Hiroshima y Nagasaki | ¿Por qué si Einstein era un pacifista, firmó la carta que impulsó la idea de la bomba atómica en EE.UU.?
“Cometí un gran error en mi vida”, se lamentó el físico Albert Einstein pocos meses antes de morir en 1955.
Su aflicción venía de un terrible suceso que había ocurrido casi 10 años antes, una masacre que aún no tiene comparación y de la que él en parte se sentía responsable.
El 6 y 9 de agosto de 1945 Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón.
Los cálculos más conservadores estiman que para diciembre de 1945 unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades, a causa de la explosión y la radiación.
Otros estudios afirman que en realidad pudieron ser más de 210.000.
Desde entonces, ningún otro país se ha atrevido a realizar un ataque nuclear.
“Quizás puedan perdonarme”, dijo Einstein, según escribió en una carta su amigo Linus Pauling, para entonces premio Nobel de Química y luego premio Nobel de Paz en 1962.
Las razones por las cuales se asocia a Einstein -quien se consideraba un “pacifista convencido”-con la bomba atómica son básicamente dos: una científica y otra política.
Por una parte, su famosa fórmula E=mc² es uno de los principios para su funcionamiento.
La otra razón es que en 1939 Einstein envío una carta al entonces presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, que impulsó la idea de una bomba atómica a nivel gubernamental.
La historia, sin embargo, es más compleja y, según los expertos, Einstein sale mejor librado de lo que él mismo pensaba.
“Él contribuyó, pero no tuvo un rol tan importante en el desarrollo de la bomba”, le dice a BBC Mundo Alex Wellerstein, historiador especialista en armas nucleares.
“No es tan importante como la gente piensa”, añade Wellerstein.
E=mc²
En 1905, 40 años antes de las bombas, Einstein publicó la que hoy es considerada una de las fórmulas más famosas de la historia: E=mc².
En esencia, la formula establece que la energía (E) es igual a su masa (m) multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado (c²).
Eso quiere decir que una pequeña cantidad de masa equivale a inmensas cantidades de energía.
Ese principio explica, por ejemplo, por qué solo unos cuantos kilos de uranio y plutonio que se utilizaron en las bombas atómicas fueron suficientes para crear una explosión con una energía equivalente a más de 15.000 toneladas de TNT en el caso de Hiroshima, y de 21.000 toneladas de TNT en Nagasaki.
La relación entre la ecuación y la bomba parece tan directa que, en julio de 1946, la revista Time publicó en portada una ilustración del rostro de Einstein, y de fondo, la nube en forma de hongo que produjeron las explosiones.
En medio del humo se lee “E=mc²”.
El artículo de Time dice que Einstein “fue el padre de la bomba” porque “fue su ecuación la que hizo la bomba teóricamente posible”.
Para otros, sin embargo, la relación no es tan clara.
“E=mc² te explica de dónde viene la energía, pero no te dice cómo hacer una bomba atómica”, dice Wellerstein. “Ni siquiera dice que una bomba atómica sea posible”.
“La ecuación puede ayudar a entender por qué funcionan las bombas atómicas, pero en realidad no dice cómo funcionan”, escribe Wellerstein en su blog Nuclear Secrecy.
“E=mc² te dice tanto sobre una bomba atómica como las leyes de Newton sobre misiles balísticos”, añade el historiador.
Una carta de advertencia
La otra asociación de Einstein con la bomba atómica fue la carta que envió al presidente Roosevelt en 1939, seis años antes de los bombardeos.
Einstein preparó la carta junto a su colega húngaro Leo Szilard, aunque este último no la firmó.
En la misiva se advertía a Roosevelt de que la Alemania de Hitler estaba avanzando en investigaciones sobre reacciones en cadena y podría estar en camino de desarrollar bombas atómicas.
Einstein advertía que esto podría ocurrir “en el futuro inmediato”, y que podrían lograr la construcción de un nuevo tipo de bombas extremadamente potentes.
“Una sola bomba de este tipo, transportada por barco y explotada en un puerto, podría destruir todo el puerto junto con parte del territorio circundante”, se lee en la carta.
Aun así, Einstein no veía que este fuera un escenario que se pudiera dar por seguro, y, de hecho, se equivocó en una de sus estimaciones.
“Tales bombas podrían ser demasiado pesadas para el transporte aéreo”, escribió, cuando lo cierto fue que ambas bombas fueron lanzadas desde aviones B29.
La carta recomendaba mantener un contacto permanente entre el gobierno y los físicos que investigaban el tema nuclear en EE.UU., asegurar los suministros de uranio, destinar fondos para trabajos experimentales y buscar la cooperación de laboratorios industriales.
La carta en ningún momento sugiere la fabricación de una bomba atómica, sin embargo, algunos expertos la consideran crucial.
“La carta de Einstein-Szilard al presidente Roosevelt cambió el curso de la historia al impulsar la participación del gobierno estadounidense en la investigación nuclear”, afirma el portal Atomic Heritage Foundation, una organización dedicada a preservar la memoria de asuntos nucleares.
“La carta condujo a la creación del Proyecto Manhattan”, dice la fundación, refiriéndose al proyecto secreto creado en 1941 con el que EE.UU. desarrolló su primera bomba atómica.
Otros historiadores, sin embargo, no creen que exista una relación tan directa entre la carta de Einstein y la creación del Proyecto Manhattan.
“La carta no dice que fabriquen una bomba atómica, dice que es algo a lo que deben prestar atención”, explica Wellerstein.
“Ahora, también es cierto que Einstein no era tan ingenuo como para pensar que prestarle atención al tema no podría llevar al desarrollo de un arma”, matiza el historiador.
