La tarde de este viernes el dirigente político Francisco Peña Guaba se ha vuelto tendencia en las redes sociales tras haber escrito un artículo de opinión nombrado el «El poder de la cama» en el cual se introduce el tema del poder la mujer y en la política.
Guaba en uno de los párrafos del artículo hace referencia al poder al cual siempre ha estado ligado el sexo femenino “no existe afrodisíaco más efectivo que el poder”.
Peña Guaba escribe semanalmente una secuencia de artículos nombrados «Reflexiones en el Cambio» los cuales va enumerando y este viernes el número #36 fue publicado llevando el tema de el poder y la sexualidad femenina.
«Reflexiones en el Cambio #36: El poder de la cama» publicado en El Pregonero.com, muchos lo han tildado como denuncia de que las amantes de los funcionarios públicos ya no son prudentes, como solían ser antes.
A continuación el artículo íntegro:
Desde tiempos inmemoriales las mujeres han tenido una influencia determinante en los hombres de poder, ello así porque es la mujer una de las cuatros causas o motivos principales que incentivan al varón. Además de la gloria, el poder y el dinero son los encantos femeninos la pieza principal que escandila el corazón de un hombre y que lo hace preso del deseo irrefrenable de poseerla.
Siempre se ha dicho que “no existe afrodisiaco más efectivo que el poder”. Es por eso que la mayoría de las mujeres caen rendidas ante los hombres de poder, es ese influjo mágico que les produce estar al lado de un hombre importante o con reconocimiento social.
El poder siempre ha estado unido a la mujer, durante siglos. Es que la superioridad de los hombres de poder frente a otros que se califican como “simples mortales”, auspicia la proliferación de amantes, quienes con tal de estar al lado de hombres “importantes” aceptan no solo esa condición sino algunas veces, hasta maltratos, involucrándose en relaciones tóxicas en las que el poder y el dinero relativiza todo lo demás. Para quienes quieran comprobar lo que aquí les digo, los invito a leer el libro “Las amantes del poder” de la periodista mexicana Sanjuana Martínez, que describe un crudo retrato en el que lo público se funde con lo privado, para exhibir uno de los matices más perversos en el uso del poder.
El poder e influencia de la mujer como amante del hombre de poder está… en la cama. Esa disposición de la mujer de hacer caer al hombre en ese juego de la seducción, donde utiliza sus encantos de manera eficiente y óptima para dar placer, termina por aprisionar física y sexualmente a su pareja. El hombre cae “enloquecido” en la relación, y para pagar esos momentos “tan dulces” hace a la mujer parte de su entorno de poder. Este es “el poder de la cama”, cuando la mujer logra que el funcionario público le dé participación en su espacio de poder con el objetivo de lograr sus particulares intereses, que en la casi totalidad de casos no son sociales ni políticos, casi siempre son económicos, para el bienestar suyo y de su familia.
Las amantes ya no son prudentes, como solían ser anteriormente. Ahora desean tener participación en el poder, obtener beneficios incesantes por sus favores sexuales, más allá de lo que el funcionario público les pueda legítimamente otorgar. A muchos los llevan a que le den posiciones de mando, para administrar recursos, lo que hace de esto, al final, un grave problema porque la lujuria, el poder y la corrupción son una mezcla explosiva.
Solo hay que ver que en la China de hoy la mayor cantidad de filtraciones de informaciones de corrupción pública cometida por altos funcionarios, nacen de la delación de amantes despechadas, que han hecho conocer el estilo de vida y de lujos extravagantes de algunos miembros la cúpula del Partido Comunista, cosa que ha enfurecido a la sociedad del gigante asiático.
Es que el poder seductor de la mujer ha sido usado hasta por gobiernos y agencias de espionaje, para llevar a la cama a hombres de poder y sacarles información privilegiada, lo que nos hace entender que algunas mujeres, con sus naturales encantos, logran cuánto deseen de un hombre apasionado en su conquista.
En nuestro país con el paso de los años se ha ido haciendo común que los funcionarios públicos, hasta pasados presidentes, les otorguen cargos a sus amantes, lo que ha creado una suerte de perversión estatal porque éstas, al sentirse apoyadas, hacen todo tipo de desmanes en los cargos, de forma tal que comprometen la moral de quienes las colocaron en esas posiciones.
Las amantes del poder solo buscan dos cosas: “influencia y dinero”. Son extraños los casos en los que solo desean colaborar para hacer quedar bien a su amante. A los funcionarios, muy por el contrario, terminan dándoles muchos dolores de cabeza, al punto de que solo obligados por las circunstancias actúan con decisión… casi siempre cuando ya el daño está hecho. Es que la amante del funcionario no tiene límites en su ambición, y como solo llegó ahí por el uso de sus encantos físicos, poco le importan las consecuencias de sus acciones, porque su único fin “es salir bien pará de esa oportunidad que le dio el destino”.
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