Por COLLEEN LONG y TOM HAYS
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NUEVA YORK (AP) — Un tirador en Las Vegas, apostado en una habitación de la planta 32 de un hotel desde la que puede ver a 22.000 personas que asisten a un festival de música country en la calle, es el tipo de escenario de pesadilla que enfrenta la policía en los lugares donde se mezclan grandes multitudes y rascacielos.
Desde dos ventanas rotas del Mandalay Bay Resort, nada obstaculizaba la visión de Stephen Craig Paddock para disparar una rápida lluvia de balas sobre la multitud, que tenía pocos lugares en los que resguardarse. Los sobrevivientes de la masacre del domingo por la noche, que causó 59 muertos y más de 500 heridos, comparan repetidamente la situación con disparar a peces atrapados en un barril.
En ciudades como Nueva York, Chicago y Austin, en Texas, donde hay grandes eventos en la calle planeados para los próximos días, la policía trataba de tranquilizar el martes a los atemorizados residentes con algunas de las precauciones que se están tomando para evitar un escenario como el de Las Vegas.
El jefe de la policía de la ciudad de Nueva York dijo que suele colocar a buenos tiradores con prismáticos en las azoteas para revisar cualquier ventana cercana en busca de posibles amenazas. Además, los helicópteros sobrevuelan los eventos con francotiradores a bordo y los detectives realizan barridos de seguridad en los hoteles próximos.
Pero reconoció que no hay mucho más que se pueda hacer.
“Entendemos que ninguna ciudad ni localidad en este país es completamente inmune a ese odio desatado”, dijo el director del Departamento de Policía de Nueva York, James O’Neill.
David Katz, director general de Global Security Group, que realiza entrenamientos con tiradores activos en todo el mundo, añadió: “La respuesta que si hay un francotirador haya un contra-francotirador”.
Pero “no se pueden desplegar unidades policiales con francotiradores en todas partes”, señaló Katz. “En algún punto hay demasiadas cosas ocurriendo a la vez, demasiadas oportunidades para frenarlos a todos. Desafortunadamente, si alguien tiene la intención de hacer daño, encontrará la forma de hacerlo”.
El alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, que el domingo será uno de los 45.000 corredores que participarán en la maratón anual de la ciudad, dijo que funcionarios de emergencias, incluyendo autoridades federales, llevaron a cabo una docena de talleres para abordar los diversos escenarios y están preparados para “cualquier eventualidad”.
“La gente no se presenta el día de la maratón y decide correr 42 kilómetros (26 millas). Entrenan todo un año”, señaló Emanuel. “Lo mismo ocurre con la policía de Chicago”.
A pesar de las garantías de una fuerte presencia policial en el festival de música Austin City Limits de este fin de semana, que se espera que reúna a 75.000 personas por día en el centro de la capital de Texas, los organizadores ofrecían reembolsos a quienes se sientan incomodos tras la balacera de Las Vegas.
Quizás el ejemplo más claro de la gestión de grandes multitudes es Nueva York, donde sus 36.000 agentes de policía suelen estar en alerta máxima por eventos como la celebración del Año Nuevo en Times Square, el desfile de Acción de Gracias de Macy’s, el del Día de Colón que se celebrará el lunes o algunos partidos de los Yanquis.
En estas ocasiones, el departamento despliega a agentes con chalecos antibalas y armas potentes en todo el perímetro, tiradores en las azoteas cercanas para revisar las ventanas de otros inmuebles y a policías en la calle con megáfonos advirtiendo a los residentes en edificios próximos que mantengan las ventanas cerradas.
Los detectives también incrementan las redadas de seguridad en los hoteles, especialmente antes de la temporada de vacaciones. Y el departamento tiene un programa para entrenar a miles de empleados, desde limpiadoras a personal de seguridad, para detectar explosivos o diferenciar una bolsa de golf de una funda de armas.
David C. Kelly, subdirector gerente de la firma K2 Intelligence, y antiguo subcomisario de antiterrorismo de la policía de Nueva York, dijo que la balacera obliga tanto a la seguridad privada como a las autoridades a dar a los acontecimientos más habituales un trato que solía reservarse a ocasiones especiales como la visita de un presidente o el papa.
“Tal vez eso es lo que hay que hacer ahora”, dijo Kelly. “Está obligando a las fuerzas de seguridad a ver esto en tres dimensiones, el auto en la multitud, la bomba en la mochila, y ahora el asalto desde el aire”.
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Los periodistas de The Associated Press Deepti Hajea en Nueva York, Sophia Tareen en Chicago y Will Weissert en Austin contribuyeron a este despacho.
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