martes, 20 de junio de 2023

En la guarida de OnlyFans, la 'fábrica' de porno postpandemia: "Puedes ganar 40.000 euros al mes, pero te van a pedir cosas muy extremas"

En la guarida de OnlyFans, la 'fábrica' de porno postpandemia: "Puedes ganar 40.000 euros al mes, pero te van a pedir cosas muy extremas"o sin polémicas, esta plataforma de mecenazgo 'online' ha revolucionado el consumo de porno, que se aleja del formato tradicional y busca contenidos 'a la carta'. Las superestrellas dan paso a creadoras de contenido 'amateur' que simbolizan el sexo 2.0: sin artificios, aquí y ahora
Marina Gold revisa su perfil de OnlyFans en el salón de su casa.
Marina Gold revisa su perfil de OnlyFans en el salón de su casa.
Actualizado 

Cuando el planeta se detuvo en seco a cuenta de aquel confinamiento que nos cayó como un cerrojazo, la vida doméstica empezó abrirse camino a otras velocidades: aprendimos a medir las horas por bizcochos, a contar los días por reuniones de Teams, a calcular las semanas por capítulos de Netflix y las coladas de la lavadora por tutoriales de abdominales. Y todos esos usos y costumbres llegaron para quedarse. Superada la pandemia, la sociedad post-Covid se sostiene ahora sobre los mimbres del teletrabajo, del consumo en streaming, del hogar nuestro de cada día como nueva catedral del ocio. Desde 2020, casi todo queda en casa. E incluso el porno, tan dado a fantasías y filigranas, tuvo que reinventarse.

Con la industria cerrada a cal y canto, sin rodajes con los que alimentar a la bestia y sus potenciales consumidores confinados y en pijama, se desencadenaba la tormenta perfecta: OnlyFans, la plataforma de contenidos dirigida al público adulto, vivía su auténtica explosión, y solo en ese año en el que nuestras vidas cambiaron para siempre su número de usuarios se multiplicó por 10.

Para entender su funcionamiento hay que viajar hasta 2016, fecha de su lanzamiento. Originariamente, se trataba de una red social pensada para que los artistas subiesen contenidos exclusivos dirigidos a sus seguidores, que debían pagar una cuota mensual a cambio de acceder a ese material artístico. Poco a poco, OnlyFans amplió su telaraña de contenidos y derivó en un foro utilizado por chefs, amantes del fitness, aficionados a los videojuegos... Expertos en cualquier disciplina que compartían sus conocimientos con sus fans a cambio de dinero. Con una condición: ser mayor de edad. Todo cambió cuando el empresario del porno Leonid Radvinsky adquirió el 75% de la plataforma en 2018; desde entonces, su principal leitmotiv es el contenido erótico y sexual. Actrices porno, chicas anónimas e, incluso, celebrities cuentan con perfiles desde los que comparten todo tipo de material con sus seguidores. Cuanto más subido de tono sea ese material, más cara será su tarifa. Cuanto más a la carta (OnlyFans permite a sus usuarios interactuar con sus estrellas), también.

Lisi Kitty en su 'set' de rodaje.
Lisi Kitty en su 'set' de rodaje.

Si Barcelona y Budapest eran las capitales europeas de la industria del porno hasta hace muy poco, con el desembarco de OnlyFans ya no hay fronteras. Madrid ha sabido aprovechar esta nueva era del placer 2.0. Si antes había que someterse a la férrea disciplina de los rodajes para triunfar en el negocio, hoy solo es necesaria una cámara de móvil para hacerse un nombre en esta bacanal que ya piensa, suda y factura en formato digital. Ha triunfado la filosofía del aquí y el ahora, la erótica de lo cotidiano, la estética doméstica en el saloncito de casa frentea las grandes producciones de antaño. En definitiva, el perfil de chicas accesibles, casi de carne y hueso, tan de carne y tan de hueso que incluso podremos interactuar con ellas, pedirles vídeos y fotos personalizados, satisfacer fantasías previo pago de su importe.

Proxenetismo digital para unos, liberación de la mujer y sus cuerpos para otros. El porno del siglo XXI se llama OnlyFans. Y hemos querido conocer cómo se cocina, sus luces y también algunas de sus sombras, colándonos en los rincones más íntimos de tres de sus creadoras de contenido más célebres afincadas en Madrid. Desde sus apartamentos de la capital de España, en exclusiva para EL MUNDO.

Marina Gold durante una de sus conexiones.
Marina Gold durante una de sus conexiones.

La peruana Marina Gold tiene 20 años, y llegó a nuestro país hace dos para estudiar Criminología. Su entrada en las arenas movedizas del negocio carnal empezó casi como una boutade. «Mi novio me decía: 'Tienes cara de porno, se te daría bien'. Era un mundo que me llamaba la atención y, cuando rompimos, me animé a probar suerte en la industria convencional. Abrir un perfil de OnlyFans fue una consecuencia lógica, porque ambas cosas se complementan. Con el porno dependes de que te contraten, de que te llamen, de que haya rodajes, y con OnlyFans, además de generar unos ingresos extra, tienes independencia como creadora de tus propios contenidos. Eres tú la que decides qué quieres subir, cuándo y cómo. Tienes la libertad de elegir hasta dónde estás dispuesta a llegar».

