Cuándo y cómo nos corrompimos
En 1962, tras el advenimiento del régimen de libertades públicas Juan Bosch, recién llegado del exilio, prometía un borrón y cuenta nueva con el trujillismo; no perseguiría a nadie ni habría – como se puso de moda después- una Comisión de la Verdad para ajustar las cuentas pendientes de una sociedad con su propio pasado. En 1966, varios Golpes de Estado y una Guerra Civil después Balaguer, se presentó como el candidato de la paz y ganó por la fuerza; se instauró un esquema contrainsurgente que bien administrado puso a la gente a pensar en endeudarse para un carro, una casa y una nevera en lugar de estar pensando en revoluciones. Bosch y Balaguer tenían idea del país que querían. Uno se transó por el país posible entonces. El otro no. También Peña Gómez pero, las disputas sobre su origen lo convirtieron en un hombre atormentado que tuvo que relegar una visión de país a la preservación de su propia existencia política.
Balaguer gobernó ininterrumpidamente hasta 1978 cuando fue derrotado electoralmente por el PRD al frente de una sociedad hastiada de reformismo, resentida de los crímenes del periodo anterior, temerosa de los instrumentos represivos y convencida de que había demasiada corrupción publica, tanta, que el propio Balaguer afirmaba que la corrupción se detenía en las puertas de su despacho. Ahora el PLD nos ha enseñado que aquella corrupción eran puras boronas comparadas con lo que hacen estos tipos. En esa época, como ciudadanos, nos indignábamos. Ahora, como consumidores lo toleramos y no faltan los que aplauden e imitan.
Antonio Guzmán, de presidente, trajo una racha de aire fresco pero el PRD partido se ocupó de hostigar y acosar a su propio gobierno con exigencias de todo tipo que don Antonio, con frecuencia, tuvo la sensatez de no acoger. Salvador Jorge Blanco quien en 1982 sustituyó a don Antonio se rindió al PRD, el desorden entró al gobierno por todas las puertas disponibles y la corrupción dejó de ser patrimonio reformista para abrazar al perredeismo por igual. Tan mal quedaron las cosas que en 1986 Balaguer resultó legitimado y regresó, ciego y anciano, a la presidencia que ocuparía durante 10 años.
Antonio Guzmán, de presidente, trajo una racha de aire fresco pero el PRD partido se ocupó de hostigar y acosar a su propio gobierno con exigencias de todo tipo que don Antonio, con frecuencia, tuvo la sensatez de no acoger. Salvador Jorge Blanco quien en 1982 sustituyó a don Antonio se rindió al PRD, el desorden entró al gobierno por todas las puertas disponibles y la corrupción dejó de ser patrimonio reformista para abrazar al perredeismo por igual. Tan mal quedaron las cosas que en 1986 Balaguer resultó legitimado y regresó, ciego y anciano, a la presidencia que ocuparía durante 10 años.
Este periodo es crucial en la historia dominicana pero ha sido poco estudiado y peor comprendido. Es verdad que Balaguer estaba ciego y gobernaba de memoria pero esto no fue lo mas importante. El neoliberalismo, el todo vale, la consagración de los mercados por encima de las naciones, la glorificación del lucro, la privatización de todo para desmantelar el Estado; el mundo después del derrumbe de la URSS, la caída del Muro de Berlín y la instauración de un nuevo sistema de valores, estremecieron el mundo y tuvieron un impacto profundo y terrible en la sociedad dominicana. Es la desmoralización generalizada de esa época la que desata mas tarde la corrupción de los peledeistas.
