EL MUNDO
Estados Unidos: Trump destaca logros económicos en su primer discurso de Estado de la Unión
El mandatario también anunció que la cárcel de Guantánamo permanecerá abierta, defendió su plan de reforma migratoria y abogó por "modernizar y reconstruir" el arsenal nuclear estadounidense. ¨( My full statement:
) bit.ly/2DQpoBe
) bit.ly/2DQpoBe
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, resaltó este miércoles (31.01.2018) los logros económicos de su gestión durante 2017 en la presentación de su primer Estado de la Unión, al frente de una sesión conjunta del Congreso.
Trump presumió de la buena salud de Estados Unidos, su crecimiento acelerado cerca del 3 % anual y un desempleo que ha continuado su progresivo descenso y que cerró diciembre en 4,1 %, la cifra más baja en 18 años, por debajo del 4,8 % en el que estaba cuando el magnate asumió el poder.
El mandatario remarcó la creación de 2,4 millones de empleos, de los cuales 200.000 pertenecen sólo al sector manufacturero.
"El desempleo se encuentra en el nivel más bajo jamás registrado", dijo Trump, quien destacó también que el "desempleo entre los hispanos ha llegado al nivel más bajo de la historia".
El mandatario celebró asimismo "los recortes impositivos más grandes de la historia" del país, promulgados por su gestión.
El presidente consiguió que el Congreso aprobara su ambiciosa reforma fiscal, la mayor en tres décadas en Estados Unidos. y que está considerada como el gran triunfo legislativo de su primer año de mandato.
La reforma incluye, entre otros aspectos, una notable rebaja del impuesto de sociedades que pagan las empresas, del 35 % al 21 %, y otras reducciones en menor medida para los trabajadores.
"Hemos recortado la tasas del impuesto a las empresas del 35 % hasta el 21 %, por lo que las empresas estadounidenses podrán ahora competir y ganar contra cualquier persona en el mundo. Se estima que todos esos cambios aumentarán sus ingresos en más de 4.000 dólares", destacó.
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, aplauden la intervención de Trump.
"Este es nuestro nuevo momento estadounidense. Nunca ha habido un mejor momento para comenzar a vivir el sueño estadounidense", afirmó.
Asimismo, defendió su plan de reforma migratoria y pidió crear un sistema de méritos: "Es hora de comenzar a avanzar hacia un sistema de inmigración basado en el mérito, que admita a personas que estén capacitadas, quieran trabajar, contribuyan a la sociedad y amen y respeten nuestro país".
El presidente estadounidense insistió en que el muro previsto en la frontera con México "cierra las lagunas explotadas por criminales y terroristas para ingresar" a su país y que uno de los "pilares" de su plan migratorio es "asegurar del todo" la frontera con este país con la construcción del muro y la contratación de más agentes fronterizos y migratorios, a los que calificó de "héroes".
Trump también celebró que su gobierno "ha impuesto duras sanciones a las dictaduras comunistas y socialistas de Cuba y Venezuela".
Por otro lado, abogó por "modernizar y reconstruir" el arsenal nuclear estadounidense. "Como parte de nuestra defensa, debemos modernizar y reconstruir nuestro arsenal nuclear, con la esperanza de nunca tenerlo que usar, pero haciéndolo tan fuerte y poderoso que disuada cualquier acto de agresión", dijo.
Trump advirtió que los misiles de Corea del Norte podrían amenazar "muy pronto" el territorio estadounidense y que él responderá con una "presión máxima" y no con "complacencia" ante esa situación.
"Las experiencias pasadas demuestran que la complacencia y las concesiones solo incitan a la agresión y la provocación. No repetiré los errores de los gobiernos anteriores (de EE.UU.) que nos han llevado a esta peligrosa situación", expresó.
La primera dama estadounidense, Melania Trump, asistió al discurso, aunque rompió con la tradición y viajó sola en auto desde la Casa Blanca hasta el Congreso.
Además, calificó a Rusia y China de "rivales" que "desafían" los valores estadounidenses: "Alrededor del mundo, enfrentamos regímenes arrogantes, grupos terroristas y rivales como China y Rusia que desafían nuestros intereses, nuestra economía y nuestros valores".
Asimismo, anunció que firmó una orden ejecutiva para mantener abierta la cárcel de la base militar de Guantánamo, en Cuba. "Hoy estoy cumpliendo con otra promesa. Acabo de firmar una orden ejecutiva que dirige al secretario Mattis a reexaminar nuestra política de detención y mantener abiertas las instalaciones de la bahía de Guantánamo", apuntó.
