Puntos de vista martes, 29 de septiembre de 2020
Puntos de vista martes, 29 de septiembre de 2020 |
POLÍTICA Y CULTURA
Las ideas de Ramonet en el Palacio Nacional
Thomas Hobbes, definió el Leviatán, como una figura terrorífica pero necesaria, imprescindible para que funcionen los valores de la paz y el orden, como garantía para que la sociedad se desarrolle. Era para Hobbes, un mal necesario, para que la civilización progresara. Su obra, “El Leviatán”, está constituido por 4 partes donde Hobbes fundamenta la relación entre el hombre y el Estado, mediante un pacto consensuado en relación de poder entre mandado y mandatario. Hace apenas algunas horas, el reconocido pensador, Ignacio Ramonet, intelectual crítico, de notabilidad apreciable, en uno de los salones del Palacio Nacional, otrora escenario de conciliábulos y aprestos electoralistas, pronunció una conferencia magistral, con la digna presencia del presidente Luis Abinader, dividida en varias intervenciones, sobre los efectos de la pandemia y la incidencia de la misma en el reordenamiento mundial. Ramonet, brillante e incisivo, advirtió que las proyecciones inmediatas de los efectos del “corona virus”, la virtual desorganización del Estado liberal deshaciéndose de atributos sociales, entregando la administración del aparato de gobernabilidad y control de la economía, al área de lo privado, o sea la supresión progresiva del Estado como ente corporativo usual, estaba colapsando, mientras, lo que Hobbes, conceptualizó como el Leviatán, sin citarlo por su nombre, recupera cada día su función primaria, su necesidad imperiosa de pactar la gobernabilidad, en una reingeniería de mando y de coordenadas de sustentación tradicional entre gobernados y gobernantes. Ramonet, avasallado por las cifras y efectos ocasionados por la pandemia, restableció como proyecciones teóricas el retorno del Estado como ente unificador, auxiliador coyuntural de la sociedad, ante el debilitamiento de sus aperturas de mercado, bajo el marco digital del modelo neoliberal de Estado.
El retorno del Leviatán es la vuelta que Hobbes incorpora a la tesis del “Pacto Social”, para asegurar la seguridad y la protección de los ciudadanos, desde el Estado, y así acabar con los conflictos enfrentados por los intereses individuales egoístas. La tesis parecía haber sido sepultada por la historia. El modelo neoliberal prescinde en casi su totalidad del Estado tradicional, obsoleto. La función post moderna del Estado reduce casi a sello tomógrafo las tradicionales funciones del arcaico Estado. Marx vaticinó la extinción del Estado en las inmediaciones históricas del siglo 19, dentro de un marco escalonado de ciclos revolucionarios. El marco teórico de ese Estado primario semi esclavista, prescindió de la mutación del Estado moderno, hasta que el desarrollo de la tecnología, la cibernética, la comunicación y la propia era digital, produjeron un salto cualitativo de dimensiones gigantescas que abrieron las compuertas de un mundo virtual desconocido. Ramonet advierte del sesgo ideológico que asume la reincorporación del Estado, del Leviatán, sin citarlo, para no hacer hechicería histórica. Lo real es su preocupación, como intelectual trascendente, ante la reposición del Estado, y de cómo la necesidad, generadora de desplazamientos, podría estar moviendo las agujas del reloj histórico, hacia atrás, ante el caos de la tragedia de la pandemia y su ingobernabilidad manifiesta. La búsqueda del Leviatán, genera una recomposición de demandas que se arremolinan alrededor del protector, del mecenas corporativo, del viejo Estado paternalista.
Thomas Hobbes, definió el Leviatán, como una figura terrorífica pero necesaria, imprescindible para que funcionen los valores de la paz y el orden, como garantía para que la sociedad se desarrolle. Era para Hobbes, un mal necesario, para que la civilización progresara. Su obra, “El Leviatán”, está constituido por 4 partes donde Hobbes fundamenta la relación entre el hombre y el Estado, mediante un pacto consensuado en relación de poder entre mandado y mandatario. Hace apenas algunas horas, el reconocido pensador, Ignacio Ramonet, intelectual crítico, de notabilidad apreciable, en uno de los salones del Palacio Nacional, otrora escenario de conciliábulos y aprestos electoralistas, pronunció una conferencia magistral, con la digna presencia del presidente Luis Abinader, dividida en varias intervenciones, sobre los efectos de la pandemia y la incidencia de la misma en el reordenamiento mundial. Ramonet, brillante e incisivo, advirtió que las proyecciones inmediatas de los efectos del “corona virus”, la virtual desorganización del Estado liberal deshaciéndose de atributos sociales, entregando la administración del aparato de gobernabilidad y control de la economía, al área de lo privado, o sea la supresión progresiva del Estado como ente corporativo usual, estaba colapsando, mientras, lo que Hobbes, conceptualizó como el Leviatán, sin citarlo por su nombre, recupera cada día su función primaria, su necesidad imperiosa de pactar la gobernabilidad, en una reingeniería de mando y de coordenadas de sustentación tradicional entre gobernados y gobernantes. Ramonet, avasallado por las cifras y efectos ocasionados por la pandemia, restableció como proyecciones teóricas el retorno del Estado como ente unificador, auxiliador coyuntural de la sociedad, ante el debilitamiento de sus aperturas de mercado, bajo el marco digital del modelo neoliberal de Estado.
El retorno del Leviatán es la vuelta que Hobbes incorpora a la tesis del “Pacto Social”, para asegurar la seguridad y la protección de los ciudadanos, desde el Estado, y así acabar con los conflictos enfrentados por los intereses individuales egoístas. La tesis parecía haber sido sepultada por la historia. El modelo neoliberal prescinde en casi su totalidad del Estado tradicional, obsoleto. La función post moderna del Estado reduce casi a sello tomógrafo las tradicionales funciones del arcaico Estado. Marx vaticinó la extinción del Estado en las inmediaciones históricas del siglo 19, dentro de un marco escalonado de ciclos revolucionarios. El marco teórico de ese Estado primario semi esclavista, prescindió de la mutación del Estado moderno, hasta que el desarrollo de la tecnología, la cibernética, la comunicación y la propia era digital, produjeron un salto cualitativo de dimensiones gigantescas que abrieron las compuertas de un mundo virtual desconocido. Ramonet advierte del sesgo ideológico que asume la reincorporación del Estado, del Leviatán, sin citarlo, para no hacer hechicería histórica. Lo real es su preocupación, como intelectual trascendente, ante la reposición del Estado, y de cómo la necesidad, generadora de desplazamientos, podría estar moviendo las agujas del reloj histórico, hacia atrás, ante el caos de la tragedia de la pandemia y su ingobernabilidad manifiesta. La búsqueda del Leviatán, genera una recomposición de demandas que se arremolinan alrededor del protector, del mecenas corporativo, del viejo Estado paternalista.
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