Puntos de vista martes, 11 de agosto de 2020
POLÍTICA Y CULTURA
¿Se inicia el fin del Estado “Zafacón”?
Tony Raful
El trascendental anuncio del Presidente Abinader donde informa que destinará dos mil millones, que ahorrará por disolver entidades innecesarias, para cubrir dos millones de personas en la cobertura universal del seguro de salud, es más importante que toda la palabrería insulsa de los administraciones precedentes, que hipertrofiaron la maquinaria del Estado, convirtiendo gran parte del país en dependiente parasitaria de sus instancias fosilizadas. Con la eliminación del Fondo Patrimonial de las Empresas Reformadas FONPER), foco activado de corrupción implícita, se da la señal de una gestión honrada, que está inmersa en una labor de adecentamiento de las estructuras del Poder tradicional. Al enunciar un conjunto de entidades públicas llamadas a desaparecer una parte, y otras a fusionarse, evitando la duplicidad de funciones, el Presidente Abinader mete el dedo en la llaga purulenta del cuerpo de la corrupción en nuestro país. Y lo hace para adecentar la función pública y fortalecer la vocación de cambios que está estremeciendo la sociedad dominicana. La concepción de un Estado “Benefactor”, capaz de suplir todas las demandas sociales o neutralizar la mayoría de ellas en aras de la paz, ha resultado ser un fiasco, una estafa política, degradándose en Estado “Zafacón”. La cantidad de instituciones disfuncionales, carentes de vinculación real con la producción, abundan en demasía. Bajo ropaje retórico se dilapidan en sueldos lujosos, cuantiosos recursos materiales, basado en la vieja enunciación de la “demanda inducida” creando un modelo económico sustentado en una activación económica sobre la base de un aumento del gasto público rememorando la teoría keynesiana. En este caso el gasto público ha generado un mercado de consumo que no está apoyado en el incremento de las fuerzas productivas. Un Estado parasitario, donde la activación económica no responde al desarrollo social de las clases, sino de una creciente ola de corrupción que embota toda racionalización de las inversiones prioritarias, cayendo en terreno abierto no regulado, con la presencia de mafias, cuyo control de puntos estratégicos de la economía nos convierte en paraíso fiscal del delito y la sevicia de ajustes de carteles. El Presidente Abinader se enfrenta a la dura tarea de liquidar de cuajo el despilfarro y a la vez, orientar la funcionalidad de las empresas públicas, impulsando al sector privado, otorgándole al Estado el papel de incidencia reproductiva de soporte y reglas claras de juego, y no de suplencia económica, cortando la cabeza a la política inorgánica de los sectores extraditables enquistados en los patrocinios económicos del poder político. Luis Abinader ha hecho público sus propósitos de reorientar el gasto público, de estimular la inversión privada saneada y reproductora de plazas de trabajo en beneficio del país. El Estado dominicano se atiborró de instituciones supernumerarias, improductivas, bajo el rótulo de reformas, alistando en sus nóminas a empleomanías inorgánicas como garantes de la estabilidad social. Ese modelo zozobró. La tarea de esta coyuntura la está trazando el Presidente Abinader, con objetivos definidos, para recuperar el valor de nuestras riquezas materiales y humanas, bloqueando toda tentativa de cohecho y estafa.
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