viernes, 14 de agosto de 2015

La sociedad anestesiada | Por GUIDO GÓMEZ MAZARA

La sociedad anestesiada

Por GUIDO GÓMEZ MAZARA 
14 agosto, 2015
Cuentan que la mayor desesperanza que tocó las fibras de la nación con el asesinato de Santiago Guzmán Espaillat no se circunscribía a la sangre que corría por las calles de Santiago ante el brutal acontecimiento orquestado por Alfredo Victoria, sino que su desaparición cercenó las esperanzas de un verdadero cambio. Don Federico García Godoy, retrató en su obra El Derrumbe, la frustración de toda una generación al respecto. Sin guía ni mentor, llegó la intervención de 1916 y aquella acumulación de molestias ciudadanas no pudo construir un proyecto redentor.
La orgía de sangre iniciada el 23 de febrero de 1930 tuvo instantes de decoro donde los riesgos y consecuencias de lo mejor del país tropezó con la vergonzante argumentación de Peña Batlle que en sus flaquezas fatalistas disparó mortalmente a toda intención transformadora: calificando de imaginativos y soñadores los intentos revolucionarios en el devenir de nuestra historia.
Ajusticiado el tirano, aquella ilusión redentora redujo al enanismo a fundamentales exponentes de las jornadas democráticas. Algunos se tranzaron, una cuota importante hizo de la acumulación patrimonial su revolución personal y la nostalgia se expresó en libros, ponencias y militancias capaz de servir como coartada de sus derrotas privadas. Un genio creativo, René del Risco Bermúdez, sirvió de juez condenatorio y desde su viento frío heredamos su Primavera para el Mundo. Así lo escribió, Ya no hay sendas que puedan volver atrás. atrás/ la alegría de un mundo mejor vendrá, vendrá.
En lo más profundo de la conciencia nacional existió una esencial reacción frente a los excesos del poder. Siempre riesgosa y con cuotas de sangre que allanaron el camino democrático. Después de los doce años creímos posible superar sus taras, pero un alto porcentaje de sus sucesores demostraron miserias de mayor profundidad. De un tiempo para acá, estamos narcotizados como sociedad, sin reacción, desprovistos de paradigmas y frente al gravísimo drama de que ese anestésico pretende convencernos de que no es posible luchar.
Ahora, lo light nos pretende ganar la batalla. No obstante, los higüeyanos se lanzan a las calles por reclamos esenciales como una planta para tratamientos de aguas negras. Además, los jóvenes de Monte Plata cierran sus calles por el desdén con que los últimos gobiernos le tratan. Y todo eso acontece ante la pasividad de fuerzas políticas y liderazgos afanados por aspiraciones, pero desdeñosos de los deseos de la gente.
La formalidad opositora no exhibe el peso específico que amerita la actual coyuntura. Por el contrario, los artículos de Andrés L. Mateo, las reflexiones de Rosario Espinal, el afán de transparencia de Participación Ciudadana, el tono de denuncias de comunicadores comprometidos y los análisis de la gente de Juan Montalvo exhiben una mayor carga de cuestionamientos al modelo democrático que el rol asumido por dirigentes de los partidos que tienen la responsabilidad de organizar una mayoría electoral para las próximas elecciones.
Ese silencio cómplice daña la gestión pública porque en una democracia como la que aspiramos resulta indispensable vertebrar las críticas acompañadas de propuestas de solución de los grandes males que nos afectan.
El que ausculta la verdad sobre la terrible sequía que nos afecta y recuerda que en los últimos tres años se autorizaron alrededor de mil permisos para extraer material de nuestros ríos, se alarma. Recordar que el espectro agropecuario está afectado por la mosca del Mediterráneo por negligencia de las autoridades fitosanitarias y la quiebra de los productores y exportadores de frutas y vegetales alcanza a 62 millones de dólares. Saber que ocupamos el lugar 146 de 148 en deficiencias educativas nos llena de indignación.
Y para colmo, una autoridad policial que asocia a la percepción los niveles de inseguridad en que vivimos, es para vincular la inentendible tranquilidad al proceso de envilecimiento de la sociedad que, totalmente anestesiada, no reacciona ni se enfada.
http://hoy.com.do/la-sociedad-anestesiada/

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