Con respecto al grupo terrorista Estado Islámico (EI), el jefe de la Casa Blanca admitió que queda "mucho trabajo por hacer" y pidió al Congreso que asegure que su Gobierno tenga "todo el poder necesario" para detenerlo, al igual que a Al Qaeda.
"El año pasado prometí que trabajaríamos con nuestros aliados para extinguir al EI de la faz de la tierra. Un año después, estoy orgulloso de informar de que la coalición para derrotar al EI ha liberado casi el 100 % del territorio que una vez controlaron estos asesinos en Irak y Siria".
RRR (Dpa/Efe).
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independente en 30 idiomas. Síganos en Facebook | Twitter | YouTube |
DW RECOMIENDA
- Fecha 31.01.2018
- Temas Estados Unidos, Deshielo Cuba - EE. UU. en video, Cumbre de las Américas, Más noticias y análisis
- Palabras clave Estados Unidos, Donald Trump, Estado de la Unión
- Compartir Enviar Facebook Twitter Google + Más…
- Feedback : Consultas y observaciones
- Imprimir Imprimir esta página
- Enlace permanente http://p.dw.com/p/2rnfN
Trump ofrece el sueño americano apelando al muro, Guantánamo y el rechazo al inmigrante
"Este es nuestro nuevo momento americano", proclama en su discurso sobre el estado de la Unión
Washington
Donald Trump no pudo anoche escapar de sí mismo. En su primer y trascendental discurso sobre el estado de la Unión, ofreció un recital de cómo dar la vuelta al mundo sin moverse del sitio. Quiso ser moderado y solemne, pero ordenó la continuidad de la prisión de Guantánamo. Apeló a los grandes valores del sueño americano y acabó exigiendo un muro con México. Ofreció unidad a una nación fracturada y al final sólo puso sobre la mesa más polarización y rechazo a los inmigrantes. Al cabo de más de una hora de intervención, Trump terminó siendo Trump, el presidente de la división.
“¡Presidente Donald Trump!”. El sargento de armas del Congreso dio la voz y bajo la cúpula del Capitolio se elevó un atronador aplauso. El cuadragésimo quinto presidente hacía su entrada en el santuario de la democracia estadounidense. Traje oscuro y corbata azul eléctrico, Trump avanzó entre saludos y aplausos hacia la tribuna. Iba a ser su primer discurso del estado de la Unión. Esa cumbre del ceremonial estadounidense en el que un presidente, ante las más altas autoridades y con una nación clavada a la pantalla, revisa sus logros y traza la senda que habrá de recorrer el país.
No era un reto fácil. Trump es ante todo un presidente poco convencional. Y quizá por ello mismo tomó la decisión de parecer lo menos Trump posible. Llegó al Congreso después de haber mantenido tres días de excepcional sobriedad tuitera y se dirigió a Estados Unidos con voz grave y un discurso, por momentos, ortodoxo. Desde el primer momento se advirtió la ausencia de su antiguo estratega Steve Bannon, el ideólogo del odio, muñidor de sus proclamas más salvajes.
El resultado fue una intervención muy del gusto republicano, que buscó elevarse por encima de las peleas tribales, pero que no pudo escapar del propio muro que, día a día, durante 12 vertiginosos meses ha construido. No hizo falta que hablase de la trama rusa ni de fake news (bulos). Tampoco que insultase. Sus propios demonios, desde la criminalización del inmigrante al desdén a los derechos humanos, acabaron ahogando sus promesas de unidad y un futuro mejor.
“Este es nuestro nuevo momento americano. Nunca hubo mejor tiempo para empezar a vivir el sueño americano. Esta noche hablaré del futuro que tendremos y del tipo de nación que seremos. Todos nosotros, juntos, como un solo equipo, una sola persona y una sola familia americana”, afirmó al inicio de su alocución, en un intento de salir de la paradoja en la que vive atrapado.
Bajo su mandato, la economía brilla, la tasa de desempleo es la más baja desde 2000 y la Bolsa supera máximos históricos. Pero Trump no ha logrado quebrar el maleficio que le persigue desde el primer día. Su valoración es la peor desde que se tiene registro, y la fractura social se ha ahondado como nunca en medio siglo. Esta quiebra en la confianza tiene su reflejo en el Congreso. De poco ha servido que los republicanos controlen la Casa Blanca y las dos Cámaras. La incapacidad del presidente para el pacto llevó hace apenas 10 días al cierre de la Administración federal. Su reapertura se logró tras un acuerdo agónico que dio de plazo hasta el 8 de febrero para resolver el destino de los dreamers(soñadores), los inmigrantes que llegaron a Estados Unidos siendo menores y ahora ven crecer ante sus ojos la amenaza de la deportación.