Michael Gordin, historiador especialista en ciencias físicas en la Universidad de Princeton, incluso da un paso más.
“Él dijo que solo había firmado la carta. Eso no es totalmente cierto”, dice Gordin a BBC Mundo.
Según explica, Einstein tuvo contactos con los grupos de investigación que precedieron al Proyecto Manhattan y que realizó cálculos sobre las propiedades del uranio.
En sus palabras, “Einstein estuvo al principio de un complicado proceso que llevó a la fabricación de la bomba”.
“Así que sí hizo algo de trabajo”, agrega.
Aun así, Gordin no cree que la intención de Einstein haya sido darle un arma a EE.UU.: “Creo que su intención era darle información al gobierno sobre este problema, para que, si fuera necesario, evitaran que los alemanas lograran hacer la bomba”.
Cuando se estableció el Proyecto Manhattan Einstein no participó en él.
Según explica Gordin, el gobierno lo consideraba un riesgo para la seguridad: “Tenía un historial de apoyar causas de tinte izquierdista, así que no era alguien confiable para guardarle este tipo de secretos”.
Arrepentido
Gordin cree que, aun sin la carta de Einstein, Estados Unidos de todos modos habría desarrollado la bomba.
“Pero el hecho es que la carta fue el inicio del proceso y él se sentía muy trastornado por eso”, dice el historiador.
Tras los ataques, Einstein mostró varias veces su arrepentimiento por haber enviado la carta.
En 1952 el físico escribió a la revista japonesa Kaizo, explicando que su motivación para enviar la carta fue el miedo que le generaba que los alemanes fabricaran la bomba.
“No vi otra salida, aunque siempre fui un pacifista convencido”, escribió el Einstein.
Dos años después le dio una explicación similar a su amigo Linus Pauling.
“Cometí un gran error en mi vida cuando firmé la carta al presidente Roosevelt recomendándole que se fabricaran bombas atómicas”, dijo Einstein, citado por Pauling.
“Pero había una justificación: el peligro de que los alemanes la fabricaran”.
Alemania finalmente no fabricó la bomba y Einstein dedicó la última década de su vida a alertar sobre los peligros de las armas nucleares y a hacer llamados para que los países resolvieran sus conflictos pacíficamente.
Tan solo semanas antes de morir, Einstein se refirió por última vez al asunto de la carta.
“Si hubiera sabido que ese miedo (a que Alemania fabricara la bomba) no estaba justificado… no habría participado en abrir esta caja de Pandora”.
Hoy, 75 años después, la caja de Pandora de donde salieron las bombas de Hiroshima y Nagasaki, aún sigue abierta.
Texto completo de la carta traducida al español:
2 de agosto de1939
F.D. Roosevelt,
Presidente de Estados Unidos,
Casa Blanca
Washington, D.C.
Señor:
Algunos trabajos recientes de E. (Enrico) Fermi y L. Szilard, que me han sido comunicados por manuscrito, me llevan a esperar que el elemento uranio pueda convertirse en una nueva e importante fuente de energía en el futuro inmediato.
Ciertos aspectos de la situación que ha surgido parecen requerir vigilancia y, si es necesario, acción rápida por parte del gobierno. Por lo tanto, creo que es mi deber llamar su atención sobre los siguientes hechos y recomendaciones:
En el transcurso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable, a través del trabajo de (Jean Frédéric) Joliot en Francia, así como de Fermi y Szilard en Estados Unidos, que sea posible establecer una reacción en cadena nuclear en una gran masa de uranio, mediante la cual se generarían grandes cantidades de energía y grandes cantidades de nuevos elementos similares al radio. Ahora parece casi seguro que esto podría lograrse en el futuro inmediato.
Este fenómeno también podría conducir a la construcción de bombas, y es concebible, aunque mucho menos seguro, que se puedan construir bombas extremadamente potentes de un nuevo tipo. Una sola bomba de este tipo, transportada por barco y explotada en un puerto, podría destruir todo el puerto junto con parte del territorio circundante. Sin embargo, tales bombas podrían ser demasiado pesadas para el transporte aéreo.
Estados Unidos solo tiene minas muy pobres de uranio en cantidades moderadas.Hay buen mineral en Canadá y la antigua Checoslovaquia, mientras que la fuente más importante de uranio es el Congo Belga.
Ante esta situación, puede pensar que es deseable establecer un contacto permanente entre el gobierno y el grupo de físicos que trabajan en reacciones en cadena en Estados Unidos. Una posible forma de lograr esto podría ser confiarle esta tarea a una persona que tenga su confianza y que quizás pueda servir en una capacidad no oficial. Su tarea podría abarcar lo siguiente:
a) acercarse a los departamentos gubernamentales, mantenerlos informados sobre el desarrollo futuro y presentar recomendaciones para la acción del gobierno, prestando especial atención al problema de asegurar un suministro de mineral de uranio para Estados Unidos.
b) acelerar el trabajo experimental, que actualmente se lleva a cabo dentro de los límites de los presupuestos de los laboratorios universitarios, proporcionando fondos, si se requieren, a través de sus contactos con personas privadas que estén dispuestas a hacer contribuciones para este causa, y quizás también mediante la obtención de la cooperación de laboratorios industriales que cuentan con el equipo necesario.
Entiendo que Alemania en realidad ha detenido la venta de uranio de las minas checoslovacas sobre las que ha tomado el control. El hecho de que haya tomado esa acción temprana puede quizás entenderse sobre la base de que el hijo del subsecretario de Estado alemán, von Weizsäcker, está adscrito al Instituto KaiserWilhelmen Berlín, donde parte del trabajo estadounidense sobre uranio está siendo replicado.
Atentamente,
Albert Einstein
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