lo hicimos.
En la mañana siguiente salimos hacía Guananico y allí me dispensaron gratas atenciones. Esa familia tampoco era golpista y no hay que olvidar que el doctor González Tamayo, que había sido vicepresidente de la Republica era oriundo de esa localidad.
El rumor de los ríos y arroyos, el trinar de los pájaros, y la exuberante vegetación conformaban un ambiente paradisíaco que disfruté plenamente.
A las tres semanas regresé a Santo Domingo y ya operaban varios focos guerrilleros en diferentes sectores montañosos del país. Tenían un gran líder el doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, Presidente del Partido Revolucionario 14 de Junio.
Su carisma, su encendida oratoria y su don de mando, su valentía y su vocación de sacrificio le permitieron reclutar toda una pléyade de estudiantes universitarios, profesionales Jóvenes, y de gente del pueblo que lo acompañaron en esa noble gesta.
Muchos cayeron en combate y otros fueron hechos prisioneros. http://elveedordigital.com/reportajes/7217-el-legado-de-la-guerra-de-abril
por Ramón G. Ledesma Pérez ( El Nacional)

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