Adolescencia, noviazgo y violencia
- 17 de octubre de 2017 - 12:09 am
El noviazgo adquiere peso para el sexo femenino y masculino en la adolescencia con distintos patrones según estratos sociales.
En los estratos pobres el noviazgo tiende a más corto que en los estratos medios. Las relaciones sexuales en el noviazgo están sancionadas para las adolescentes, no así para el sexo masculino en todos los estratos sociales. Sin embargo, en los estratos medios y altos las adolescentes logran ocultar la actividad sexual porque no cuentan con el sistema de control vecinal que existe en los estratos pobres. En los estratos pobres la familia se entera y expulsa a la adolescente activa sexualmente porque ya “vive con el novio”.
La posesión es un rasgo predominante en las relaciones de noviazgo entre adolescentes. Solo en relaciones sin compromisos como el “mangue”o “coro” se rompe con este patrón de posesión, teniendo la joven libertad para acceder a la relación en el momento en que quiera a partir de posibles transacciones.
En el noviazgo el joven se siente con el derecho de manejar el cuerpo de la joven y con ello la reprime y sanciona cuando asume conductas “inaceptables” para él.
Esta violencia tiene sus raíces en los sustratos culturales del patriarcado que le da poder al hombre sobre la mujer y la convierte en su objeto y su propiedad aún cuando no existe ningún acuerdo matrimonial como en el noviazgo o cuando esta relación de pareja es efímera y espontánea
Los celos se convierten en un indicador de “cariño” y “amor” para las parejas adolescentes de ambos sexos cuando en realidad son un indicador de control-posesión y un factor generador de violencia verbal y física. Los estilos de sanción que ejercen los adolescentes contra las adolescentes que son sus “novias” están mediados por la violencia verbal y física.
Las jóvenes adolescentes tienden a legitimar la violencia de que son víctimas y muchas veces ocultan las prácticas de violencia frente a su familia porque no tienen confianza en sus padres-madres para dialogar sobre ello. Esta barrera en la relación familia-adolescente genera desprotección y vulnerabilidad frente a la violencia de género.
La violencia de género se presenta como una espiral que crece y se expande en todo tipo de relación entre hombre-mujer, más aun cuando en estas relaciones existen dimensiones afectivas y sexuales. Esta violencia tiene sus raíces en los sustratos culturales del patriarcado que le da poder al hombre sobre la mujer y la convierte en su objeto y su propiedad aún cuando no existe ningún acuerdo matrimonial como en el noviazgo o cuando esta relación de pareja es efímera y espontánea.
Estos patrones de violencia de género que inician en el noviazgo son reforzados por los grupos de pares de hombres y de mujeres. La ruptura con los círculos de celos´-posesión-control debe integrarse en la sensibilización y educación hacia niños-niñas y adolescentes desde la orientación psico-afectiva en los centros educativos y en la vida social.
https://acento.com.do/2017/opinion/8501113-adolescencia-noviazgo-violencia/
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY
Tahira Vargas
Tahira Vargas
Cápsulas etnográficas
Doctorado en Antropología Social y Profesora Especializada en Educación Musical. Investigadora en estudios etnográficos y cualitativos en temas como: pobreza- marginación social, movimientos sociales, género, violencia, migración, juventud y parentesco. Ha realizado un total de 66 estudios y evaluaciones en diversos temas en República Dominicana, Africa, México y Cuba.
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