AGRICULTURA
Ejecución de la cuarta fase de la capitalización del CEA
Por: Jairon Severino | 30 de julio, 2013
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FAUSTINO JIMÉNEZ, INAZÚCAR, INFORME, INDUSTRIA AZUCARERA,
Con la emisión del Decreto número 104-10 en febrero del pasado año 2010, el Presidente Leonel Fernández retoma con fuerza el proceso de privatización de las tierras cañeras del Consejo Estatal del Azúcar –CEA- Las plantaciones de caña; porque de los diez (10) ingenios que tenía la agroindustria, solo quedan dos (2); Porvenir y Montellano. Todos los demás fueron desmantelados.
Basado en el referido decreto y en la Ley 141-97 de Reforma de la Empresa Pública, el gobierno dispuso la transferencia al sector privado de las tierras cañeras perteneciente a los ingenios Consuelo, Quisqueya, Porvenir y Santa Fe. Los terrenos están localizados en las provincias de San Pedro de Macorís, Hato Mayor y El Seybo. En total, la cantidad de tierra transferida bajo la modalidad de arrendamiento comprende una porción de 554 mil tareas nacionales, equivalentes a 34, 843 hectáreas. De un total de 650 mil 400 tareas de la agroempresa en el año 2009.
Si se compara esa cantidad de tierra cañera con la que tenía el CEA en 1986; según Ecocaribe, S.A. ascendente a 2.7 millones de tareas bajo el cultivo de la gramínea, se concluye que al cabo de los veinte y cinco años transcurridos desde esa fecha a la actualidad, el CEA ha perdido el 76 por ciento (2.0 millones de tareas) esto es solo en tierra cañera. Esto así, porque por el lado de la tierra ganadera, de 996 mil tareas nacionales en 1986, alcanzo a tener en 1997 unas 606 mil tareas, para una reducción de 390 mil tareas, para situarse en la actualidad a una cifra totalmente desconocida. Pero que en el mejor de los casos, no llega a 150 mil tareas. El total de tierra cañera y ganadera del CEA, en 1986 era de 3.7 millones de tareas nacionales (233, 293 hectáreas).
Esta segunda fase del proceso de “capitalización” de la que en el pasado se denominó “Industria Azucarera Estatal” basado, casi de manera exclusiva, en arrendamiento a largo plazo de tierras cañeras, tiene una diferencia fundamental con la etapa anterior. Esa diferencia consiste en que la presente fase, salvo el caso del Ingenio Porvenir, el único en operación, lo que se está traspasando a los inversionistas participantes del actual proceso son las tierras, que pasan a formar parte de las inmensas colonias cañeras perteneciente a sus respectivas empresas azucareras y alcoholeras.
En el caso de las primeras, acumulan experiencias, en la producción y mercadeo de azúcar de ciento treinta y cinco (135) años ininterrumpidos y con una de las solvencias económicas más sólidas del país. A todo esto se suma, una inmensa capacidad gerencial no solo en el ámbito azucarero sino en cualquier sector empresarial de la República Dominicana, únicamente igualada por el Central Romana Corporation, que al igual que los primeros desarrollan también múltiples proyectos empresariales. En el caso de los adquirientes del Ingenio Porvenir, acumulan asimismo mucha experiencia en el sector azucarero a nivel de su país de origen, España.
Con respeto al tercer participante, en el arrendamiento de terrenos cañeros, en el caso específico de la empresa alcoholera, no se dispone de información con antecedentes en esa materia; aunque si en el cultivo de caña de azúcar y en otras áreas empresariales relacionados con la educación, turismo y salud.
Durante el año que culmina, se dio inicio al proceso se consolidación de la industria azucarera nacional, luego de la debacle del Consejo Estatal del Azúcar a partir de la década de los noventa y siguientes. Esa consolidación tiene nombres y apellidos. Central Romana Corporation, Cristóbal Colon C. por A. y el Comercio Azucarero Central, que opera bajo la condición de arrendamiento al Ingenio Barahona. Este último, Obviamente a un costo muy elevado para el Estado Dominicano, que en sus doce (12) años de arrendamiento no ha recibido ninguna renta por ese concepto. Primero, porque tuvo que pagar hasta el 2005, a Credit Agricol, parte de una deuda que el CEA contrajo con esa entidad financiera internacional por la venta irresponsable en 1998 de 100 mil toneladas métricas de azúcar, realizada por las autoridades de entonces. Luego de esto, el Ingenio Barahona, acumuló una deuda con el Estado de más de US$ 9.0 millones, por concepto de pago de US$ 1.85 millones anuales de renta fija, por concepto del arrendamiento del ingenio, de conformidad con el Contrato de Arrendamiento de fecha 13 de diciembre de 1999. Parte de esa deuda, le fue reconocida como inversión en el 2009.
