México: Los pachucos, de pandilleros a bailarines de mambo
Publicado: 2 mar 2018 03:10 GMT
Algunas versiones sugieren que esta tribu urbana surgió en 1920, lo único cierto es que con un lenguaje irreverente y un atuendo llamativo, lograron imponer una moda que hoy día sigue vigente.
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Si existiera una línea del tiempo en las subculturas de México, habría que iniciar con los pachucos, quienes surgieron en una época de importantes cambios sociales y culturales para los estadounidenses de origen mexicano que transitaban, principalmente, en los barrios norteamericanos de Los Ángeles y Chicago.
A principios de la década de 1920 y hasta el año 1960, se podían apreciar en las calles de EE.UU algunos establecimientos en los que se advertía: "Queda estrictamente prohibida la entrada a perros y mexicanos". Fue así como, a modo de protesta, los pachucos adquirieron relevancia no solo por su forma disruptiva de vestir, sino de actuar y hasta de expresarse verbalmente.
El deseo de estos personajes era crear una sociedad "cuyo punto de fusión es el modo en que un idioma mixto se acomoda a un vestuario que recuerda y transforma, al mismo tiempo, el colorido de las ferias del pueblo mexicano y el verano turístico estadounidense", según detalla uno de los ensayos del escritor mexicano Carlos Monsiváis recogido por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Un personaje muy mexicano
La etimología de la palabra 'pachuco' proviene del náhuatl 'pachoacan', que significa 'lugar donde se gobierna'. Algunos estudiosos de la lengua española aseguran que 'pachuco' no tiene relación con el gentilicio de la ciudad mexicana de Pachuca, en Hidalgo, más bien se refiere a que este personaje toma el control de una pandilla e, incluso, de un establecimiento como un burdel o un casino.
Muy pronto y al estilo chicano, los pachucos arribaron a la República Mexicana durante las décadas de 1940 y 1950. Aficionados a los géneros musicales de 'swing', mambo y 'boogie', vestidos con solapas, sombreros grandes, plumas y pantalones holgados, el movimiento del pachuquismo logró ser parte del lenguaje cotidiano de los habitantes de este país latinoamericano.
Los pachucos usaban pantalones apretados alrededor de los tobillos, lo que era muy útil ya que no estorbaban en los movimientos rápidos que efectuaban con los pies; el saco, contaba con hombreras anchas y con suficiente espacio para poder realizar movimientos enérgicos con los brazos; mientras que los zapatos eran pesados, ya que servían para plantar al pachuco al piso mientras hacía piruetas en la pista de baile.
Las frases ingeniosas de esta tribu mitad mexicana y mitad estadounidense, acapararon de inmediato el gusto popular de ambas naciones, entre ellas destacan: "Si ya sábanas, pa'quetes de hilos", "hace un ratero que naranjas dulces y limones partidos que me pela los dientes", "no se me ponga pulques, ni se me agüite, a ver mi trompuda páremela... la trompita, no sea mal pensada. Le voy a dar su quicote".
El origen de este excéntrico personaje tiene diversas hipótesis. La versión más conocida plantea que el pachuco surgió en El Paso. Sin embargo, no era conocido como tal sino que recibía el nombre de 'El Chuco', por la constante migración de dicha ciudad tejana a Los Ángeles, es decir, a los trabajadores que recién llegaban se les identificaba como "los del chuco" o, en palabras de esta subcultura, "los del pachuco".
Espíritu rebelde
Era demasiada la transgresión y la diversión de los pachucos, que su proyección alcanzó un lugar en el libro 'El laberinto de la soledad', del escritor mexicano Octavio Paz, quien decía que esta tribu eran "bandas de jóvenes [...] que viven en las ciudades del sur y que se singularizan tanto por su vestimenta como por su conducta y lenguaje".
Paz creía que esta subcultura se caracterizaba por ser "rebelde e instintiva", ya que contra ellos se había "cebado más de una vez el racismo norteamericano". Sin embargo, para el Premio Nobel de Literatura 1990, los pachucos "no reivindican su raza ni la nacionalidad de sus antepasados".
Por su parte, el también cronista Carlos Monsiváis consideraba que "en el fondo, el 'disfraz' [...] es la avidez de existir orgullosamente, así sea a través del vestuario conspicuo y el habla rítmica y jazzística, en una sociedad que a los 'intrusos' les niega visibilidad social".
Mientras que para Paz el pachuquismo era visto como "dandismo grotesco con conductas anárquicas", para Monsiváis este estilo era "un desafío al sistema norteamericano [...] y un reconocerse distintos por seguir siendo mexicanos".
Lo cierto es que con un lenguaje irreverente y tras la incansable búsqueda de identidad, los pachucos impusieron una moda que hoy día sigue vigente en México y algunas regiones del continente americano.
José Luis Montenegro
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