Editorial
Hacia la “unidad nacional”
ACTUALIZADO 02.06.2015 -
En el sistema social capitalista la función-objetivo de los agentes económicos es la maximización de los beneficios como resultado de su gestión. De igual manera en política los partidos y grupos que luchan por el poder, asumen como objetivo maximizar el poder conquistando la mayor proporción de los espacios del Estado. En ambos aspectos, económico y político, especialmente en la fase del capitalismo neoliberal, donde el mercado se convierte en la institucionalidad central y el Estado asume un rol secundario como regulador pero sin distorsionar ni interferir la dinámica del mercado, se dan las tendencias naturales de la concentración del proceso de apropiación y la monopolización del poder. De esa manera surge un dominio político de “pensamiento único” en torno a los “negocios”, sostenido por un “partido único” que pasa a ser el centro de control del sistema de intercambio.
Esa dinámica social del poder se fortalece aun más cuando la lógica del sistema capitalista neoliberal pone en marcha la confusión y al mismo tiempo la fusión del rol empresarial con el de político, haciendo que los grupos empresariales realicen las actividades políticas según el interés empresarial, y los políticos incursionen en la función empresarial aprovechando las funciones públicas donde se determina la aplicación de los recursos del Estado. Esa simbiosis político-empresarial, en nuestro caso, se dio con suficiente claridad y fuerza en los gobiernos que encabezara Leonel Fernández, gobiernos en los cuales la cúpula del PLD aprovechó la Función Pública para acumular recursos con el desarrollo de grandes negocios que la convirtieron en segmento significativo de los sectores económicos dominantes, elevando y potenciando el poder político, mediante la apropiación de todas las fuentes del poder institucional del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, incluyendo las altas cortes, y utilizándolas para protegerse frente a los enemigos y para lograr la división del mayor peligro de la oposición, tal como ha quedado demostrado con los fallos del TSE contra el PRD, dividiéndolo y ahora negociando su integración al dominio del PLD.
El gran poder del PLD al cambiar de mano de Fernández a Medina generó un conflicto interno, cuya solución requirió un pacto que decretó la claudicación de Fernández a su propósito de volver a ser el candidato del PLD, pero quedando reducido por la popularidad de Medina, quien ahora se levanta como el nuevo articulador de los poderes. Retomado el control del dominio por Medina, el PLD se encamina a una nueva fase de dominación totalizante del poder, para lo cual está proponiendo la “estrategia balagueriana” de un “gobierno de unidad nacional”, que parece lograr con la integración de varios de los partidos de la oposición, incluyendo al PRSC y a su tradicional oponente del PRD.
La nueva “Era”
Se prepara, así, la nueva fase del partido único, que corresponde a un régimen económico–político de “pensamiento único”, el cual emerge de las fuerzas que desata la dinámica del “capitalismo salvaje”, pero que Medina, con su modelo de gestión de gobierno, le intenta dar un giro hacia un “capitalismo con rostro humano” en camino hacia el “Estado de Bienestar”, logrando hacer más popular y simpática la dominación peledeísta.
¡La “unidad nacional” es el nuevo término del “partido único”!
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