jueves, 27 de agosto de 2015

Cambita, un pueblo laborioso atrapado entre la veda y la sequía

Cambita, un pueblo laborioso atrapado entre la veda y la sequía

La prohibición sanitaria del Departamento de Agricultura estadounidense y el período de sequía han estancado el pujante negocio de la exportación de aguacates, dejando "en el aire" a miles de pequeños y medianos agricultores de esta localidad, que alberga el 40% de la producción nacional y hasta el 75% del fruto que se coloca en el mercado externo
Por: Alexander Peña/Acento.com.do
Fotos: Orlando Ramos/Acento.com.do
CAMBITA GARABITOS, República Dominicana.- A unos 40 kilómetros de la capital tomando la autopista 6 de Noviembre, y a doce del casco urbano de la provincia, al noroeste de la histórica Cuna de la Constitución, queda Cambita Garabitos. Esta laboriosa comunidad, cuya vocación natural para la agricultura enorgullece a sus habitantes, ha sido considerada la “capital del aguacate” dominicano en términos de siembra, potencial y oferta, tanto local como exportable.
La cruenta sequía ha diezmado también la calidad del fruto, como se aprecia en este aguacate que cabe en la palma de una mano, de la variedad Popenoe, tradicionalmente una de las de mayor tamaño y peso
Cerca del 40% de la producción nacional del preciado fruto -y hasta el 75% de la que se vende en el exterior- sale al mercado desde este municipio de San Cristóbal, con una superficie de 132,5 kilómetros cuadrados y poco más de 31,000 moradores, según las estadísticas oficiales más recientes. De esa población, más de 2,500 personas, o sea cerca del 10%, son pequeños productores de aguacate, propietarios de predios de 40, 50 o 60 tareas.
Hace más de cincuenta años, en el 1963, un estudio de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) localizó en Cambita y en Altamira (Puerto Plata) las tierras mejor calificadas para el cultivo del aguacate en todo el territorio de la República Dominicana.
“Si la veda puede ser algo para largo, como uno está observando, la alternativa son otros mercados y para accesar a otros mercados necesitamos preparar las plantaciones, pero el productor no lo puede hacer solo. Estamos pidiendo a Dios que pare la sequía para que se salven las plantaciones. Y en segundo lugar, que levanten la veda para negociar lo poco que pueda haber y seguir negociando el año que viene, porque este año ya no hay esperanza”
César Lorenzo, directivo de la Cooperativa de Productores de Aguacates de Cambita Garabitos y San Cristóbal
Se estima que un 90% de su superficie agrícola, cerca de 140,000 tareas, están sembradas de este cultivo, esencialmente de la variedad “cáscara verde” o Semil-34 aquí en Cambita, un poblado donde la pobreza arropa al 54.3% de la gente, donde la gran mayoría “vive”, come y depende económicamente del aguacate.
O al menos así fue hasta el pasado año. Antes de que la sequía empezara a golpear con fuerza esta prolífica zona, tradicionalmente favorecida por la pluviometría y sus fértiles tierras, y diezmara hasta en un 70% -según los afectados- el rendimiento habitual de las plantaciones.
Para colmo de aciagos e imprevistos infortunios, en marzo de este año los agricultores y exportadores locales perdieron de un plumazo su principal fuente de ingresos, y a la vez sustento de prácticamente toda su estructura de producción y comercialización: la exportación a los Estados Unidos.
La veda estadounidense a 18 frutas y vegetales criollos, incluido el aguacate, adoptada tras la detección de la plaga “Mosca del mediterráneo”, en Punta Cana, puede decirse que le ha dado un “tiro de gracia” a una economía local que giraba en torno a esta actividad productiva.
Así lo manifiestan no solo productores y obreros de las plantas empacadoras y exportadoras, hoy desempleados, sino comerciantes de otras áreas del comercio que también padecen las secuelas de la “situación”, palabra con que se refieren aquí a esa tan perjudicial e inédita confluencia de veda y estiaje.
“La sequía ha afectado mucho aquí, pero más principalmente la veda, porque esa gente que tiene propiedad de aguacates me compraban 25, 30, a veces hasta 50 comidas. Pero desde que se paró la exportación, al no tener a nadie trabajando, ya no compran”.

“Aquí el aguacate lo es todo”

La parálisis comercial de la que habla Elena Rodríguez, dueña del comedor Rodríguez, asoma al instante, tan pronto el equipo de Acento llega a las instalaciones de Agroindustria Benemérita, en el distrito municipal El Pueblecito, que detuvo sus operaciones hace ya varios meses.
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El aguacate está impregnado en el escudo y la identidad cultural de Cambita Garabitos, cuya economía depende hace más de una década de esta actividad y de donde se exportan cerca de mil contenedores al año de la variedad Semil 34
Justo en frente, al cruzar la calle, también tiene sus puertas cerradas -desde el mismo18 de marzo, día en que se conoció la prohibición sanitaria- la Exportadora Tavares, empresa que proveía empleo a cerca de 40 personas, entre empacadores y el resto del personal de planta.
“De ahí se sacaban hasta quince contenedores semanales”, cada uno con 1,800 cajas o unas 35 mil unidades a bordo, comenta José Rosa, miembro de una familia pionera de la zona en el cultivo del aguacate y presidente del Clúster del Aguacate Dominicano en Cambita.
“El aguacate es la fuente principal de ingreso del municipio, prácticamente es la única empresa existente, pero la sequía y la veda, principalmente la veda, han prácticamente nos han sumido en una miseria espantosa, han cercenado la economía del municipio. La situación es muy crítica, porque hay más de 2,500 productores que son dueños de finca, pero hay 25 o 30 mil personas que viven de la recolección, de otras actividades relacionadas al producto”
Cristino Lorenzo. alcalde de Cambita Garabitos
Desde su finca de cincuenta tareas localizada en la loma, en la comunidad de Tio Santo, como a un kilómetro y medio de El Pueblecito, César Lorenzo narra que Cambita había logrado posicionarse con el mayor centro de acopio para la exportación de aguacates a escala nacional.
“Aquí se han establecido todas las empacadoras que mandan el fruto a Estados Unidos; el 75% del aguacate que se produce en otras zonas del país, en Barahona, Padre Las Casas, Baní, la mayor parte del de Ocoa, pasa por Cambita”, dice el agricultor sobre esta tierra “bendecida”, donde el aguacate se daba “en secano”, sin necesidad de riego antes de la sequía y el impasse sanitario.
Hasta hace pocos meses, el negocio en torno al exótico fruto iba “viento en popa” y los productores, animados por su prestigio en el exterior, se proponían registrar como marca internacional al aguacate “Cambita”. Casi toda su producción zarpaba rumbo a Estados Unidos, destino del 78% de la oferta exportable de República Dominicana. En el 2014, la venta de aguacates criollos a este mercado facturó más de 17 millones de dólares.
“Aquí el aguacate lo es todo”, expresa Lorenzo, como para dar una idea más precisa de la crisis que está viviendo esta comunidad rural de San Cristóbal.
“O sea, es el motor que mueve la economía de Cambita; antes lo era el café, y ahora es la producción de aguacate”. Señala que a falta de aguacates, por estos se adolece de otras opciones agrícolas. “Primero, ya las tierras están ocupadas, y segundo, la mayoría de los productos que se pueden sembrar también están vedados, como el ají, la lechosa”. Entre la sequía y la veda “nos liquidaron a todos”, subraya.

Sin opciones comerciales

Rosa indica que la prohibición “agarró al productor de la zona con unos estándares de producción muy bajos”, con respecto a quienes colocan en Europa rubros como el banano orgánico.
Las 14 plantas empacadoras que hay en la localidad paralizaron sus actividades productivas desde el pasado mes de marzo, cuando se prohibió el ingreso del fruto a los Estados Unidos. La situación ha ocasionado cuantiosa pérdidas económicas y de empleos
Explica se trata de un mercado mucho más exigente que Estados Unidos en aspectos como las  certificaciones de inocuidad o de cultivos orgánicos, en el que se tomaría mucho tiempo y esfuerzo posicionarse.
“En Europa muchas veces los distribuidores nos pedían aguacates, y uno no les hacía caso, porque si tú tienes un mercado seguro, que te compra todo, para qué buscar otro”, reflexiona el directivo del Clúster, un organismo adscrito a la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD).
Además de quedarse sin único mercado factible y rentable -“el mercado local ni dao que se lo demos tiene capacidad para consumir todo el aguacate que aquí se produce”, dice Lorenzo-, la Cooperativa de Productores de  Aguacates de Cambita Garabitos y San Cristóbal, con 240 agricultores afiliados, adeuda sumas millonarias a entidades gubernamentales que no saben cómo van a pagarlas.
“Nos sentimos desilusionados por lo que está pasando con la veda, porque nos ha afectado directamente, y no nada más a nosotros, a todo el municipio. Aquí se vive de la producción, de la exportación de aguacate, entonces esto nos ha dejado sin empleo, algunos de los que trabajaban aquí están conchando, los que tienen un motorcito; los que no, andan por ahí sentados, esperando a ver quién les va a pagar por un día de trabajo”.
Julio Vizcaíno. supervisor de empacadora Agroindustria Benemérita
“Fuimos beneficiados con un préstamo de RD$17 millones para mejorar las plantaciones, el cual se ha ido pagando tímidamente, pero ahora no sabemos, porque con la sequía y con esto de la veda, sencillamente no hay con qué pagar”, aduce Lorenzo, propietario de una pequeña ferretería y de los pocos aguacateros de la localidad que tiene otro medio de vida de “de dónde agarrarse”.
Distinto al suyo es el caso de los empacadores, unos 20 por lo general, que laboraban para Agroindustria Benemérita, narra Julio Vizcaíno, supervisor del área de Empaque y Mantenimiento de la empresa. “Esta situación nos ha dejado sin empleo, algunos de los que trabajaban aquí están conchando, los que tienen la suerte de tener un motorcito; los que no, andan por ahí sentados, esperando a ver quién les paga por un día de trabajo” en algún conuco.
Pero si algo preocupa a los productores locales es el futuro inmediato, que se acerca amenazante, inminente, con prohibición estadounidense y escasez de lluvias a cuestas. “El fuerte del aguacate  viene en dos meses; en dos meses el Gobierno tiene que prepararse para intervenir en lo que es la compra (de la cosecha), para que de una u otra forma se busque una modalidad, y en segundo lugar ver cuál va a ser el trato que se nos va a dar con las deudas que tenemos, para la renegociación de esa deuda”.
José Rosa cifra en casi 150 millones de pesos la deuda contraída por los aguacateros para financiar su producción, una producción hoy día sin salida, ni perspectivas a la vista.  “Con el Banco Agrícola superamos los cien millones de pesos en financiamiento, y con el FEDA (Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario) andamos por alrededor de 32 millones colocados en Cambita”.
En el mes de abril Estados Unidos levantó parcialmente la prohibición sanitaria reabriendo su mercado al aguacate Hass, pero la medida dejó fuera a la variedad Semil 34, que representa más del 80% de la producción exportable y cultivan los pequeños y medianos agricultores
En abril Estados Unidos levantó parcialmente la prohibición sanitaria reabriendo su mercado al aguacate Hass, pero la medida dejó fuera al Semil 34 o “Cáscara verde”, que representa más del 80% de la producción exportable y está en manos de pequeños agricultores.
Con relación a la sequía, o mejor dicho para prevenir escenarios similares en los años venideros, el Clúster ha planteado al Ministerio de Agricultura la necesidad de construir “pozos colectivos”, unos 15 o 20 según las estimaciones iniciales, para subir el agua a las zonas altas del pueblo y desde allí distribuirla por gravedad a las distintas plantaciones.
De momento, las esperanzas de los agricultores y de un pueblo donde prácticamente todos se benefician de algún modo del cultivo de aguacates, se circunscriben a que retornen las lluvias y pueda retomarse el dinámico comercio exterior del fruto.
Entonces podrá Cambita volver a ofertar ese aguacate de sabor “dulce”, como el de ninguna otra   zona productora del país, que según dicen aquí solo brota de sus bendecidos suelos. “Estos suelos tienen un contenido de calcio, de roca caliza, y eso le confiere un sabor dulce, distinto a nuestro aguacate; el mismo tipo de aguacate, cultivado en otra zona, sabe diferente”, asegura Rosa.
Mientras tanto, en su modesto comedor-cafetería Doña Elena se anima a salir en cámara y enviarle un mensaje a las autoridades agrícolas de Estados Unidos, y también a los cielos. “Que por favor se conduelan de nosotros, a ver qué podemos hacer para que vuelva la exportación; y que llueva, porque esto nos está afectado a todos”. Es todo lo que pide.

El famoso aguacate de Cambita, en baja por la sequía y la veda de EEUU/Orlando Ramos

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