INVERSION EN RENOVACION CAÑERA Y TECNOLOGICA
Son 554 mil tareas cañeras (34, 843 hectáreas) las transferidas al sector privado. Llevan más de veinte (20) años en condiciones de abandono; esto es sin ningún tipo de labores culturales como la aplicación de programas de retoño y renovación.
Para poner esos terrenos en condiciones de producción, los actuales arrendatarios han puesto en ejecución un vasto programa de renovación en la totalidad de los terrenos. Esto conlleva una inversión en un periodo de cinco años, de US$ 73.2 millones. Asimismo, llevarán el principal ingenio receptor del 73.53 por ciento de la caña a producir en los terrenos arrendados de una molienda actual de 7, 500 toneladas métricas por día a 15, 000 toneladas. Para ello, están invirtiendo unos US$ 810.0 millones en igual periodo. El otro ingenio que habrá de recibir el 18 por ciento de la gramínea a producirse, invertirá US$ 65.0 millones en caldera y otros equipos. El monto total a ser invertido, por esas dos centrales azucareras en renovación de caña y ampliación fabril se eleva a US$ 948.0 millones en el mismo periodo.
Sumando a esta inversión de los arrendatarios de las tierras del CEA, a las que deberán hacer los colonos del Este que poseen 570 mil tareas (35, 849 hectáreas) localizadas en la Región de Ozama, el municipio de Guerra, Boca Chica; así como en los ingenios de: Quisqueya, Consuelo, Porvenir y Santa Fe de San Pedro de Macorís, y que en la actualidad están en las mismas condiciones de las colonias cañeras del CEA, y que por lo tanto requieren igualmente de renovación si quieren sobrevivir. Alguien tiene que financiar el programa de renovación de los cultivadores de caña; cuya suma en un periodo de cinco años se eleva a US$ 75.0 millones.
Además de todo esto, se requiere de una inversión de US$ 150.0 millones para la rehabilitación de los caminos vecinales en todas las zonas cañeras, tanto del CEA como de los cultivadores independiente. Esto incluye reparación y construcción de puentes, badenes, vías ferroviarias, drenajes, tractores, cortadoras integrales y cargadoras. También, construcción de viviendas para alojar a los más de cinco mil nuevos trabajadores, que serán integrados a la industria azucarera, centros médicos, escuelas y áreas deportivas, entre otros.
EL PROCESO ACTUAL
Este proceso viene precedido del fracaso de los tres anteriores. El primero se inicia en 1999 con la entrega de los diez ingenios que eran propiedad del Consejo Estatal del Azúcar – CEA- y 1.44 millones de tareas nacionales cultivadas de caña (90,314 hectáreas). Los diez ingenios arrendados para su capitalización en base a la Ley General de Reforma de la Empresa Pública (Ley No. 141-97) fueron clasificados en cuatro grupos:
El primer grupo lo integraban los Ingenios Consuelo, Quisqueya, Boca Chica, Ozama y Rio Haina, con un área de Un millón cuarenta mil tareas (65,409 hectáreas) arrendadas al Consorcio Azucarero del Caribe (CONAZUCAR), de capital mexicano.
El segundo grupo, lo componían los ingenios Porvenir y Santa Fe, con doscientas diez mil tareas (13, 208 hectáreas) y les fueron transferidos a la empresa Central Azucarera del Este C por A. de capital nacional. El tercer grupo, fue constituido por el Ingenio Barahona con ciento sesenta y dos mil tareas (10, 189 hectáreas) y le fue adjudicado al Consorcio Azucarero Central, C por A. integrados por inversionistas dominicanos, estadounidenses y franceses. Es el único ingenio capitalizado.
