Una investigadora del International Crisis Group y un exjefe de operaciones internacionales de la DEA explican a Bloomberg Línea cómo han cambiado las redes criminales en la región, mientras que cifras, datos oficiales y otros expertos lo confirman.
La mutación del narcotráfico en América Latina: sus tentáculos se extienden a Ecuador y Costa Rica.
La expansión del narcotráfico hacia países como Ecuador y Costa Rica no es una casualidad, sino el resultado de una transformación silenciosa pero profunda en las dinámicas del crimen organizado en América Latina. Lo que antes eran rutas periféricas hoy se han convertido en centros logísticos clave para redes criminales que operan con una lógica empresarial, adaptándose con rapidez a los vacíos institucionales y a las oportunidades del mercado global de drogas.
Ecuador, con su ubicación estratégica y una creciente fragilidad institucional, ha pasado de ser un país de tránsito a convertirse en un escenario de violencia y disputa territorial entre bandas locales e internacionales. Costa Rica, por su parte, enfrenta el desafío de mantener su imagen de estabilidad democrática mientras lidia con un aumento sostenido del crimen organizado y el narcotráfico en sus costas y puertos.
Lo más preocupante es que esta mutación no solo implica más droga, sino más corrupción, más violencia y una erosión progresiva de la confianza ciudadana en las instituciones. Las organizaciones criminales ya no solo trafican sustancias: infiltran gobiernos locales, financian campañas políticas y controlan economías informales.
Frente a este fenómeno, las respuestas tradicionales —más policías, más cárceles, más interdicción— resultan insuficientes. Se necesita una estrategia regional que combine inteligencia, cooperación transnacional, fortalecimiento institucional y, sobre todo, inversión social. Porque mientras el crimen organizado se moderniza y se expande, muchos Estados siguen atrapados en recetas del pasado.
"La mutación del narcotráfico en América Latina ya no se limita a los países tradicionalmente productores. Hoy, redes criminales transnacionales han extendido sus tentáculos a territorios como Ecuador y Costa Rica, aprovechando vacíos institucionales, rutas logísticas y debilidades estructurales. Esta transformación exige que dejemos de pensar en el narcotráfico como un fenómeno aislado y lo abordemos como una amenaza regional que requiere inteligencia compartida, cooperación transfronteriza y, sobre todo, inversión social sostenida."
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