¿Cómo hacer pagar impuestos a gigantes de internet como Google, Apple, Facebook o Amazon? Europa está decidida a batallar pero todavía no ha definido una estrategia para gravar a las megaempresas estadounidenses que revolucionaron la economía.
La idea de imponerles una contribución justa a las GAFA —el acrónimo con el que se conoce a estas cuatro compañías tecnológicas— es un verdadero rompecabezas para los expertos fiscales.
Las reglas impositivas aplicadas actualmente a las empresas están concebidas para la economía tradicional y se basan en el principio de la entidad permanente: sólo pueden ser gravadas las que tengan presencia física en un país, evaluada en función de sus activos (fábricas, maquinaria), del número de empleados y de la facturación.
Pero las empresas de internet pueden ofrecer servicios en la red estando jurídicamente instaladas en el país de su elección, como los estados que les ofrecen condiciones fiscales más ventajosas.
Facebook, por ejemplo, obtiene sus ganancias gracias a datos recabados en toda Europa (33 millones de usuarios en Francia, 31 millones en Alemania), que luego vende a otras compañías.
En ese caso, mientras que las ganancias declaradas en publicidad fueron mínimas en Alemania o Francia, se elevaron en 2015 a 7.900 millones de euros en Irlanda, donde Facebook posee muchos menos usuarios (2,5 millones) que en esos dos países.
De esa forma, los gigantes de Silicon Valley instalan sus sedes en países como Irlanda, cuya fiscalidad para las empresas es la más liviana de Europa (12,5%) y declaran allí todas las ganancias realizadas en los otros países del bloque.
En el caso de Google ocurre algo parecido. Según un estudio sobre Google y Facebook del eurodiputado socialdemócrata Paul Tang, especialista en cuestiones fiscales, entre 2013 y 2015 Alemania habría perdido 889 millones de euros en ingresos fiscales y Francia 741 millones.
Además de Facebook y Google, Apple también se instaló en Irlanda, mientras que Amazon optó por Luxemburgo.
Imponer transparencia
Según la Comisión Europea, la tasa de imposición efectiva sobre el beneficio de los gigantes digitales en la UE es en promedio de sólo 9%, mientras que la de las empresas tradicionales supera el 20%.
En cuanto a Apple, la Comisión Europea evaluó hace poco más de un año en 13.000 millones de euros los impuestos adeudados, por considerar que el gigante estadounidense se había beneficiado de “ventajas fiscales” indebidas por parte de Dublín a cambio de su implantación en Irlanda, que aportó además miles de empleos a ese país.
En agosto de 2016, la Comisión Europea reclamó a la empresa reembolsar el monto, una decisión apelada por Irlanda y por Apple.
Para Bruselas, el trato de favoritismo dispensado a Apple por Dublín le permitió sacar ventaja de una tasa impositiva efectiva sobre las empresas de 1% sobre sus beneficios europeos en 2003 —un índice que disminuyó a 0,005 % en 2014—, es decir mucho menos que los 12,5% normalmente vigentes en Irlanda, que ya era la más baja de Europa.
Ante esa situación, se están estudiando varias soluciones.
Francia propone gravar la facturación en cada país europeo en lugar de hacerlo sobre los beneficios. La propuesta, presentada en septiembre por el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, a sus pares europeos, recibió según el Gobierno francés el respaldo de una veintena de países, entre ellos Alemania, Italia y España.
Otros Estados como Chipre, Malta, Irlanda o Luxemburgo, que se benefician de la competencia fiscal en la Unión Europea, se oponen.
Algunos países prefieren que el tema se resuelva a nivel internacional, en el seno del G20 o de la OCDE para evitar que países exteriores a la UE se aprovechen de la bonanza que representan los gigantes de internet en términos fiscales.
Por su parte, la Comisión Europea anunció su intención de presentar sus propias propuestas en 2018 y defiende una profunda reforma de las reglas fiscales internacionales.
Bruselas desempolvó un proyecto de 2011 para establecer una base imponible común y consolidada del impuesto sobre sociedades (BICCIS).
La BICCIS obligaría a todas las multinacionales que tengan una actividad en la UE y cuyo volumen de negocios total consolidado supere los 750 millones de euros a tener un solo lugar de imposición, un solo contacto con una administración fiscal.
Sin embargo, ese impuesto se repartiría en todos los países donde la empresa ejerza una actividad.
En paralelo la OCDE examina una solución a nivel mundial, que presentará a los ministros de finanzas del G20 y que incluiría también a Estados Unidos.
“Los estadounidenses se encuentran en la misma situación que nosotros: su propia fiscalidad no está adaptada a esta economía y ellos también sufren pérdidas de ingresos fiscales” dijo el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.
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