Esa cuenta atrás planeó muda sobre toda la intervención de Trump, quien ante congresistas y senadores buscó tender puentes con un mensaje de concordia. “Esta noche tiendo una mano para trabajar con los miembros de ambos partidos, demócratas y republicanos, para proteger a nuestros ciudadanos, de cualquier origen, color y credo. Las comunidades que luchan, especialmente las comunidades inmigrantes, serán ayudadas por políticas migratorias que se enfocan en el interés de los trabajadores americanos y las familias americanas”, dijo.
Pero el ofrecimiento, grandilocuente como toda la intervención, pronto quedó en el vacío. Tras tender la mano, enseñó el puño. Fiel a su estilo, tomó a los dreamers como rehenes y lanzó sobre la mesa una propuesta venenosa. A cambio de permitirles la estancia en el país, pidió la construcción del muro con México, acabar con el reagrupamiento familiar y someter la concesión de visado a criterios de eficiencia económica. Una oferta indigerible para los demócratas, fuertemente anclados en el electorado hispano.
Luego dio un paso más y, en un país con 13 millones de sin papeles, no dudó en vincular la “inmigración ilegal” con la criminalidad y las drogas. Para ello trajo a colación los asesinatos de la mara MS-13, las muertes por sobredosis y hasta los salarios bajos de la clase trabajadora. Frente a este infierno, él se presentó como el defensor de los inocentes y proclamó que su "deber sagrado como presidente era proteger a los americanos”. “Los americanos también son dreamers”, remachó bajo una lluvia de aplausos de los republicanos.
Fue quizá el momento más amargo de todo su discurso. La vuelta al Trump más esperable y cautivo del voto radical. Esa base blanca y obrera que tras un año de Gobierno se mantiene leal y ante la que el presidente exhibió las bondades de su programa de gobierno. Desde los datos de paro hasta los beneficios de su reforma fiscal y los avances de su agenda proteccionista. Los pilares de lo que el presidente denominó una “América fuerte, segura y orgullosa” que, as u juicio, dará otro paso adelante con la puesta en marcha de su plan de 1,5 billones de dólares en infraestructuras. “Podemos ser cualquier cosa, podemos conseguirlo absolutamente todo”, llegó a decir.
Aunque dedicó la mayor parte de su intervención a los asuntos domésticos, no olvidó la política exterior. Pero no para tratar de diplomacia, acuerdos y cooperación. En los antípodas de su antecesor, Barack Obama, el presidente vibró con los cantos guerreros. Pidió una ovación para el secretario de Defensa, el general Jim Mattis, defendió el incremento del gasto militar y apostó por al arma nuclear. “No estamos en el momento de eliminarla”, afirmó.
Aunque en los planes de su Administración, China y Rusia han cobrado la dimensión de adversarios estratégicos, en su discurso pasó de puntillas sobre ellos. Su atención se la dedicó al terrorismo internacional y anunció una orden ejecutiva para asegurar la continuidad de la terrible prisión de Guantánamo. Irán, Cuba y Venezuela también fueron blanco de su censura, pero la preeminencia se la llevó Corea del Norte, “la más brutal y cruel dictadura de planeta”. “Aplicaremos una política de máxima presión”, afirmó, al tiempo que rendía homenaje a los padres de Otto Warmbier, el estudiante estadounidense que murió después de penar absurdamente en prisiones norcoreanas.
Fue un recorrido de músculo donde Trump se mostró más claro que en otros apartados y pudo apelar al sentimiento patriótico que tanto le gusta. “La debilidad es el camino más seguro hacia el conflicto. Y un poder sin par es la forma más segura de defensa”, resumió.
La intervención terminó como empezó. Con una apelación al sueño americano y a la unidad de la nación. “Mientras confiemos en nuestros valores, en la fe en nuestros ciudadanos y en Dios, no fracasaremos”, dijo el presidente bajo una atronadora ovación de sus seguidores republicanos. La bancada demócrata mantuvo el silencio. Lejos de haberles convencido, el presidente había expuesto otra vez la fractura que les separa. La división que desde que llegó a la Casa Blanca le persigue y que anoche Trump, por mucho que quisiera ser otro, volvió a ahondar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario