miércoles, 18 de octubre de 2017

Post-verdad, Ciudadanía y Liderazgo responsable - por FÉLIX REYES

Post-verdad, Ciudadanía y Liderazgo responsable

Alex Jones es un comunicador de la extrema derecha norteamericana que ha alcanzado notoriedad en Estados Unidos por la difusión de teorías conspirativas dirigidas al consumo de un amplio segmento de la población de ese país que ha resentido el avance de ideas y valores liberales y, sobre todo, ha resentido los cambios demográficos producto de las migraciones. 
Entre las teorías conspirativas más conocidas del señor Alex Jones se puede mencionar aquella que atribuye a un plan de los sectores liberales para que se adopten mayores controles a la posesión de armas, el hecho conocido como la matanza de Sandy Hook,  en la que 20 niños fueron asesinados por un sicópata. Otra de las teorías del señor Alex Jones y que alcanzó mayor difusión en cuanto se produjo en el contexto de la pasada campaña electoral y debido al hecho de que un creyente, fanático consumidor de esas teorías, estuviera a punto de ocasionar una tragedia, fue la teoría conspirativa conocida como Pizzagate, según la cual la dirección de la campaña de Hillary Clinton operaba un centro que ofrecía sexo infantil a cambio de apoyo electoral.
En política, el uso de teorías conspirativas no es algo nuevo. Siempre ha sido un instrumento propagandístico “idóneo” usado aunque no exclusivamente, sobre todo por parte de organizaciones con vocación totalitaria, a los fines de crear una imagen demoníaca del adversario, lo cual contribuye tanto a la “conversión” o reclutamiento de nuevos creyentes, como a la energización de los ya existentes.
Uno de los supuestos de los que parten quienes apelan al uso de teorías conspirativas como instrumento propagandístico es el de que toda “evangelización política de las masas” en vez de la razón debe estar dirigida a despertar sus emociones. En ese orden, se persigue despertar el odio hacia quien ya no es un interlocutor o un adversario con ideas o propuestas diferentes, sino un enemigo que debe ser destruido porque su mera existencia compromete la propia.
Un ejemplo de la difusión de teorías conspirativas en la República Dominicana, todavía fresco en la memoria de aquellos con por lo menos 40 años, fue aquella sobre la fusión política de la isla usada por el Dr. Joaquín Balaguer, el Partido Reformista y sus fuerzas aliadas para demonizar al Dr. José Francisco Peña Gómez e impedir su triunfo electoral.
En los últimos años, la República Dominicana ha experimentado un alto desarrollo de las telecomunicaciones, que ha posibilitado un mayor acceso al internet por parte de la población. Este hecho, junto con el conocido alto nivel de participación política de la población (la forma de participación es otra discusión), ha influido en que un segmento importante de ella con acceso a internet e inclinado hacia la actividad política, use los periódicos digitales y las redes sociales no solo como medios de información, sino también como espacio de acción política, hasta el punto que no se exagera si se afirma que para la acción y comunicación política el espacio virtual es tan importante  como el espacio real.
Mucho se ha escrito sobre cómo este nuevo escenario ha creado condiciones propicias para una comunicación más horizontal, el debate de las ideas y la emergencia de una ciudadanía más activa. Este, como remedio a una sociedad con evidentes déficit de participación ciudadana, obviamente ha sido un efecto positivo desde la perspectiva de quienes aspiran a una sociedad más democrática, con ciudadanos informados y responsables.
Sin embargo, como todo remedio, estas nuevas condiciones tienen efectos secundarios. Uno de ellos ha sido el de posibilitar que algunas fuerzas políticas que concurren a ese espacio se valgan del mismo para difundir toda clase de teorías conspirativas, con evidentes intenciones, para el lector avezado, de manipular mentes simples. En los últimos tiempos esto ha podido ser observado ante la ocurrencia de diferentes hechos, algunos de ellos trágicos.
Ciertamente, como observaba un amigo de las redes sociales con quien trataba el tema,  los sujetos que difunden y se hacen eco de teorías conspirativas creen sinceramente en las mismas, pues la pasión con que han asumido sus causas solo les permite ver la realidad en función de éstas, por lo que así como el fanático religioso solo ve la realidad en función de la lucha entre su Dios y las fuerzas del mal (el demonio), así también el fanático político solo percibe la realidad como la lucha entre su causa y la de sus enemigos, que representan todos los males de la sociedad.
Lo triste de esto es observar involucradas en estas prácticas, a personas (intelectuales, comunicadores, activistas) con prestigio y respeto ganados a través de una vida comprometida en la promoción de una ciudadanía responsable , con visiones políticas que declaraban rechazar todo tipo de manipulación, personas con aportes innegables a los esfuerzos de esta sociedad por alcanzar mejores formas de convivencia.
Eso es lo triste, pues si bien es legítima la acción política que haga posibles nuevas adhesiones, esta, si se es coherente con la visión que se proclama y reclama, de ninguna manera debe incluir la manipulación perversa de la población menos educada y más propensa a actuar emocionalmente.
http://www.7dias.com.do/portada/2017/10/16/i235520_post-verdad-ciudadania-liderazgo-responsable.html#.WeYIrmjWzIU

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