domingo, 3 de mayo de 2015

Hipólito Mejía ante la Historia (I, II) / Por BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO

Por 
bgp[@]jgseguridad.net 
30 abril, 2015 2:00 am
Aquella noche de 1994, José Francisco Peña Gómez bajó a la sede del partido en la avenida Bolívar y cuando entraba al local me dice: compai, apóyeme.
Pronunció un discurso lento, profundo, bien meditado e informó que se desmontaba el plan organizado y listo para ejecución: si Joaquín Balaguer desconocía los resultados de las urnas: sectores jóvenes de las Fuerzas Armadas impondrían la voluntad popular.
Hipólito Mejía, Presidente RD 2000-2004
Para ello, una de las principales acciones sería matar la culebra por la cabeza: decapitar el balaguerismo y proceder con un Estudio de Estado Mayor que daba como posibles cita de muertos, como muchos, unos 200 esbirros, asesinos y ladrones.
La explicación última de Peña Gómez era “la otra vez que llamé el pueblo a las calles hubo miles de muertos, ahora no se sabe cuánta sangre correría”. Ahí está la historia. Peña contuvo las masas y todos sabemos qué pasó.
En mayo del 2012 el Partido Revolucionario Dominicano ganó las elecciones nacionales y Leonel Fernández, ante el justificado temor de ser sometido a la justicia y encarcelado por la comisión de delitos de corrupción, lo cual provocó que volcara todo el poder del gobierno para impedir el bien ganado puesto de Presidente de la República.
Desde temprano de aquel perfumado día de mayo, comenzaron a llegar informes escandalosos, peligrosos, de violaciones a todo tipo de leyes, acuerdos electorales. Las viejas mañas aprendidas de exiliados cubanos y de trujillistas-balagueristas: trastrueque de urnas, traslado de mesas y colegios, presiones de guardias que no huelen a pólvora y policías acostumbrados a golpear presos amarrados, un río dinero y presionar con helicópteros que sobrevolaron las casas de los dirigentes provinciales. A todo esto, teníamos la Junta Central Electoral a favor del candidato del gobierno.
La indignación y la rabia crecían en todo el país, la efervescencia política es como la gasolina que en ocasiones prende por simpatía.
Aquella vez Hipólito Mejía desmontó cualquier conato de rebelión, conocedor de que la flama está en el corazón y que sólo una cabeza fría que piense más en la democracia que en sí, puede desmontar el fuego. Habló y echó un jarro de agua fría sobre las cabezas.
El domingo pasado los informes llegaron temprano: documentos incompletos, algunos firmados de antemano, desaparición de nuevos inscritos si no favorecían a un determinado candidato, padrones incompletos. Llegada de documentación hasta con 18 horas de retraso.
Un disgusto generalizado, una sola queja extendida sobre la geografía política nacional. Si la tendencia Hipólito 16 tiraba un fósforo se incendiaba el país.
Nuevamente Hipólito, con sabiduría, profundidad, salva al nuevo partido del escándalo, de la división, fortalece la unidad y contribuye a la consolidación del PRM con un amplio y profundo espíritu democrático.
¡Ese es Hipólito Mejía!
http://hoy.com.do/hipolito-mejia-ante-la-historia/autor/bonaparte-gautreaux-pineyro/

Hipólito Mejía ante la Historia (II)

Por 
bgp[@]jgseguridad.net 
02 mayo, 2015 2:00 am
Hipólito actúa, conscientemente, contra los estereotipos que tanto dañan a una sociedad con escasos referentes locales de respeto a la diferencia.
¿Usted ha visto algo más caricaturesco y ridículo que un Presidente de la República del siglo XIX, luego Trujillo y algunos de sus cortesanos, con bicornios? ¿Ha visto cuadros de escenas de guerra en las que nuestros combatientes, que fueron descalzos a la guerra, aparecen vestidos como soldados europeos?
Lo grave es que ese personaje está estereotipado en el imaginario nacional como un Presidente. Somos hijos del espejismo, el allante, la promesa demagógica: les voy a hacer. Así vestimos, así pensamos, así actuamos.
Héctor Incháustegui Cabral en “El pozo muerto” explica su profesión de fe trujillista bajo el argumento de que los intelectuales europeos admiraban y loaban a Franco, Mussolini y Hitler. Así, por imitación, actuaron como los niños embrujados por la música del flautista de Hamelin.
Juan Bosch rompió con el paradigma y decidió recibir el poder, en los bajos del edificio del Congreso Nacional, vestido con un traje blanco, como manda el clima.
La noche del excelente concierto ofrecido por Pau Casals, el Presidente Bosch asistió vestido de blanco al espectáculo ofrecido en el Palacio de Bellas Artes. Para la cretinada criolla Bosch había roto el protocolo que manda ropa oscura para la noche. Fue objeto de grandes críticas por parte de una derecha ignara cuya misión ha sido frenar y mal orientar el país.
Este pueblo sabe lo que quiere y tiene sus preferencias que son desviadas y manipuladas por orientadores que redirigen hacia lugares equivocados sus buenas intenciones.
Aquí tenemos tres formas de pronunciar la palabra miel: miei, para el cibaeño, mier, para el sureño, y miel ahora para la mayoría.
Durante la campaña electoral del 2000 el candidato Hipólito Mejía habló con su característica campechanía, con el lenguaje del pueblo, con refranes, dichos y ocurrencias de los que usamos todo el día en todos los lugares.
Al pueblo le gustó ese candidato que se parecía a él, ese candidato que hablaba y actuaba en dominicano, como cualquier hijo de vecino. Nadie cuestionaba su habla, todos celebraban los chistes, la humanización en el uso del lenguaje y el desenfado con el cual explicaba sus posiciones, sus propuestas, su esperanza de que entre todos construyéramos un país mejor, pero para todos.
Hipólito creó un estilo de hacer política sin ostentación verbal, con propuestas entendibles, con profundo apego al respeto a los demás, con un gran amor a la democracia.
Los estereotipados seguidores del saco y la corbata combaten la sencillez del lenguaje pero no pueden cuestionar la seriedad, honestidad personal y política de Hipólito Mejía. No disminuyen su grandeza. Recordemos, que ni robó, ni mató.
http://hoy.com.do/hipolito-mejia-ante-la-historia-ii/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario