Desafíos para la nueva gestión de riesgos en la República Dominicana
LLORENTE & CUENCA
Eduardo Hernández-Aznar, Director para LLORENTE & CUENCA en Santo Domingo
Ceinett Sánchez, Coordinadora Social Media de la Dirección de Innovación y Tecnología de UNICARIBE
Hoy podemos afirmar que las redes sociales ya forman parte de nuestro modo de vida, de nuestro comportamiento, de nuestra forma de comunicarnos. Han modificado nuestros hábitos y costumbres de una manera paulatina y contundente. Debemos enfrentarnos a la realidad de saber utilizar estas nuevas herramientas de comunicación correctamente y, así, garantizar su supervivencia.
Hoy, sin duda, las redes sociales forman parte del modo de vida de millones de personas en el planeta. Para nadie es secreto que ya están influyendo en el comportamiento social. Facebook, Twitter, Youtube e Instagram, entre otras, van incidiendo lenta y determinantemente en los hábitos de conducta de millones de personas todos los días.
Es un hecho que nuestro día a día pasa, casi necesariamente, por incorporar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación; porque, al igual que una neurona no puede hacer lo que hace el cerebro por sí sola, tampoco puede desenvolverse fuera de un entorno social que ahora también existe en el plano de la virtualidad, tal y como apuntan los científicos de la Universidad de California, creadores de la red social Twitter.
En Latinoamérica se estima que para el año 2017 habrá 145 millones de teléfonos inteligentes o smartphonesvendidos y en el mundo más 50 mil millones de aplicaciones instaladas en diferentes sistemas operativos móviles. Las razones son simples: permiten velocidad y procesamiento en tiempo real y, en cuanto a los costesm facilitan la reducción de personal y de tiempo.
Por lo tanto, si analizamos la potencialidad de este fenómeno y su grado de aplicación en diferentes instancias, se vislumbra que existe todavía mucho por hacer, descubrir y ejecutar en este campo. Habría que imaginar, por ejemplo, lo útil que resultaría incluir estas nuevas tecnologías, en la prevención y la reducción de riesgos en catástrofes o fenómenos naturales, especialmente en países susceptibles de ser alcanzados por estas condiciones recurrentes cada año.
En ese contexto al que nos dirigimos sin dilación, se necesitarán dirigentes innovadores, capaces de convertir las redes sociales en nuevos tableros de conversación para planificar y ejecutar estrategias de seguridad y gestión del riesgo en un Estado. Esto resultaría muy oportuno frente a las advertencias de la Organización de las Naciones Unidas, que afirma para el año 2050 las pérdidas mundiales por efecto de emergencias y desastres, ascenderá a 300 mil millones de dólares y dejarán cerca de 100 mil víctimas mortales cada año.
Tal es el caso de países como República Dominicana, que en sus últimos 140 años ha sufrido la embestida de 74 ciclones. Una de las tormentas tropicales más recientes, se llamó “Chantal” la cual amenazó con convertirse en huracán en el año 2013 y mantuvo en vilo a todo el país. Otras visitas no deseadas en la Isla Hispaniola, resultaron ser el ciclón Georges (1998), el cual desoló al país con pérdidas cuantiosas en su Producto Interno Bruto –según el Informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)–. Por otro lado, también frecuentaron el país Caribeño el ciclón “David” y la tormenta Federico en 1979.
En una entrevista a Miguel Campusano, subdirector de la Oficina de Meteorología de República Dominicana, se afirma que un fenómeno similar se suele producir cada dos años, demostrando la alta frecuencia ciclónica que acecha a este país caribeño, siendo su punto más crítico entre el 15 de agosto y el 15 de septiembre.
Es importante tomar en cuenta que República Dominicana es hoy una locomotora en pleno desarrollo, con infraestructuras envidiables y un crecimiento del 6,5% alcanzado en abril de 2015. Sería idóneo aprovechar esta coyuntura para adoptar los mecanismos de prevención adecuados, contando con las nuevas herramientas de interacción social y unas aplicaciones que, lejos de tener un rol de entretenimiento, se conviertan en plataformas para salvar vidas humanas y reducir los daños materiales.
Este propósito encajaría, perfectamente, con la misión de las instituciones que conforman el Sistema Nacional de Prevención, Mitigación y Respuesta ante desastres y que tienen ante sí una oportunidad histórica de gestionar la seguridad y el riesgo, también en los entornos virtuales. Hay que recordar, que en la Estrategia Nacional de Desarrollo para el año 2030, se pretende un Plan de País a largo plazo y en cuyo cuarto eje estratégico, está contemplado el logro de una gestión eficaz de riesgos y la minimización de pérdidas humanas, económicas y ambientales a partir de la activa participación de las comunidades y gobiernos locales.