Y es en este punto donde OnlyFans suscita tanto debate. Los usuarios de la plataforma pueden pagar una suscripción mensual que oscila entre los 4,99 y los 49,99 dólares. A partir de ese paquete básico, los fans podrán demandar a los creadores -mayoritariamente creadoras- determinados tipos de fotos o vídeos a cambio de una propina, que irá en aumento en función de la petición. «Los fetichismos se pagan más caros, por ejemplo», explica Gold. «Te van a ofrecer mucho dinero para que hagas cosas cada vez más extremas. Y te puedes sentir presionada, condicionada, para acceder a algo con lo que tal vez no estés del todo cómoda».

Comienza entonces la pescadilla que se muerde la cola: a más contenidos y más extremos, más popularidad, más seguidores, más caché. «Es la ley de la oferta y la demanda», reconoce Gold. «Y aunque intentamos tener un horario, un orden, unos fines de semana libres y unos días festivos, a veces es imposible. Las necesidades sexuales de nuestros clientes pueden surgir en cualquier momento, y nosotras debemos estar ahí, dispuestas a satisfacerlas. Es dinero fácil, sí, pero hay que tener la cabeza fría y ser muy fuerte mentalmente».

Paola Hard, en su loft de Madrid.
Paola Hard, en su loft de Madrid.

Entonces, ¿nos encontramos ante una plataforma que promueve la libertad de sus protagonistas para hacer lo que quieran o que fomenta su explotación? «Decir que una plataforma de compraventa de contenidos favorece la libertad es poco acertado si lo que favorece es el mercado sexual», explica Diana Fernández Saro, sexóloga, terapeuta y docente en la Universidad Autónoma de Madrid. «El cuerpo ha sido siempre objeto de deseo y la gestión de ese deseo puede pasar por pagar por encargar La maja desnuda y colgarla en la pared de tu cuarto, coger en la biblioteca literatura erótica o dar rienda suelta a la imaginación desde la fantasía personal».

De todos los ingresos que generan las chicas, para ellas será el 80% y OnlyFans se quedará con el 20% restante. Y a pesar de esta mordida en comisiones, Marina ha llegado a ganar 7.000 euros al mes. Nada comparado con los ingresos de Paola Hard. A sus 23 años, desde su loft de Madrid -que hace las veces de plató en el que fotografía o rueda las escenas que le piden sus fans- ha levantado un imperio que le proporciona 40.000 euros mensuales. Ella misma se encarga de grabar y editar sus propios contenidos -«trabajar en el porno me ha enseñado mucho, ahora soy mi propia directora», reconoce-. Además, se trabaja personalmente a su comunidad de fans. Fans que consumen esta nueva pornografía a la carta, erotismo de pijama, sofá y lavadora con esa aureola de cercanía por la que, en la era del todo gratis, están dispuestos a pagar mucho dinero.

«La posibilidad de interactuar en un espacio digital, conectándose con el móvil desde casa, da una sensación de seguridad e intimidad que no aporta porno tradicional, y genera más aislamiento, más desconexión, una ausencia de conciencia crítica», insiste la sexóloga Diana Fernández Saro. «Y estas falsas dimensiones pueden fomentar un aprendizaje vicario desadaptado. Algo que, claro está, tendrá un impacto en la vida sexual de los nativos digitales».

Lisi Kitty cocinando para sus fans.
Lisi Kitty cocinando para sus fans.

Lisi Kitty ha llevado este ámbito doméstico de OnlyFans hasta sus últimas consecuencias. Así, su perfil en la plataforma es prácticamente una extensión de su vida en directo. A sus 26 años, esta ucraniana que llegó a Madrid hace ocho se exhibe para sus fans a cualquier hora del día y de la noche, como en un Gran Hermano que nunca descansa. Y no solo practica sexo: consciente de que el vouyerismo tiene mil aristas, también cocina una sopa de sobre o, incluso, hace la colada delante de la cámara. Es su manera de ir enganchando seguidores, de fabricar su personaje de vecinita sexy, de ir consolidando una red de fans que, después, llegado el momento, paguen, y paguen bien, por contenidos más explícitos. Sin embargo, tiene claras las líneas rojas: «Siempre hay alguien que quiere cosas raras. Una vez me pidieron que me grabase en el gimnasio haciendo topless delante de todo el mundo. ¿Acaso quieres que me expulsen o que me detengan? Hombre, a lo mejor por 500 euros...».

«Cuando era más pequeña me llamaba la atención y siempre quise hacerlo, pero vengo de un pueblo muy pequeño de Ucrania», recuerda Lisi. «Tuve que esperar a que mi mamá falleciera para dar el paso». Pero sabe que la carrera en el porno es efímera y sueña con dedicarse a la moda. Como Paola, que ya ha hecho sus pinitos como cantante y, aunque de momento no piensa abandonar el filón de OnlyFans -«el porno me fascina, me permite ser la dueña de mi vida»- en junio sacará su primer single, una canción cuyo título es toda una declaración de intenciones: Valiente.

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https://www.elmundo.es/madrid/2023/06/21/6491e4ebfdddff2b618b45d6.html

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