EL MUNDO
Opinión: Donald Trump vuelve a atacar y convierte al G7 en G6
Justo cuando parecía que los líderes del G7 habían logrado un comunicado conjunto y habían evitado una disputa abierta, Donald Trump, en un impresionante giro, se retractó. Probablemente sea mejor así.
A veces es bueno quitarse las curitas. Y al dar marcha atrás al comunicado conjunto del G7, aparentemente acordado en el último minuto, a través de Twitter y en un avión en camino a Singapur, el presidente Trump ha hecho precisamente eso. En su tuit, acusó al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, de hacer declaraciones falsas en su conferencia de prensa y dijo que había instruido a sus representantes a "no respaldar el comunicado".
Si realmente se retira del acuerdo, no sería su primera vez. De hecho, Trump es un maestro en retirarse. Sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París, del acuerdo nuclear de Irán, del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y de la UNESCO, por nombrar solo algunos.
Y comparado con algo como el acuerdo con Irán, las consecuencias directas de su salida del comunicado conjunto serán pequeñas al no ser éste vinculante. Pero el daño simbólico podría ser grande. Sería la primera vez que los países del G7 no llegan a un acuerdo en un comunicado conjunto.
Deteriorar y socavar
No obstante, probablemente sea mejor así que tratar de arreglar con papel una grieta fundamental. Porque la aparición del presidente Trump aquí en Quebec dejó en claro, una vez más, lo que siente acerca de los aliados más cercanos de Estados Unidos y el orden internacional de posguerra que Washington ayudó a construir: Trump dejó claro que simplemente no le importa. Y más que eso, Trump activamente está tratando de deteriorarlo y socavarlo.
Una declaración conjunta solo habría suavizado ese golpe, ya que el comunicado publicado afirma que todos los signatarios comparten la creencia en un "comercio libre, justo y mutuamente beneficioso", y se comprometen a combatir el proteccionismo, lo que simplemente no es cierto.
En el corto tiempo que asistió a la cumbre, Trump -el ávido proteccionista- dejó muy claro que, independientemente de lo que diga o deje de decir el documento final, no tiene intención de dar marcha atrás a su política de "Estados Unidos primero", que ha dividido profundamente a su país y sus aliados.
Pensamiento desiderativo
Que Estados Unidos no se haya adherido a los puntos concernientes al cambio climático –los segmentos de reducción de plástico del acuerdo– son evidencia de la continua brecha entre Washington y sus aliados. Y cualquier compromiso débil alcanzado en la reunión habría tenido poco valor práctico para un presidente como Donald Trump. Sería muy ingenuo creer que algo diferente pudo haber salido de esta reunión.
El desprecio de Trump por el G7 fue palpable en todo momento. Parecía verlo como un breve interludio con socios molestos antes de su misión de paz más importante en Singapur.
Al sugerir que Rusia, que había sido excluida del grupo después de la anexión ilegal de Crimea, debería ser nuevamente incluida, Trump ya había interrumpido la reunión antes de que esta realmente comenzara. Y cuando finalmente llegó, llegó tarde y se fue temprano, pero no sin antes lanzar, en una improvisada conferencia de prensa, uno de sus típicos altercados que incluyeron ataques contra los medios, amenazas a los aliados con un cese del comercio si no retrocedían por la disputa arancelaria, elogios a sí mismo por la fuerte economía de Estados Unidos y críticas a su predecesor Barack Obama.
Bomba sorpresa
Y finalmente, Trump –un hombre cuyas convicciones políticas arraigadas son un crudo proteccionismo y una postura rabiosa contra la inmigración–, antes de irse, disparó una de sus típicas bombas sorpresa en el G7 cuando sugirió que el grupo podría convertirse en una zona libre de aranceles. Esto dejó a sus socios luchando e intentando descifrar qué podría haber querido decir y si tomarlo en serio; si se asume la historia como guía, probablemente sus propuestas signifiquen poco.
La retórica de tipo duro de Trump fue subrayada por varias imágenes reveladoras. Una lo mostró sentado, con los brazos cruzados, mirando con una leve sonrisa directamente a la canciller alemana, Angela Merkel, y al presidente francés, Emmanuel Macron, que estaba detrás de una mesa y parecía suplicarle.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que nada de su comportamiento es nuevo. Fue simplemente otra actuación típica del intimidador que ocupa la Casa Blanca, solo que esta vez no en Estados Unidos, sino en el vecino país, Canadá. Ya es hora de acostumbrarse al hecho de que las relaciones entre Trump y sus aliados no están mejorando. Trump realmente cree que, como dijo nuevamente en Quebec, "se han aprovechado de Estados Unidos durante décadas y décadas y esto no puede seguir sucediendo". Al retirarse del acuerdo, Trump lo ha dejado más que claro.
"Supuestos aliados"
El hecho de que este presidente realmente no comprenda la importancia de la relación transatlántica y el orden tradicional fue resaltado por informes de que su equipo se abstuvo de incluir la frase "orden internacional basado en reglas" en el comunicado conjunto del G7 y por la repetida manera en que Trump llama a los socios de Estados Unidos: "los supuestos aliados".
Mientras tanto, los otros seis países, como se esperaba, en última instancia, no pudieron influir en los impulsos proteccionistas de Trump y lograr que eliminase los aranceles. No obstante, era importante y correcto que se mantuvieran firmes. Esto no resuelve los problemas subyacentes, pero ceder ante Trump solo lo animaría a exigir más. Además, es importante que los europeos, al menos, intenten tomar el manto de defensores del orden internacional basado en reglas hasta que Washington, con suerte, recupere la sensatez.
Y esto puede que lleve menos tiempo de lo esperado: un ajuste de cuentas para Trump podría venir cuando los estadounidenses voten en las elecciones de medio término. Si los republicanos pierden su mayoría en el Congreso en una o ambas cámaras, un Congreso recién elegido podría al menos obstaculizar las políticas comerciales proteccionistas peligrosas de Trump.
Esto se debe gracias a que el Congreso, que en el sistema político estadounidense está a cargo del comercio, cedió su derecho en gran parte al presidente. Pero dado que cedió este derecho, también lo puede recuperar. Y es lógico pensar que el alivio del vulgar proteccionismo de Trump provenga del voto de los estadounidenses. Después de todo, ellos fueron los que crearon este desastre al elegirlo.
Autor: Michael Knigge (FEW/DZC)
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- Fecha 10.06.2018
- Autor Michael Knigge
- Temas Angela Merkel, Estados Unidos, Deshielo Cuba - EE. UU. en video, Cumbre de las Américas, Más noticias y análisis, TLCAN (NAFTA), Canadá
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