El presidente estadounidense Donald Trump amenazó el jueves con imponer nuevos aranceles a México como estrategia para reforzar su lucha en materia de inmigración con el socio comercial más grande de Estados Unidos.
Así mostró, una vez más, que está listo para emplear el comercio como una herramienta para alcanzar sus objetivos políticos. Trump está librando varios conflictos comerciales actualmente, con aliados y rivales por igual. Sus exigencias, que a menudo revela primero en Twitter, han tomado desprevenidos a los socios comerciales.
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Tan solo hace ocho meses, los negociadores de Trump llegaron a un acuerdo con funcionarios mexicanos y canadienses que, según ellos, remplazaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Su nueva amenaza llega incluso antes de que el Congreso estadounidense haya aprobado el acuerdo, y envía la señal a los socios estadounidenses de que las disputas y las amenazas continuas ahora son la norma en el comercio global, por lo menos mientras Trump sea presidente.
Desde luego, México no es el único blanco de Trump. Para nada. De hecho, lo que está atacando es más grande que cualquier país. Está desafiando el consenso posterior a la Segunda Guerra Mundial acerca de que el libre comercio enriquece al mundo. A continuación, ofrecemos una mirada de los distintos frentes en la guerra de Trump contra las relaciones comerciales del mundo.
China
El enfrentamiento con Pekín ha sido el conflicto comercial más grande de Trump y el que más ha asustado a economistas e inversionistas. Podría afectar a más de 730.000 millones de dólares en productos y servicios que fluyen anualmente entre ambos países.
Por ahora, no se avizora un final del conflicto. Las charlas fracasaron a principios de mayo después de que Estados Unidos acusó a China de retractarse de ofertas realizadas previamente en las negociaciones. Fue entonces cuando Trump elevó los aranceles impuestos a 200.000 millones de dólares al año en importaciones provenientes de China del diez al 25 por ciento y amenazó con ir tras más productos chinos. China pronto tomó represalias y está buscando otras maneras de devolver el golpe. Eso podría implicar que use el valor de su moneda como arma de guerra comercial o aproveche el control que tiene de minerales clave y procesos de los que depende el mundo.
Los efectos podrían ser enormes si la guerra comercial continúa o se intensifica. Dependen de China un porcentaje importante de las ganancias de las empresas estadounidenses y de su papel esencial como fabricantes de muchos de los productos del mundo. China necesita el mercado de exportación estadounidense para mantener el crecimiento de su economía y quiere tecnología avanzada estadounidense, como microprocesadores y software, para fomentar su desarrollo económico.
Aun así, los halcones comerciales dentro del gobierno de Trump argumentan que Estados Unidos se ha vuelto demasiado dependiente de China y ven como una meta a largo plazo distanciar a ambos países. Muchas compañías ya están replanteando su dependencia de China. Para China, cualquier decisión tomada con el fin de contratacar a Estados Unidos implica el riesgo de acelerar ese proceso.
Japón
El presidente Trump ha dicho que la relación entre Estados Unidos y Japón es “una valiosa alianza”, y dice que disfruta de su cercana relación con el primer ministro Shinzo Abe. Eso no ha eximido a Tokio de sus amenazas.
Aunque ha pospuesto su decisión, Trump dice que impondrá aranceles a las importaciones automotrices a menos que ambos bandos lleguen a un acuerdo comercial. La Casa Blanca quiere más acceso al mercado japonés para los campesinos y los ganaderos estadounidenses. También quiere que las empresas automovilísticas japonesas construyan más fábricas en Estados Unidos para que más autos puedan ser ensamblados por trabajadores estadounidenses.
Llegar a un acuerdo es crucial para Abe, cuyo esfuerzo de años para revitalizar el crecimiento japonés enfrenta un gran desafío debido a la desaceleración económica en China, un gran comprador de equipos y productos japoneses. Por si la presión política que enfrenta Abe fuera poca, Trump ha dicho que no habrá acuerdo sino hasta después de las elecciones japonesas en julio.
Las críticas de Trump contra Japón no son nuevas. Sus comentarios en la década de 1980, cuando las exportaciones de Japón se percibían como una amenaza económica para Estados Unidos, sugieren que esos primeros enfrentamientos ayudaron a formar sus opiniones en materia de comercio.
México
Se suponía que el conflicto con México se había terminado. Sin embargo, el jueves Trump atizó las tensiones comerciales al amenazar con imponer aranceles a México a partir del 10 de junio a menos que detenga el flujo de inmigrantes indocumentados en toda la frontera con Estados Unidos.
Si cumple la amenaza, podría haber severas complicaciones en ambos lados de la frontera. Gracias en parte a los aranceles impuestos a China, México ahora es el socio comercial más grande de Estados Unidos, con una cifra de comercio de más de 150.000 millones de dólares en los primeros tres meses del año, de acuerdo con IHS Markit Global Trade Atlas, un proveedor de datos.
