Catedral de Burgos, 800 años rozando el cielo
Resulta imposible imaginar la ciudad española de Burgos sin sus vertiginosas agujas caladas en las que rematan las torres de su catedral, primera catedral gótica de la Península Ibérica y modelo para las siguientes que, desde hace 800 años, definen el perfil de la ciudad y la hacen inconfundible.
Burgos era, a comienzos del siglo XIII, una ciudad regia y en expansión hacia Europa a través de las alianzas políticas. La ciudad española, cruce entre el Camino de Santiago y la ruta hacia Toledo, se había convertido en un importante enclave comercial.
Por ello necesitaba una nueva catedral acorde con el rango y la importancia que cobraba, siendo capital del Reino Castellano-Leonés.
El poder político y el eclesiástico, encarnados en el rey Fernando III, el Santo, y el obispo Mauricio, se unieron para dotar a Burgos de una sede episcopal a la altura de su poderío.
El proyecto levantaba el templo en la misma falda del Cerro del Castillo, ocupando el lugar de la anterior catedral románica.
El obispo Mauricio había estudiado en París y conocía las grandes catedrales francesas y así, con arquitectos y maestros franceses, traídos a la urbe por el obispo, se inicia la primera construcción, que sigue el modelo de Notre Dame de París, logrando para Castilla y León la primera catedral gótica de la Península Ibérica, que fue modelo para las siguientes.
Su construcción fue muy rápida. En los nueve primeros años se terminó el ábside, la cabecera, la girola con sus capillas absidiales y estando lista para el culto en 1230, año de su primera consagración. A partir de entonces, se comienza a derribar la catedral románica, intacta hasta entonces.
Las obras finalizan en 1260, todo un récord para una catedral. No obstante el templo, como es habitual, continuará ampliándose a lo largo del tiempo con nuevas edificaciones de distintos estilos.
Por esta magistral integración de todos ellos, desde el gótico clásico al flamígero, con elementos mudéjares, renacentistas, manieristas, barrocos, incluso neoclásicos, la catedral de Burgos fue declarada -por sí sola- Patrimonio Mundial de la Unesco en 1984.
REPLETA DE MOTIVOS DE INSPIRACIÓN MUDÉJAR
“Burgos es una de las catedrales más hermosas desde el punto de vista estético, con unas proporciones extraordinarias, pero tiene una peculiaridad que la distingue del resto de catedrales españolas y es que es la más hispana de todas”, así lo afirma el historiador medieval y novelista, José Luis Corral, autor de “El enigma de las catedrales. Mitos y misterios de la arquitectura gótica”.
“Fueron muchas cuadrillas de obreros burgaleses los que levantaron esta gran obra, entre ellos llama la atención, las cuadrillas de población musulmana de la morería. No tenían ningún problema en trabajar en catedrales cristianas», señala Corral.
Este experto también habla de otro dato que no se suele tener en cuenta en estos templos y es la destacada presencia de mano de obra femenina que trabajó en las obras de las catedrales góticas, como la de la vecina ciudad de León, que se calcula que era en torno a un tercio del total de trabajadores.
La Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Santa María de Burgos ofrece un recorrido artístico de diferentes estilos que da fe del genio creativo de arquitectos, escultores y artesanos llegados de toda Europa y que demuestran el poder que tenía la capital castellana en aquella época.
Fue un proyecto que logró reunir a lo mejor de cada gremio. Desde la familia de arquitectos y escultores apellidados Colonia (Juan, Simón y Francisco), a otros maestros como Gil y Diego de Siloé, Felipe Vigarny o Juan de Vallejo.
En su estructura interior se perciben dos fases claramente identificables: la gótica clásica del siglo XIII y otra de los siglos XV y XVI, de gótico flamígero, protagonizada por la mencionada familia Colonia.
FÉ EXPRESADA EN PIEDRA
De todas las capillas que bordean esta catedral de advocación mariana, es decir, dedicada a la Virgen María, destaca la Capilla de la Purificación o de los Condestables, ejemplar único de gótico tardío o flamígero, obra de Simón de Colonia que, por sí misma, es como una catedral en miniatura, pues presenta todos sus elementos y remata en altura en una valiente bóveda estrellada y ricamente calada por la que entra la luz, “la luz de Cristo”, que nos ilumina.