Ante estos antecedentes que se enmarcan en un panorama de políticas públicas bien definido, no hay que olvidar que las emergencias seguirán ocurriendo cada año en la región del Caribe, continuarán asociadas a la temporada ciclónica, y es aquí donde la comunicación oportuna podrá salvar vidas. Sobre todo ahora, cuando las conversaciones fluyen y se tejen realidades virtuales de manera simultánea a lo que ocurre en el espacio físico.
En este contexto, la percepción sobre la seguridad cobra importancia como tema mediático en las sociedades y la estrategia se perfila como hoja de ruta que determinará el debate. Las redes sociales, como creaciones humanas, están al servicio del hombre pero con fines útiles, preventivos, especialmente a disposición de personas con discapacidad, quienes, en medio de eventos de conmoción social, se convierten en blancos vulnerables.
Al tratar este asunto, nos surgen algunas preguntas sobre cómo la comunicación digital y el rol de la educación –también desde el ámbito universitario– pueden contribuir a la reducción del riesgo, tomando como referencia la última reunión celebrada en Guayaquil, Ecuador, a propósito de las consultas que algunos expertos realizaron en relación al Marco internacional de HYOGO post 2015, donde se adoptaron compromisos por parte de los gobiernos del mundo en la reducción de riesgos.
En la misma línea, una reciente investigación realizada en República Dominicana, demuestra la influencia y contribución de la comunicación digital a través de la red social Twitter en las estrategias nacionales de seguridad y gestión del riesgo. En el estudio, se analizó la conversación que se produjo a partir del intercambio de mensajes durante la tormenta tropical Chantal, formada en el mes de julio durante la temporada ciclónica del año 2013, logrando un mayor impacto entre los públicos ciberconectados.
Los datos evidencian, a través de las etiquetas o hashtags (#), que los mensajes a través de Twitter inspiraron, movilizaron e imprimieron dinamismo a la conversación que tuvo lugar durante el fenómeno meteorológico entre todos los públicos, incluyendo al Estado Dominicano. La información recabada también pone de manifiesto la capacidad de influencia de los usuarios, conmovidos por una única causa en una situación de emergencia.
Tras el fenómeno, como demuestra la investigación mencionada, las autoridades civiles y del alto mando militar en República Dominicana, afirman que las redes sociales están eliminando las barreras y formalidades informativas. Irrumpen, de tal forma, bajo el único anhelo de conocer los detalles de un riesgo o desastre meteorológico en profundidad. Por lo tanto, los mensajes que se desprendan de las autoridades y actores implicados deben estar mejor orientados que nunca y utilizados en los tres campos de acción de una crisis: la prevención, la alerta y el acceso rápido a las comunidades afectadas.
Resumen del artículo publicado en http://www.desarrollando-ideas.com/
REDES SOCIALES Y TEMPORADA CICLÓNICA. DESAFÍOS PARA LA NUEVA GESTIÓN DE RIESGOS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA
En un país como República Dominicana, donde en sus últimos 140 años se ha recibido la visita de 74 ciclones y en el que se produce un fenómeno similar a una media de cada dos años, las administraciones se enfrentan a una oportunidad histórica de gestionar el riesgo de una forma única a través de los entornos virtuales.
La Estrategia Nacional de Desarrollo del país caribeño contempla la gestión eficaz de riesgos y la minimización de pérdidas humanas de forma activa implicando a la comunidad y a los gobiernos locales.
La comunicación digital, junto a la educación, pueden contribuir de manera contundente a la reducción del riesgo.
La comunicación digital, junto a la educación, pueden contribuir de manera contundente a la reducción del riesgo.
Según las investigaciones contempladas en este artículo, las redes sociales están derribando las barreras tradicionales de la formalidad informativa. Se trata de herramientas con las que no contábamos hace tan sólo unos años y que, utilizándolas correctamente, nos permiten conocer los detalles de un riesgo o desastre meteorológico en profundidad.
Un país como República Dominicana, con más de 3 millones de cuentas en Facebook y más de un millón en Twitter –casi el 50% de la población– tiene ante sí el gran reto de adoptar estas nuevas formas de comunicación para recuperarse con mayor velocidad de posibles tragedias, logrando una mejor orientación, y de utilizarlos en los tres campos de acción de una crisis: la prevención, la alerta y el acceso rápido a las comunidades afectadas.
Eduardo Hernández, director de LLORENTE & CUENCA en República Dominicana.
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http://www.desarrollando-ideas.com/wp-content/uploads/sites/5/2015/05/150505_DI_articulo_RRSS_ciclones_ESP.pdf
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