Desde teléfonos y tabletas, hasta computadoras y automóviles eléctricos, las innovaciones tecnológicas dependen del cobalto.
El oscuro secreto que da energía a su teléfono
10 nov 2017
Mark Viso, CEO, Pactworld
Mientras estaba en la estación Penn de Nueva York el domingo, veía pasajeros con trajes y turistas con camisetas con la inscripción I Love New York esperando sus trenes a Boston, Washington DC y otros lugares. Pero al contemplar este mar de gente, me di cuenta de que solo podía ver la parte superior de sus cabezas. Todos miraban hacia abajo, navegando por las noticias, escribiendo correos electrónicos o actualizando las redes sociales en sus teléfonos y tabletas.
A un mundo de distancia en la República Democrática del Congo (RDC), el sol estaba cayendo sobre un paisaje con escasa vegetación. El sonido de los martillos y picos era el ruido de fondo constante mientras las personas iban y venían, transportando pesados sacos de rocas que luego eran aplastadas, lavadas y vendidas. Ellas también tenían las cabezas bajas. Su atención solo estaba puesta en reunir la mayor cantidad de material posible para vender al final del día.
Todos los días en la República Democrática del Congo, decenas de miles de hombres y mujeres extraen minerales para ganarse la vida, a pesar de las condiciones difíciles y peligrosas del trabajo. Es uno de los trabajos más difíciles realizados por humanos, pero ofrece la posibilidad de obtener buenos beneficios económicos a quienes lo eligen. Los minerales que extraen, como el cobalto, ayudan a satisfacer la creciente demanda mundial de nuevas tecnologías.
Energía móvil, pérdida humana
Desde teléfonos y tabletas, hasta computadoras y automóviles eléctricos, las innovaciones tecnológicas dependen del cobalto. Estos y otros productos funcionan con baterías de iones de litio, de las cuales el cobalto es un componente esencial. A medida que nuestro deseo por tener el último dispositivo continúa creciendo, también lo hace la demanda de cobalto. Se espera que solo la demanda de baterías recargables se duplique para 2024, y la República Democrática del Congo está en camino de proporcionar dos tercios del cobalto mundial en los próximos dos años.
Si esto suena bien para las empresas, los beneficios no llegan a las personas que trabajan a diario para explotar estos valiosos recursos. Este crecimiento no viene sin desafíos, y uno de los más importantes es el trabajo infantil en la minería.
La República Democrática del Congo es rica en recursos naturales y se estima que más de 10 millones de sus ciudadanos dependen de los ingresos de la minería artesanal y de pequeña escala en todo el país. Pero la pobreza y la inseguridad de los ingresos también son un hecho. Casi el 70 % de la población vive por debajo de la línea de la pobreza. Esto tiene consecuencias inevitables para las poblaciones vulnerables, en especial los niños.
Si bien los niños menores de 18 años no pueden trabajar legalmente en las minas de la República Democrática del Congo, la ley no suele hacerse cumplir por diversas razones económicas y sociales. Como resultado, muchos niños comienzan a trabajar en las minas a una edad muy temprana. Lo que comienza como una actividad secundaria a menudo crece en importancia a medida que pasan los años. Con el tiempo, las familias con ingresos y oportunidades económicas ya limitadas dependen de las ganancias complementarias de sus hijos para cubrir los gastos del hogar, las matrículas escolares y otros artículos.
Para los niños en las minas de la República Democrática del Congo, la minería no es una elección. Como una de las peores formas de trabajo infantil, les roba su niñez, arriesgando su desarrollo físico y mental, y haciéndolos más vulnerables a la explotación.
En enero de 2017, líderes empresariales, gubernamentales y de la sociedad civil de todo el mundo se juntaron en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, para debatir sobre cómo potenciar nuestro deseo colectivo de componer una cadena de suministro de baterías responsable, inclusiva y sostenible. Como escribí en este sitio web en febrero, es fácil culpar a la siguiente persona en la fila, pero todas las partes implicadas han intensificado su respuesta a los impactos laborales, ambientales y de derechos humanos de una cadena de suministro que se extiende más allá de los sectores, los mercados y las industrias. Es un cambio fundamental en la forma en que hacemos negocios.
Hoy, en la Cumbre sobre el Impacto del Desarrollo Sostenible en Nueva York, nos complace presentar públicamente la Alianza Mundial por las Baterías. Nuestra misión es catalizar, acelerar y ampliar la acción y la colaboración entre los sectores público y privado hacia una cadena de valor de las baterías inclusiva, innovadora y sostenible.
Alianza para la sostenibilidad
La Alianza analiza la cadena de suministro de baterías, de un valor de 65 mil millones en 2015, y las industrias relacionadas como un sistema completo. Incluye líderes de la industria, fabricantes de equipos originales, organizaciones internacionales y ONG de los sectores mineros, tecnológicos, ambientales, educativos y de desarrollo. Facilita las asociaciones y cataliza la acción para lograr una estrategia holística y sistémica para enfrentar los desafíos del mercado. Y, lo que es más importante, se complementa y trabaja en colaboración con las actividades nacionales y transfronterizas que ya están en progreso o en las etapas de planificación.
Desde abordar el trabajo infantil y las condiciones de trabajo peligrosas hasta la contaminación del agua y el aire y la sostenibilidad del ciclo de vida de la batería, la Alianza tiene el potencial de revolucionar este mercado mundial. Más que eso, tendrá un impacto en la vida de millones de mineros artesanales y de pequeña escala y sus familias que ayudan a hacer posibles las innovaciones del mundo.
Para los miembros de la Alianza, este no es solo un movimiento responsable, sino uno que nos ayudará a todos a responder mejor ante nuestros clientes, ya sean clientes de teléfonos celulares en Beijing, hogares en la red energética del sur de California o mineros en la República Democrática del Congo.
Espero que otros se unan a nosotros en este movimiento de transformación mundial hacia una cadena de valor de las baterías responsable, inclusiva, innovadora, circular y sostenible.
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