26 SEP 2018, 12:00 AM | POR NELSON ESPINAL BÁEZ
Ni los empresarios ni la izquierda son enemigos de la democracia
Latinoamérica es una tierra llena de mitos y falacias sobre la democracia. Estas falacias no contribuyen al análisis serio de los procesos políticos. Le pedimos tanto y la cargamos de tanta doctrina ideológica, que siempre quedamos insatisfechos. Doctrinas que fracasan por estar orientadas a fines, salvo la liberal que esta orientada a medios.
Dos de ellas, sirven de título a esta reflexión. Veamos la primera, los empresarios como enemigos de la democracia.
El empresariado latinoamericano no fue siempre adalid de la democracia, pero descubrió sus virtudes al compararla favorablemente con los peores gobiernos autoritarios del siglo XX.
En nuestro país con el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963, en Brasil en 1964, en Chile en 1973, en Argentina en 1976, los empresarios estimularon y apoyaron los golpes militares que derrocaron aquellas democracias latinoamericanas. En El Salvador y Guatemala, a través de los años, muchos empresarios se valían del apoyo de las fuerzas armadas –y, durante los años 80, de grupos paramilitares– para retener su poder. El empresariado mexicano creció durante décadas gracias a la sombra protectora de un régimen autoritario. (J. Dominguez/Harvard Kennedy School)
Sin embargo, los empresarios en diversos países latinoamericanos también contribuyeron de forma decisiva y oportuna a la transición democrática. Los empresarios peruanos encabezaron protestas prodemocráticas a fines del decenio de 1970, cuando encaraban un gobierno militar responsable de un profundo deterioro económico.
Similar comportamiento del sector privado empresarial se observó en esos años en Brasil, primero frente a la competencia desleal de empresas del Estado y, después, con más amplitud, debido a que se difundió la convicción de que solamente un régimen político más abierto podría establecer las bases de convivencia requeridas para una reactivación sostenida de la economía. El empresariado nicaragüense se opuso al autoritarismo sandinista y se opone hoy al régimen de Daniel Ortega.
Hasta Wall Street hizo un aporte a la democratización mexicana en víspera de la elección presidencial de 2000. A través de los diversos fondos de inversión, bancos, corredores de acciones y la prensa financiera, le comunicó a Los Pinos que la clave de la feliz conclusión económica del sexenio de Ernesto Zedillo dependía, no ya de la victoria contra viento y marea del PRI, sino de una elección libre de fraude, confiable y transparente, que permitiera llegar al poder a quien realmente ganaría las elecciones, en este caso Vicente Fox y el PAN. Antes de las recientes elecciones, López Obrador y los empresarios pactaron plan de desarrollo económico.
En nuestro país, el sector empresarial apoyó la transición democrática de 1978, auspició el inicio de los procesos de diálogo sector público, empresarios y sindicatos a partir de 1985 y ha contribuido con mucho peso específico a la educación y la institucionalidad democrática a través de instituciones como EDUCA y FINJUS.
La otra falacia, es sobre la izquierda. He sido critico de una izquierda autoritaria, extremista, generadora de pobreza y más exclusión, como en Cuba y Venezuela. Sin embargo, hay que reconocer que la izquierda latinoamericana resurge en la década de los 80, con una vocación más democrática, a raíz de su necesaria reflexión sobre el valor fundamental de la democracia en sí, y como instrumento para lograr los cambios sociales que valora la izquierda universal.
Gobernaron Chile dos presidentes provenientes de las filas del Partido Socialista, el mismo partido político de Salvador Allende, como parte de una amplia Concertación Democrática, coalición que ya ha sido responsable de extraordinarios y loables pasos de avance en ese país. Gobernó Brasil, eficaz y democráticamente, a pesar de crisis económicas de origen exógeno, Fernando Henrique Cardoso, que en los años 60 y 70 fue el creador, entre otros, de la teoría de la dependencia, además de crítico del imperialismo y fundador del Partido Social Demócrata Brasilero. A su vez, la fundación del Partido de los Trabajadores sirvió también como brazo político del proceso democrático pariendo dos presidentes Lula Da Silva y Dilma Rousseff.
Las protestas obreras en Chile a mediados del decenio de 1980 conllevaron, posteriormente, la formación de la Concertación Democrática y el diseño de una estrategia para poner fin a la dictadura. Las luchas obreras en El Salvador y Guatemala fueron parte de sus procesos de democratización.
En nuestro país, la izquierda política a partir de 1966 puso los muertos y los presos, jugando un papel histórico en su digna resistencia al régimen de Joaquín Balaguer, poniendo en evidencia sus excesos antidemocráticos. Hoy la Izquierda tiene dos diputados legislando con gallardía.
.....
