¿Diplomacia de chequera? Por qué la mayoría de los países de Centroamérica no rompe relaciones con Taiwán a favor de China
"Nuestro país es el segundo socio comercial para China de la zona caribeña y Centroamérica", con este y otros argumentos fundamentalmente económicos justificó República Dominicana el establecimiento de relaciones diplomáticas con Pekín. Y haberlas roto con Taiwán.
Lo hace casi un año después de Panamá, que justificó su decisión en junio de 2017 alegando que "la República Popular de China es un Estado que por sí solo representa el 20% de la población mundial y constituye la segunda economía más grande del mundo", recordó el presidente Juan Carlos Varela.
La decisión dominicana fue rechazada por las autoridades de Taiwán, que la achacaron a los "incentivos financieros" de China.
Aunque para muchos la verdadera sorpresa no es tanto que estos países hayan optado por estrechar vínculos con la superpotencia asiática, sino que haya tardado tanto en hacerlo.
¿Y por qué todavía no han hecho lo mismo los otros países de Centroamérica, donde todavía se concentra buena parte del limitado apoyo diplomático con el que cuentan las autoridades en Taipéi?
Cinco de 19
Efectivamente, con la deserción dominicana ya son nada más 19 los países que reconocen a Taiwán como Estado soberano y cinco de ellos están en Centroamérica: Guatemala, Belice, Honduras, Nicaragua y El Salvador.
Los 20 países que reconocen a
Taiwán
- América Belice, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas.
- África Burkina Faso y Suazilandia.
- Europa Ciudad del Vaticano
- Oceanía Islas Marshall, Islas Salomón, Kiribati, Nauru, Palaos y Tuvalu.
EPA
Y esta decisión no les permite tener relaciones diplomáticas con China, que considera a la isla una provincia renegada y ha hecho de su aislamiento internacional uno de los pilares de su política exterior.
Los países centroamericanos, sin embargo, decidieron no reconocer a las autoridades de Pekín luego de que estas se quedaran con el asiento de China en Naciones Unidas en 1971, en buena medida por el anticomunismo de los gobernantes de turno.
Y luego Taiwán se encargó de cultivar la relación a punta de chequera, al punto de que en la región abundan las evidencias de la generosidad de Taipéi.
"En Nicaragua, la mitad de los edificios públicos fueron pagados por Taiwán. También es el caso de la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador", le dice a BBC Mundo Colin Alexander, autor del libro "China y Taiwán en Centroamérica".
Según el profesor de la Universidad de Nottingham Trent, durante casi toda la Guerra Fría -y hasta bien entrados los 90- Taiwán también fue una importante fuente de apoyo financiero para las diferentes cancillerías de la región.
Y los escándalos de corrupción como el del expresidente Alfonso Portillo, en Guatemala, o el de la denominada "Cuenta Taiwán", que involucra a varios exmandatarios salvadoreños, también dan una idea del alcance de su cooperación.
Según Alexander, aunque Taiwán niega seguir practicando la 'diplomacia de chequera', la práctica -si bien no tan prevalente como antes- se mantiene.
Y un factor igual de importante tal vez sea que el mayor pragmatismo chino también le permite a los centroamericanos no tener que elegir entre las oportunidades económicas vinculadas al crecimiento de China y el dinero facilitado por Taiwán.
Flexibilidad china
Efectivamente, como destaca Alexander, China se ha vuelto más flexible en su política exterior y prioriza lo económico por encima de lo ideológico.
"Un buen ejemplo es que apoyó la expansión del Canal de Panamá antes del restablecimiento de relaciones", recuerda el experto, para quien el eventual apoyo de Pekín a proyectos como el de un ferrocarril interoceánico en Honduras o un nuevo canal por Nicaragua no necesariamente pasan por la ruptura de relaciones con Taiwán.
De hecho, para Alexander, no hay que perder de vista que en materia de política exterior, lo que verdaderamente le importa a China es su relación con Taiwán, en la que los países centroamericanos son meras piezas.
Y, como ejemplo, recuerda que en 2009 tanto Panamá como El Salvador trataron de restablecer relaciones con China, y fue la propia Pekín la que les dijo que no.
La razón fue que en ese momento existía una especie de "tregua diplomática" con Taiwán propiciada por la llegada al poder de un partido menos hostil a la idea de una sola China que el nacionalista Partido Democrático Progresista.
Así que el regreso de esta agrupación al poder, el año pasado, podría presagiar otras deserciones, como la que ya consumó Panamá.
¿Efecto dominó?
En el caso Centroamericano, Alexander cree que el candidato más probable es El Salvador, por los lazos históricos y afinidades ideológicas entre el gobernante FMLN y el gobierno comunista de Pekín.
Y el menos probable, Guatemala, que en enero de 2017 condecoró la Orden del Quetzal -el máximo galardón del país- a la actual presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen.
"La pregunta que verdaderamente importa no es si otros países van a abandonar a Taiwán, sino ¿qué cambiaría si Taiwán se queda sin aliados?", dice Alexander.
"Y la respuesta es 'muy poco'. Porque el apoyo que verdaderamente importa es el de EE.UU., la UE", responde el investigador escocés.
"Los aliados que tiene Taiwán son sus aliados porque no son poderosos. No es coincidencia", concluye Alexander.
En otras palabras, tal vez a Centroamérica cada vez se le dificulte más ignorar a China.
Pero no pasa lo mismo al revés.
Esta nota es una actualización de una versión publicada en junio de 2017 con motivo de la ruptura de relaciones de Panamá y Taiwán.
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