El comercio ya se ha visto afectado debido a cambios en la manera en que el personal estadounidense vigila la frontera, lo que ha ocasionado esperas más largas. Y así como ha hecho con Japón, Trump también ha amenazado con imponer aranceles a las importaciones de autos fabricados en México. Algunas fábricas automotrices estadounidenses y japonesas tienen sedes en México, con cadenas de suministro que llegan hasta Estados Unidos.
La amenaza de Trump pone en duda el destino del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, el sucesor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, acuerdo al que llegaron los tres países a finales del año pasado. Estados Unidos ya ha eliminado los aranceles impuestos a las importaciones de metales tanto de México como de Canadá como una manera de lograr que el acuerdo se ratifique. No obstante, el Congreso estadounidense ha dado muestras de escepticismo por la manera en que Trump —sin importar cuál vaya a ser el destino de sus muchos conflictos— ha cambiado el tono del diálogo en materia de comercio en Estados Unidos.
La amenaza de Trump pone en duda el destino del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, el sucesor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, acuerdo al que llegaron los tres países a finales del año pasado. Estados Unidos ya ha eliminado los aranceles impuestos a las importaciones de metales tanto de México como de Canadá como una manera de lograr que el acuerdo se ratifique. No obstante, el Congreso estadounidense ha dado muestras de escepticismo por la manera en que Trump —sin importar cuál vaya a ser el destino de sus muchos conflictos— ha cambiado el tono del diálogo en materia de comercio en Estados Unidos.
Europa
La posibilidad de aranceles punitivos de Estados Unidos ha estado presente durante varios meses desde que los aranceles al acero y el aluminio impuestos el año pasado sacudieron a los aliados estadounidenses en Europa. El presidente Trump ha argumentado que las importaciones de autos y autopartes extranjeras afecta la industria automotriz estadounidense y amenaza la seguridad nacional.
“Yo diría que la Unión Europea nos trata peor que China. Solo que son más pequeños”, dijo el presidente Trump en mayo. “Envían autos Mercedes-Benz aquí como si se tratara de galletas”.
Ha amenazado con imponer aranceles del 25 por ciento a los millones de autos y autopartes extranjeros importados por Estados Unidos cada año. La decisión podría infligir daño en estados como Alabama y Carolina del Sur, que tienen enormes plantas de ensamblaje de Mercedes-Benz y BMW.
La Casa Blanca pospuso la decisión de imponer esos aranceles y dio un plazo de seis meses para negociar un acuerdo comercial con el fin de abordar el problema.
Estados Unidos ya estaba teniendo problemas en las negociaciones con la Unión Europea, que se ha rehusado a considerar la entrada de más productos agrícolas estadounidenses a Europa. El gobierno de Trump dice que un acuerdo sin agricultura no sería aprobado por el congreso de su país, pero los políticos populistas en Europa han señalado algunos productos y prácticas estadounidenses —como el uso de cloro para esterilizar los pollos— para justificar esas barreras comerciales.
Países como Francia y Bélgica también se han rehusado a unirse a las conversaciones debido a la negativa del gobierno de Trump en 2017 a firmar un pacto global de combate al cambio climático. Además, los líderes de la coalición Verde en el Parlamento Europeo han dicho que no firmarán acuerdos comerciales con países que no hayan ratificado el acuerdo climático.va York. Se espera que el nuevo acuerdo comercial propuesto, el sucesor del TLCAN, aumente las exportaciones de lácteos estadounidenses a Canadá.
Canadá
El otoño pasado, parecía que el presidente Trump había llegado a un acuerdo sobre las diferencias comerciales con Canadá gracias al nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá. Entre otras cosas, se supone que el pacto facilitará la venta de productos lácteos estadounidenses en Canadá. No obstante, el anuncio de Trump el jueves podría desbaratar sus esfuerzos para asegurar la aprobación del pacto por parte del Congreso estadounidense.
Canadá ha estado en una zona incómoda en la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Se volvió el núcleo de una disputa diplomática después de que las autoridades canadienses arrestaron a Meng Wanzhou, una alta ejecutiva en la empresa tecnológica china Huawei a quien buscaban los funcionarios estadounidenses por acusaciones de fraude. Quizá en represalia, China ha arrestado a dos canadienses y los ha acusado de espionaje, además de haber impuesto restricciones a algunos productos agrícolas canadienses.
“China y Estados Unidos han intensificado su disputa, y Canadá ha quedado atrapada en medio”, dijo Carolyn A. Wilkins, gobernadora adjunta sénior en el Banco de Canadá, durante un discurso el jueves.
Trump ha insinuado que intervendrá en la extradición de Meng a Estados Unidos si eso ayuda a lograr un acuerdo comercial con Pekín. Sin embargo, el nuevo acuerdo comercial norteamericano firmado el otoño pasado también incluía una cláusula, conocida como la “cláusula de China”, que muchos consideraron un esfuerzo flagrante para bloquear cualquier acuerdo de libre comercio entre China y Canadá.