*Associate MIT – Harvard Public Disputes Program. Universidad de Harvard.
https://m.diariolibre.com/opinion/en-directo/ni-los-empresarios-ni-la-izquierda-son-enemigos-de-la-democracia-JO10878908
Ni los empresarios ni la izquierda son enemigos de la democracia
Latinoamérica es una tierra llena de mitos y falacias sobre la democracia. Estas falacias no contribuyen al análisis serio de los procesos políticos. Le pedimos tanto y la cargamos de tanta doctrina ideológica, que siempre quedamos insatisfechos. Doctrinas que fracasan por estar orientadas a fines, salvo la liberal que esta orientada a medios.
Dos de ellas, sirven de título a esta reflexión. Veamos la primera, los empresarios como enemigos de la democracia.
El empresariado latinoamericano no fue siempre adalid de la democracia, pero descubrió sus virtudes al compararla favorablemente con los peores gobiernos autoritarios del siglo XX.
En nuestro país con el golpe de Estado contra Juan Bosch en 1963, en Brasil en 1964, en Chile en 1973, en Argentina en 1976, los empresarios estimularon y apoyaron los golpes militares que derrocaron aquellas democracias latinoamericanas. En El Salvador y Guatemala, a través de los años, muchos empresarios se valían del apoyo de las fuerzas armadas –y, durante los años 80, de grupos paramilitares– para retener su poder. El empresariado mexicano creció durante décadas gracias a la sombra protectora de un régimen autoritario. (J. Dominguez/Harvard Kennedy School)
Sin embargo, los empresarios en diversos países latinoamericanos también contribuyeron de forma decisiva y oportuna a la transición democrática. Los empresarios peruanos encabezaron protestas prodemocráticas a fines del decenio de 1970, cuando encaraban un gobierno militar responsable de un profundo deterioro económico.
Similar comportamiento del sector privado empresarial se observó en esos años en Brasil, primero frente a la competencia desleal de empresas del Estado y, después, con más amplitud, debido a que se difundió la convicción de que solamente un régimen político más abierto podría establecer las bases de convivencia requeridas para una reactivación sostenida de la economía. El empresariado nicaragüense se opuso al autoritarismo sandinista y se opone hoy al régimen de Daniel Ortega.
Hasta Wall Street hizo un aporte a la democratización mexicana en víspera de la elección presidencial de 2000. A través de los diversos fondos de inversión, bancos, corredores de acciones y la prensa financiera, le comunicó a Los Pinos que la clave de la feliz conclusión económica del sexenio de Ernesto Zedillo dependía, no ya de la victoria contra viento y marea del PRI, sino de una elección libre de fraude, confiable y transparente, que permitiera llegar al poder a quien realmente ganaría las elecciones, en este caso Vicente Fox y el PAN. Antes de las recientes elecciones, López Obrador y los empresarios pactaron plan de desarrollo económico.
En nuestro país, el sector empresarial apoyó la transición democrática de 1978, auspició el inicio de los procesos de diálogo sector público, empresarios y sindicatos a partir de 1985 y ha contribuido con mucho peso específico a la educación y la institucionalidad democrática a través de instituciones como EDUCA y FINJUS.
La otra falacia, es sobre la izquierda. He sido critico de una izquierda autoritaria, extremista, generadora de pobreza y más exclusión, como en Cuba y Venezuela. Sin embargo, hay que reconocer que la izquierda latinoamericana resurge en la década de los 80, con una vocación más democrática, a raíz de su necesaria reflexión sobre el valor fundamental de la democracia en sí, y como instrumento para lograr los cambios sociales que valora la izquierda universal.
Gobernaron Chile dos presidentes provenientes de las filas del Partido Socialista, el mismo partido político de Salvador Allende, como parte de una amplia Concertación Democrática, coalición que ya ha sido responsable de extraordinarios y loables pasos de avance en ese país. Gobernó Brasil, eficaz y democráticamente, a pesar de crisis económicas de origen exógeno, Fernando Henrique Cardoso, que en los años 60 y 70 fue el creador, entre otros, de la teoría de la dependencia, además de crítico del imperialismo y fundador del Partido Social Demócrata Brasilero. A su vez, la fundación del Partido de los Trabajadores sirvió también como brazo político del proceso democrático pariendo dos presidentes Lula Da Silva y Dilma Rousseff.
Las protestas obreras en Chile a mediados del decenio de 1980 conllevaron, posteriormente, la formación de la Concertación Democrática y el diseño de una estrategia para poner fin a la dictadura. Las luchas obreras en El Salvador y Guatemala fueron parte de sus procesos de democratización.
En nuestro país, la izquierda política a partir de 1966 puso los muertos y los presos, jugando un papel histórico en su digna resistencia al régimen de Joaquín Balaguer, poniendo en evidencia sus excesos antidemocráticos. Hoy la Izquierda tiene dos diputados legislando con gallardía.
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*Associate MIT – Harvard Public Disputes Program. Universidad de Harvard.
https://m.diariolibre.com/opinion/en-directo/ni-los-empresarios-ni-la-izquierda-son-enemigos-de-la-democracia-JO10878908
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