lunes, 26 de marzo de 2018

Un espía en casa | Por JAVIER DARIO RESTREPO

COLUMNAS DE OPINIÓN

Actualizado hace 1 dias

Un espía en casa


Cuando la campaña Trump contrató a Cambridge Analytica como parte de su estrategia de medios sabía lo que hacía: se les abrirían las bases de datos que les permitirían predecir las decisiones políticas de los electores e influir sobre ellos. Es la información que manipulan las agencias de publicidad para incrementar las ventas de un producto. Trump y su equipo no lo descubrieron; ya en 2001 Manuel Castells lo había descrito y denunciado en su libro Galaxia Internet:
“El programa Espía permite obtener todas las claves guardadas en una computadora sin que el usuario lo sepa”... “en el 92% de los sitios web en Estados Unidos sus datos son procesados”. Abacus, precisa Castells, “dispone y negocia los datos sobre hábitos de compra de 90 millones de hogares”. Y agrega: “Aristotle vende los perfiles políticos de 150 millones de ciudadanos de Estados Unidos”. Y un dato más de la misma fuente: el FBI trabaja en colaboración con proveedores de internet para registrar el tráfico de correos electrónicos. El mismo FBI opera el programa Tormenta Digital que graba conversaciones telefónicas que, a partir de palabras claves analiza en programas informatizados. Así la información sobre los 50 millones de perfiles vendidos por Facebook huele a cosa sabida. Desde hace tiempos un espía está instalado en nuestras casas y vende caras sus infidencias.
Es una calamidad conocida que cada vez aumentará ante la impotencia del mundo. En Estados Unidos la administración Clinton y el Congreso reclamaron instrumentos legales para proteger a los niños amenazados por la pornografía digital; ese intento de control fracasó. En 2005 se reunió en Túnez la Cumbre de la Sociedad de la información y allí el presidente Clinton volvió a la carga para pedir, en nombre de los niños, controles contra los pervertidos que difunden pornografía por internet. Pero la cumbre admitió su impotencia: ni técnica, ni legalmente son viables los controles, fue su respuesta.
Pero a esa impotencia se agrega que el mercado de información digital es un negocio más rentable que el tráfico de drogas. En el 2006 la ciberdelincuencia ganó USD105.000 millones en América Latina y en los años siguientes la multimillonaria venta de información digital adquirió visos de legalidad. Aún se le mantenía a lo digital la buena imagen inicial, cuando Noam Chomsky saludaba a “internet que estimula y abre las posibilidades de participación que requiere una sociedad libre”; entonces, apunta Castells “internet parecía presagiar una era de liberación”. “Fue la aparición de un nuevo poder y de una nueva libertad”, exclamó el español Juan Luis Cebrián.
Esa poderosa tecnología, que hoy amenaza la democracia, puede ser una bendición. Internet es una herramienta que puede servir a los ciudadanos para vigilar sus gobiernos y a sus políticos. El periodista brasileño Fernando Rodrigues en su programa Controles Públicos puso a disposición de los 115 millones de electores la información sobre ingresos, propiedades y negocios de 6.000 políticos. En esa base de datos se comprobó, entre otros, el dato de que 2.108 políticos tenían problemas con el fisco.
Decía el profesor del MIT Ryan Mc Kinley que internet ha hecho válido un derecho anterior: el del ciudadano que vigila a su gobierno. Su bondad o maldad depende del uso que se le dé.
https://www.elheraldo.co/columnas-de-opinion/un-espia-en-casa-474942

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