martes, 26 de diciembre de 2017

La desvinculación de los políticos con el sentir de la ciudadanía


Fotografía: Copesa
Editorial

La desvinculación de los políticos con el sentir de la ciudadanía

Por: Diario Concepción|24 de Diciembre 2017
Nadie en el mundo político parece entender lo que en realidad ocurre con la opinión de los chilenos, pues fue notablemente  erróneo el pronóstico de los conglomerados políticos con respecto a la dirección que tendría un aumento de la participación ciudadana, ambos, los que apoyaban a Sebastián Piñera y aquellos del Alejandro Guillier, ya que el resultado fue absolutamente inesperado para ambas coaliciones, lo que refleja la poca sintonía que tienen con el sentir de la ciudadanía.
De hecho, era un lugar común en los análisis previos de ambas candidaturas, que una mayor cantidad de votantes facilitaría la elección de Guillier y los hechos mostraron un resultado diametralmente opuesto. Esta elección es por su propia naturaleza y trascendencia, la más importante del país y mostrar los colectivos políticos tal grado de desconocimiento y falta de intuición de lo que en realidad preferían siete millones de ciudadanos,  no sólo es  preocupante, es mucho más que eso; un signo grave.
La frase del Ministro del Interior, Mario Fernández, “no vamos a detener la agenda legislativa”, la declaración de la vocera del ejecutivo Paula Narváez declarando “lo que corresponde como gobierno es seguir trabajando hasta el último día para cumplir los compromisos que adquirimos con la ciudadanía”, da a entender que escuchan otra voces, no las de la gente, cuando es evidente que la votación obtenida por el candidato opositor indica que la mayoría no quería más de  lo mismo, ya que de lo contrario habría ganado el candidato oficialista, más aún si se había planteado el resultado de esta elección como una suerte de plebiscito, un apoyo a la continuidad del actual gobierno.
El continuar haciendo caso omiso del sentir la ciudadanía respecto a reformas mal planteadas y peor ejecutadas, ya no tiene excusas, al principio se sostenía que las encuestas no tenían validez, a pesar que  todas reflejaban la misma tendencia, difiriendo solo en alguna magnitud en las cifras. Ahora, que se tiene a la vista el sentir mayoritario de la ciudadanía mediante un acto eleccionario que ausculta sin reservas la opinión de los chilenos, hacer de esta opinión caso omiso no parece aconsejable, no solo políticamente, sino incluso por razones de orden ético.
Sin embargo, hay razón en aquello que se logró instalar en la conciencia de los chilenos conquistas sociales largamente postergadas, se ha declarado en muchas instancias a lo largo de este complejo proceso de las reformas, que en lo sustantivo eran en gran parte justas y necesarias, pero, el mismo tiempo, también  se expresó con, igual convencimiento, que éstas demandaban un trabajo mucho más prolijo y una reflexión harto más profunda.
No se escuchó esas voces, no solo la oposición, incluso de grupos que resultarían favorecidos, los que encontraron en las propuestas defectos y falencias, obligaron a  avanzar en los ámbitos de la cordura, mediante acuerdos basados en consensos trabajados transversalmente, aun así se insistió en llevar todos los proyectos al legislativo, sin tiempo para tomar de ellos debido y profundo conocimiento, consiguiendo aprobaciones que a poco andar hubo que revisar.
El nuevo gobierno tiene igual desafío, escuchar la voz de la gente, con la cercanía suficiente para no perder contacto con la realidad de las personas, está suficientemente probado el alto costo de dejar  de oír a la ciudadanía
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