Y es que en su faceta espiritual y simbólica, la concepción del templo gótico se entiende como Casa de Dios en la Tierra, que nos recuerda la salvación de las almas.
Como sintetiza el profesor, René Payo Hernanz, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Burgos, “por encima de sus innumerables méritos estéticos y artísticos, la Catedral de Burgos es mucho más que un monumento, es la prueba visible de la fe expresada en piedra”.
Es la idea de la catedral gótica, como la Jerusalén celeste reflejada en la Tierra, el anuncio de la belleza absoluta de Dios.
Su restaurado interior y exterior -que se inició en 1994-, permite apreciar esta joya gótica como la vieron sus primeros creadores a principios del siglo XIII, sin ese tizne negro que ocultó durante mucho tiempo su luminosa piedra blanca, proveniente de las canteras de Hontoria, una localidad próxima a Burgos.
“Mucha gente dice que está demasiado limpia, pero lo que vemos ahora es lo más parecido al original”, explica el profesor.
Además, la restauración descubrió otros tesoros ocultos: “que nos han demostrado que esta catedral era una fiesta de la policromía. Hay sobrados ejemplos, como la imagen de Santa Ana, cercana a la puerta del Sarmental, cuya restauración desveló todo el color que supuso el siglo XV.”
CUANDO LA BELLEZA TERRENAL SE CONSIDERABA CAMINO A LA REVELACIÓN ESPIRITUAL
La fachada principal, la puerta del Perdón, tiene una portada reconstruida a finales del siglo XVIII en estilo neoclásico, pero gótica es toda su restante altura. Salvando el gran rosetón, con vidrieras, las únicas originales del siglo XIII. En el tercer nivel se abre la Galería de los Reyes en torno a la imagen de la Virgen a quien está dedicado el templo.
A ambos lados, sus centinelas torres rematan en dos agujas caladas, potentes y delicadas a la vez que se proyectan hacia el cielo, obra de Juan de Colonia, el mismo que realizó el cimborrio primitivo, que se hundió en 1538, siendo Juan de Vallejo el encargado en levantar el actual sobre cuatro gigantescas columnas, donde un sistema de pechinas da lugar al gran octógono que culmina en la asombrosa cúpula de estrella.
La puerta del Sarmental presenta un conjunto escultórico muy clásico del siglo XIII, con el obispo Mauricio en el parteluz, su principal promotor.
La puerta de Coronería, decorada con una sobria representación de apóstoles en las jambas, también del XIII, conocida por Puerta Alta al estar a más altura que el resto, cuenta con un desnivel que salva en su interior, la elegante y equilibrada, Escalera Dorada de Diego de Siloé, renacentista e inspirada en Bramante.
LOS RESTOS DEL CID Y SU ESPOSA
La catedral alberga desde hace un siglo, julio de 1921, la tumba oficial de Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador y de su esposa doña Jimena, con lo que el monumento se integra dentro de la historia de la Reconquista, un período de casi ocho siglos que duró la recuperación cristiana de la Península.
La ciudad de Burgos festejaba así el 700 aniversario del inicio de su catedral, al dar un digno enterramiento a los restos del Cid que, desde el expolio por las tropas francesas de su sepulcro en el cercano monasterio de San Pedro de Cardeña (a 10 kilómetros de Burgos) a finales de 1808, sus huesos quedaron dispersos en distintos puntos, incluso por varios puntos de Europa.
Pero su enterramiento en San Pedro de Cardeña no fue voluntad personal del Cid. Cuando murió en 1099 tras tomar la ciudad de Valencia, fue inhumado en la catedral levantina, sin embargo, tres años después de su muerte, doña Jimena tuvo que exhumarlo apresuradamente y trasladarlo a Burgos al tener que rendir de nuevo Valencia a los musulmanes.
Una sencilla lápida de jaspe rojizo de 3 metros de largo y 1,90 metros de ancho, con un escueto epitafio del historiador Menéndez Pidal, señala en el crucero de la catedral que allí está enterrado “Rodrigo Díaz Campidoctor, el que en buena hora nació; y su mujer Jimena, de regia estirpe nacida”.
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