El cuarto grupo, se constituyó con los Ingenios Montellano y Amistad, localizados en Puerto Plata con un área de cincuenta y cuatro mil tareas (3, 396 hectáreas) bajo la operación del Consorcio Cañabrava, de capital nacional.
Todos fracasaron, permaneciendo el Ingenio Barahona como única excepción. Más tardes se hicieron dos intentos, ambos, igualmente fracasados. El del 2010 es el último intento. Esta vez, estamos absolutamente convencidos de que el Estado saldrá airoso, a juzgar por la calidad de los nuevos inversionistas.
Tres factores fundamentales, fueron los causantes del fracaso del modelo de capitalización implementado durante la primera etapa.
1. La poca rigurosidad conque fueron seleccionados los inversionistas extranjeros participantes del proceso.
2. La oposición radical al proceso por parte del gobierno dominicano del periodo 2000-2004.
3. La crisis financiera del 2003, impulsada por el gobierno de turno, que trajo por consiguiente una quiebra masiva del sistema bancario nacional.
El fracaso del proceso se ve mucho más evidenciado, cuando se analizan las estadísticas de producción de azúcar durante las doce zafras antes y después del proceso de capitalización. La etapa anterior se considera el peor período en toda la historia de la industria azucarera estatal en manos gubernamental. En el mismo, se obtuvo una producción de 2.9 millones toneladas métricas de azúcar y en el período de la capitalización 1.0 millón de toneladas métricas del dulce equivalentes a un 34 por ciento de la producción correspondiente al peor período de la industria.
Ante el fracaso del proceso, se aceleró la situación de deterioro tanto de las factorías como de las plantaciones cañeras. Miles de hectáreas fueron tomadas por particulares frente a la incapacidad de las autoridades de la empresa que tiene el manejo operativo de las centrales azucareras de poder garantizar la integridad de sus tierras y/o colonias cañeras. De ahí la importancia de la puesta en práctica de la nueva política azucarera en el contexto del mercado internacional; mucho más importante aún, tomando en cuenta la selección y/o adjudicamiento de los nuevos inversionistas de comprobada capacidad financiera y gerencial en materia de producción azucarera.
CONSECUENCIA DEL FRACASO DE LA CAPITALIZACION
Antes el fracaso de las tres etapas anteriores de la capitalización del CEA, siete de los diez ingenios que les quedaban a la agroindustrias fueron totalmente desmantelados (Consuelo, Quisqueya, Santa Fe, Boca Chica, Ozama, Rio Haina y Amistad) quedando solamente Porvenir, Barahona y Montellano. Antes habían sido clausurados e igualmente desmantelados Catarey y Esperanza.
De los 1,032 kilómetros de vías férreas a lo largo de la otrora industria azucarera ‘estatal’ solo quedan los 94.5 kilómetros del Ingenio Barahona. Más de 1.8 millones de piezas ferroviarias con 1.2 millones de traviesas, más de 400 mil rieles de acero, 80 mil vigas de distinto calibre; 170 mil pares de eclipsas numero 60 y numero 8; así como miles de ranas y agujas, al igual que los treinta y dos (32) puentes ferroviarios de acero puro, construido sobre diversos ríos, arroyos y cañadas, fueron asimismo desmantelados. Igual suerte corrieron, las factorías de todos los ingenios con miles y miles de toneladas de equipos y maquinarias; siendo las últimas víctimas de los ingenios Boca Chica y Consuelo.
Cálculos estimados por técnicos en la materia; indican que el valor nominal de los 1.8 millones de las piezas ferroviarias, los treinta y dos (32) puentes y los cientos de miles de toneladas de equipos y maquinarias desmanteladas asciende a más de cinco mil millones de pesos dominicanos (RD$5,000,000,000.00); sin que hasta la fecha ninguna autoridad se haya manifestado al respeto.
Pero tampoco se han referido al cobro de la venta de millones y millones de metros cuadrados de tierras urbanas y turísticas, al igual que los cientos de miles de tareas de tierras agrícolas y ganaderas, dinero que ha sido alegremente gastado como si se tratara de dinero por ventas de bienes inmobiliarios propiedad
de los incumbentes del CEA, quienes públicamente han promovido desde el año 2000, la venta de terrenos, a través de una inmobiliaria creada ante la mirada indiferente del pueblo dominicano.