A raíz del cierre de la frontera los cucuteños por primera vez han tenido que tanquear en bombas legales. ¡Gran caos!
Para muchos de los conductores de los 300 mil carros que circulan por la zona metropolitana de Cúcuta, el jueves de esta semana debió resultar un día extenuante y poco divertido, al encontrar las bombas de gasolina de la ciudad atiborradas, con doble filas de carros y motos desde la madrugada, para aprovisionarse de combustible ante los anuncios de que “el chorro de gasolina venezolana” que venden los pimpineros había mermado drásticamente.
Los habitantes de Cúcuta, que han gozado durante décadas de los precios subsidiados de la gasolina en Venezuela y del contrabando del producto a lo largo del corredor binacional, siempre contaron con el privilegio de sustraerse de tanquear sus carros a los altos costos de ese combustible en Colombia.
Es tan fuerte el impacto social de esta transición abrupta e inesperada hacia el consumo de gasolina producida en Colombia, que el alcalde de la ciudad Donamaris Ramírez–París reconoció que en la cultura del cucuteño estaba proveerse gasolina en las poblaciones venezolanas de San Cristóbal, Paso Andino, San Antonio o Ureña “y ahora debe cambiar los hábitos de tanquear y optimizar el servicio en las bombas”.
En respuesta a una posible crisis de combustible en el Norte de Santander, el Ministerio de Minas y Energía decretó un incrementó en el cupo de la gasolina subsidiado para la región en 3.2 millones de galones.http://inteligenciapetrolera.com.co/inicio/crisis-fronteriza-minminas-garantiza-abasteciemiento-de-combustibles/
El alcalde Ramírez –París se ha tomado tan en serio su reciente tarea de que los cucuteños consuman gasolina nacional que recorrió las estaciones EDS en diferentes puntos de la capital de Norte de Santander para corroborar el tiempo de aprovisionamiento del combustible y los niveles de aglomeración de vehículos.
En sus recorridos por las estaciones EDS, que ahora permanecen 24 horas abiertas, el alcalde aprovechó para recordar que quienes llenaban los tanques de gasolina en el vecino país debían someterse a largas colas y recorrer distancias superiores al trayecto en el que encuentran las gasolineras.
En este nuevo escenario, las autoridades establecieron volúmenes máximos de combustible que pueden ser vendidos para agilizar las operaciones de tanqueo de transporte público y privado y se incrementó el cupo de combustible subsidiado para el mes de septiembre.
El gobierno municipal también controló los intentos de que especuladores de la gasolina adquirieran gasolina nacional y la revendieran en el mercado a precios más altos.
El cambió también afectó a los pimpineros, vendedores informales de gasolina venezolana que llega a Cúcuta de contrabando y que revendían en los inicios de la semana a 60 mil pesos (cerca de 20 dólares) una pimpina de gasolina (seis galones, cada galón equivale a 3,7 litros), muy por arriba del precio normal que es de 18 mil pesos (aproximadamente 6 dólares).
Las 6000 familias en Cúcuta que viven del mercado ilegal de la gasolina y los más de 30.000 vendedores informales del combustible en todo el eje fronterizo, representados en organizaciones como Sintragasolina y la Cooperativa Multiactiva de Pimpineros de Norte de Santander, creen que el combustible enviado por el gobierno no logrará abastecer la demanda.
Hasta la noche del jueves, los ministros de Trabajo, Luis Eduardo Garzón, del Interior, Juan Fernando Cristo y el Viceministro Hacienda, Andrés Escobar,exploraron soluciones con voceros de las organizaciones de pimpineros para generar oportunidades de trabajo formal, sin llegar a acuerdos definitivos.
El programa de Reconversión Sociolaboral para los pimpineros estuvo en una primera etapa a cargo de la Fundación Ecopetrol en Cúcuta y su área metropolitana.
Posteriomente, fue asumido por Minminas a partir de junio de 2015 con el componente denominado formación Integral, dirigido a los vendedores informales de combustible que de forma voluntaria decidan cambiar de actividad económica por una mejor ocupación en la legalidad y oportunidades para construir proyectos productivos con un capital semilla.
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