Puntos de vista viernes, 26 de octubre de 2018
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VIVENCIAS
Aprender la lección
En el evangelio de Mateo (7-15) encontramos una sentencia de Jesús, cuando les dijo a sus discípulos: “No juzguen y no les juzgaran; porque les van a juzgar como juzguen ustedes, y la medida que usen, usaran con ustedes”. Esta advertencia de Jesús hace que recuerde una situación que presencié en el interior de un templo antes de iniciar una misa con motivo del recién fallecimiento de una persona conocida.
Al divisar a lo lejos los familiares del fallecido, me acerqué a ofrecerles mis condolencias, en ese momento se unió un amigo, que también acompañó en sus “sentimientos” a los deudos. A punto de iniciar la ceremonia, pasó por nuestro lado un señor que de inmediato fue reconocido por un amigo, expresándole la alegría de encontrarlo por el tiempo que no le veía.
Observé, como mi amigo insistía en prodigar sus afectos a este señor, pero este se mostraba frio y distante. Esto hizo que el amigo se alejara y no continuara con esta efusiva manifestación de cariño por la falta de reciprocidad. Al finalizar la misa, el amigo se me acercó para mostrar su enojo por la actitud desconsiderada del “tipo” aquel, que al ignorarlo completamente sugirió que este tenía algo contra él que no acababa de entender. A seguidas lo tildó de “comparón, falta de educación, engreído y prepotente”.
Lo que no nos percatemos ambos, en eses momento, que alguien había observado la escena y seguido de cerca los acontecimientos desde un inicio. Por igual, a la salida del templo estaba junto a nosotros escuchando lo que hablábamos.
Con mucha discreción se acercó a nosotros, y solo nos dijo dos palabras “tiene Alzheimer”.
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