Por José Alejandro Ayuso jayuso@equidad.org.do
Muy personal
En esta última entrega de este 2014 que agoniza solicito la venia de la amable lectoría para referir dos eventos trascendentales en mi vida acaecidos este año: uno es el abandono consciente y definitivo de la actividad político-partidaria y, el otro, el reconocimiento existencial de que me he convertido en un “agnóstico relativo”. Veamos cómo ocurrieron el uno y el otro que hoy marcan un “nuevo yo”, ergo, determinan mi escritura.
Como muchos conocen decidí hace casi tres lustros ejercer mi derecho a la participación política desde el Partido Revolucionario Dominicano, convencido de que la socialdemocracia es la ideología que más se ajusta a mi cosmovisión, como pude comprobar al vivir unos años en la Francia gobernada por François Mitterrand. Por demás, los correctivos estatales para redistribuir el ingreso siempre ha sido para mí un imperativo moral en países donde la desigualdad social es desgarradora, como en efecto sucede en este que me vio nacer y en el que vivo.
Luego de años de militancia en las instancias técnicas del PRD y de participación activa en varias campañas electorales, la facción del partido que hoy ostenta las siglas del mismo decide sacarme del padrón, junto a otros miles que como yo entendíamos tener ciertos derechos adquiridos en función de lo aportado a la institución con muchas horas de trabajo y sacrificio.
La gran mayoría de los expulsados sumariamente pasaron a integrar el “nuevo” Partido Revolucionario Moderno que, oh paradoja de la vida, agrupa las figuras más conocidas y representativas del perredeísmo histórico. Personalmente respeto esa decisión de mis ex compañeros de partido pero, conste en acta, yo decidí no dar ese paso y ahora participo en política desde la sociedad civil. Si bien no pertenezco ya a partido político alguno, seguiré luchando para que los valores de respeto a la ley, inclusión social y no discriminación a persona alguna sean la realidad del país.
El otro acontecimiento surgió con una pregunta que el periodista Andrés Oppenheimer le hizo al escritor Mario Vargas Llosa en una entrevista: ¿Tú crees en Dios? Con su lucidez habitual, la respuesta del Nobel respuesta me hizo reflexionar y, al final, sus argumentos terminaron por convencerme de que en mi había operado la misma transición.
Partiendo de un análisis del escritor húngaro-judío Arthur Koestler, Don Mario expresó que había llegado un momento de su vida en que “le parecía menos imposible que no hubiera nada fuera de esta vida”, que todo lo que existe desaparece con nuestra muerte. “Hay algo más, debe haber algo más”…aunque resulta“difícil que nuestra razón lo entienda y lo describa”. También coincido en creer “que es más aceptable un acto de fe que sostenga que no todo termina en esta vida, que hay algo más allá de ella aunque no sepamos lo que es y que la razón sea insuficiente para llegar a eso…”. A pesar de 50 años escéptico y perplejo ante la existencia de Dios hoy, como Don Mario, me declaro “agnóstico relativo” por la falta de argumentos científicos suficientes para concluir que no existe.
Por último, desear unas felices fiestas navideñas, un nuevo año 2015 lleno de alegrías y prosperidad y que nos reencontremos muy pronto por este medio…¡si Dios quiere!
http://elnacional.com.do/agenda-global-215/
Publicado el 19 de diciembre del 2014 - SANTO DOMINGO
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