El país dominicano de los años 90 temía al PRD con su secuela de desorganización, caos e incertidumbres. Todavía se recordaba la Poblada de 1984 con sus cientos de muertos y esa imagen perturbadora de que los perredeistas no sabían ponerse de acuerdo, no sabían para donde iban y, menos aun, tenían idea de hacia donde llevarnos a nosotros. En 1994, poniendo todo su capital político en juego Peña Gómez, ganó limpiamente las elecciones pero tampoco lo dejaron ser gobierno. En la inestabilidad política resultante Balaguer se vio forzado a modificar el calendario electoral y llamar a elecciones dos años antes de lo previsto. Tras haber engañado a Peña Gómez (con el tema de la mitad mas uno en lugar de mayoría simple), lo cual nunca fue muy difícil para Balaguer, vinieron las elecciones de 1996 y, sin mayoría para nadie, Balaguer prefirió aliarse al PLD para cerrarle el paso tanto a Peña Gómez como al PRD. El PLD fue escogido en 1996 como una válvula de seguridad contra un regreso del PRD. Así es como llega Leonel Fernández a la presidencia y el PLD al gobierno, lo que se dice de carambola.
El PLD de 1996 vivió una experiencia parecida a la del Congreso Nacional Africano el partido de Nelson Mandela en Sudáfrica. Por su pasado y antecedentes debían ser progresistas, honestos y patriotas pero el mundo había dado un giro brusco a la derecha neoliberal, así es que ambos se quedaron sin programa. Sin experiencia, terminaron adoptando la única ideología que estaba disponible: el neoliberalismo que era la negación de toda la ideología que habían profesado. Querían modernizar el país, la administración pública, las recaudaciones, el orden público y proveer prosperidad y modernidad como ya reclamaba la población en todas partes. Este PLD era hijo de Bosch pero debía su gobierno a otra cosa: haber entendido que el izquierdismo peledeista había caducado con la época, el Muro y la URSS.
En el año 2000, cuando se acercaban las elecciones anticipé que el PRD iba a ganar y ganó. ¿Por que? ¿Por que Hipólito era buen candidato? Quizás, un poco. No lo se, pero dije que iba a ganar porque era un voto de desagravio a Peña Gómez, un voto de un país que se sentía un poco avergonzado de haberle negado la presidencia por su negrura y también por sus indecisiones. El país que votó por el PRD para aplacar su propia conciencia era ya un país distinto pero aun no nos habíamos percatado. El neoliberalismo, la privatización, la modernidad, la prosperidad y el todo vale con tal de estar arriba y tener éxito hacían estragos en todo el mundo y ciertamente entre nosotros los dominicanos.
Todo el mundo sabe la historia de Hipólito Mejía, la crisis bancaria, la chabacanería, los desaciertos y al final de todo esto, el intento reeleccionista donde sucumbió su proyecto ante la emergencia de un Leonel Fernández con un PLD todavía intacto que ofrecía continuar la modernidad empezada, restaurar el crecimiento económico y preservar las libertades públicas. Fue entonces, ya con el neoliberalismo convertido en ideología y política dominante a nivel mundial cuando los peledeistas en el 2004 se hicieron de nuevo con el gobierno. El país y el mundo habían cambiado tanto que ya nadie se reconocía en las ideologías y practicas políticas del pasado reciente. Ni Leonel ni los demás tenían referente. El todo vale se había impuesto. Como oportunamente decía la canción de ABBA, “the winner takes it all”. Lo importante era tener éxito no como hacerlo. La patria, la nación, la lealtad, la piedad, la ética y la honestidad habían pasado de moda. El mundo pertenecía por entero a los ganadores y no había de que arrepentirse. Escapando del desorden del PRD el país se entregó a la euforia modernizadora, a las torres, a la prosperidad ilimitada, al narco, la sexualidad, la imagen, la forma, la publicidad, la mentira, la banalidad. Un nuevo tipo de desorden nos arropó y tampoco no percatamos hasta enero 22 de 2017.
https://acento.com.do/2018/opinion/8603521-cuando-nos-corrompimos/
Pensador, agricultor de vocación. Ha escrito varios libros, entre ellos Operación Estrella, Guerra de purificación y Enigma.
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