Urgencia colonial
Por: Narciso Isa Conde
Publicado el: 10 diciembre, 2017 narsoisaconde@gmail.com e-mail: redaccion[@]elnacional.com.do
Las urgencias en el proceso de remodelación de Ciudad Colonial no son los dañinos efectos de las tardanzas multiplicadas, su concentración en la Isabel La Católica, Meriño y transversales, o la no rendición de cuentas de fondos asignados (30 millones de dólares)…
Tampoco el nefasto impacto socio-cultural de la imposición de un diseño “turístico” colonialista que desprecia lo propio y especialmente a los seres humanos que vivimos o trabajamos en la Zona; ni los innumerables desatinos en la calidad de los materiales y contrataciones; e imprevisiones en cuanto a parqueos, carga, descarga, depósito y recogida de basura…
Además, no me refiero a los vicios de construcción y a la suciedad e insalubridad que nos arropa. Ni al abandono y daños ocasionados a monumentos y áreas restauradas; ni a la tutela del Ministerio de Turismo (bajo la conducción de un cuestionado funcionario), ni al hundimiento periódico de los nuevos adoquines o a las inhibiciones irresponsables de la Alcaldía de la Capital, Patrimonio Cultural y Monumentos Históricos; ni al profundo desprecio que exhiben sus ideólogos y diseñadores por los valores y simbolismos de las luchas liberadoras libradas en su territorio.
La urgencia dramática de hoy tiene que ver con el derecho a la vida de los transeúntes o caminantes que usamos las amplias aceras absurdamente combinadas con calles de un solo carril, construidas al mismo nivel y sin obstáculos que impidan la incursión de motocicletas, bicicletas, patines y patinetas a altísima velocidad, incluso conducidos por policías y militares.
Los motociclistas, especialmente las “delivery”, se han convertido en un peligro público en la pequeña parte restaurada de la Ciudad Colonial, donde por la concentración de actividades se ha multiplicado el tránsito de esos vehículos y su intromisión en aéreas exclusivas de peatones, evadiendo incluso reductores de velocidad colocados en las calles y metiéndose por las aceras.
Reina la locura y el desorden y doy fe que en varias ocasiones, transitando a pie, he estado a punto de ser embestido por vehículos de ese tipo.
No han valido advertencias anteriores, por lo que hay que responsabilizar al ministro Francisco Javier y a Marisela Villalona, arquitecta encargada de supervisar, de los desenlaces trágicos que esa irresponsabilidad pueda provocar; mientras ambos, como discípulos de Leonel Fernández y Danilo Medina, de seguro preparan celebrar mediáticamente, con algarabía navideña circense, el lindo soterramiento del cableado que debió hacerse en 6 meses y tardó más tres años, ocultando de paso otras amenazas, males y perjuicios dramáticos.
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