lunes, 28 de septiembre de 2020

Por qué fracasó la nueva normalidad en España

 LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Por qué fracasó la nueva normalidad en España

Los expertos apuntan a la falta de medios, los errores de planificación y el exceso de confianza como responsables de que el país no haya logrado contener el virus tras el desconfinamiento

Varias ancianas se toman un café en la terraza de un bar de Usera, uno de los barrios afectados por las restricciones sanitarias de Madrid. En vídeo, los epidemiólogos afirman que España es el país de Europa con más contagios por "las prisas" en su desescalada.BALLESTEROS / EFE (VÍDEO: ATLAS PABLO LINDE

Madrid - 27 SEP 2020 - 14:21 AST

Han pasado poco más de dos meses y medio entre esta frase de Pedro Sánchez —"Hemos derrotado al virus y controlado la pandemia y doblegado la curva"— y esta otra del ministro de Sanidad, Salvador Illa —“Vienen semanas duras en Madrid”—. La nueva normalidad no ha durado ni siquiera ese lapso. Las restricciones que se levantaron el 21 de junio fueron regresando a unos y otros territorios en julio. Toda España vivió un endurecimiento de las limitaciones el 18 de agosto y poco a poco van ganando terreno en cada vez más zonas, que ya vuelven a ver el confinamiento domiciliario como una posibilidad muy real y cercana, si es que no se han instalado de nuevo en él.

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Es la historia de un fracaso. España solo consiguió alejarse de las peores estadísticas de Europa en la incidencia de la pandemia de covid-19 entre las últimas semanas de primavera y las primeras del verano, para volver a liderarlas con fuerza en pleno estío, con una enorme diferencia sobre prácticamente cualquier otro país de su entorno. ¿Qué ha sucedido en ese tiempo?

Para encontrar respuesta hay que remontarse al propio estado de alarma. Al plan de desescalada. Su espíritu era modélico, según coinciden varios expertos: un levantamiento de restricciones asimétrico que iría avanzando según las comunidades fueran teniendo una incidencia lo suficientemente reducida y logrando las capacidades suficientes para hacer frente a la epidemia con garantías. Pero hubo dos grandes problemas: Sanidad prefirió no cuantificar cuál debía ser esta incidencia ni estas garantías: no había unos parámetros claros. Y muchas comunidades avanzaron de fase cuando no debían. El caso más claro es el de Madrid, que llegó a la fase 2 prometiendo unas capacidades de vigilancia epidemiológica que nunca cumplió y que, de ahí, saltó a la nueva normalidad al terminar precipitadamente el estado de alarma antes de que todas las autonomías recorrieran el camino trazado inicialmente.

Miguel Hernán, catedrático en epidemiología de la Universidad de Harvard y uno de los expertos que trabajó en poner las bases de la transición, lo resume así: “La nueva normalidad era otra cosa. Esto que hemos experimentado ha sido simplemente una desescalada apresurada sin hacer los deberes”. En su opinión, para llegar a ese momento de restricciones laxas que se dio en llamar nueva normalidad se requerían cuatro condiciones que, a su juicio, no se han cumplido. La primera, liderazgo de las comunidades autónomas para crear y reforzar tanto capacidades asistenciales y diagnósticas como de rastreo y aislamiento o cuarentena. La segunda, liderazgo del Gobierno español para definir indicadores epidemiológicos transparentes y armonizados que facilitaran acciones coordinadas. En tercer lugar un diseño de las medidas concretas de la desescalada por expertos multidisciplinares —incluyendo especialistas en epidemiología y economía— para combinar una actividad económica sostenible con el conocimiento científico disponible sobre el coronavirus. Por último, un proceso continuado de toma de decisiones sobre apertura y cierre basado en la evaluación de datos epidemiológicos de las tres semanas previas.

Miquel Porta, catedrático experto en epidemiología, medicina preventiva y salud pública, cree que el fracaso de la nueva normalidad se remonta a antes incluso de la epidemia. “No ha fallado que no hubiera criterios para la desescalada, sino la aplicación de estos criterios”. Y esto ha sido así, en su opinión, por la “incapacidad del Estado”. “Ni siquiera es un problema de políticos, sino de aparatos del Estado”, subraya. Para que se entienda bien, pone el ejemplo de la Agencia Tributaria, frente a la inexistente Agencia de Salud Pública que él y otros colegas llevan años reclamando: “Hacienda es un mecanismo engrasado, con herramientas del siglo XXI. Obviamente hay fraude y podría funcionar mejor, pero cualquier impuesto municipal en cualquier rincón de España queda registrado. Lo nuestro [la salud pública y los servicios de vigilancia epidemiológica] funciona como en el siglo XIX; es como si hubiera un contable apuntando notas con manguitos y un ábaco”.

Lo más parecido que España tenía a esa agencia que reclama es el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), un departamento del Ministerio de Sanidad con menos de media docena de funcionarios que quedaron desbordados al poco de empezar la crisis. No había siquiera un sistema capaz de recolectar los datos en tiempo y forma. Y, lo más preocupante, todavía hoy no lo hay. Al menos, no del todo.

Sin rastreadores

Tampoco existe el suficiente número de rastreadores y la capacidad de la atención primaria, el dique de contención de la segunda ola, está muy por debajo del promedio europeo. Todo esto, junto al comportamiento de los ciudadanos y algunas empresas que no pusieron el suficiente ahínco en proteger a sus trabajadores, el empecinamiento por no renunciar al ocio nocturno y, según señalan algunos expertos, un cierto componente de aleatoriedad, han sumado un cóctel que está dejando una tremenda resaca en forma de restricciones y nuevos confinamientos.

Del CCAES salió un documento, consensuado con las comunidades autónomas, que trataba de actuar de forma temprana para que los brotes no se convirtieran en transmisiones comunitarias y que, visto lo visto, ha tenido poco éxito. Es el Plan de respuesta temprana en un escenario de control de la pandemia por covid-19, aprobado el 16 de julio, cuando cientos de temporeros en Aragón ya estaban contagiándose. Establecía tres escenarios y medidas en cada uno de ellos. Pero, de nuevo, sin umbrales numéricos. No había cifras a partir de las cuales cerrar el ocio nocturno, restringir reuniones o confinar a poblaciones. Dos meses después, Madrid y el Gobierno central están batallando sobre si 500 casos por 100.000 habitantes en 14 días son suficientes para adoptar limitaciones a la movilidad a los ciudadanos. La Universidad de Harvard pone el umbral en 350.

Entre ese documento y la situación de hoy hay un “exceso de sesgo a la normalidad”, en palabras de Rafael Bengoa, uno de los expertos en Salud Pública más respetados de España. “Está justificado por parte de los ciudadanos porque después de estar encerrados casi cuatro meses es normal querer volver a la normalidad. Pero todos los Gobiernos saben que ese sesgo es peligroso en cualquier situación. Deberíamos haber tenido un plan más solido de desconfinamiento. Todas las comunidades se veían preparadas, pero algunas no lo estaban. Y si sumas eso a un comportamiento ciudadano muy irregular, se crea la tormenta perfecta”, señala.

Exceso de confianza

“Llamarlo nueva normalidad a lo mejor fue un fallo, porque nos hizo confiarnos”, reflexiona Saúl Ares, científico del Centro Nacional de Biotecnología. “Mientras el virus esté con nosotros deberíamos tener claras tres cosas: asistencia primaria reforzada a tope todo el tiempo; rastreadores, con casos o sin ellos, los que se recomiendan. Y tercero, aunque la incidencia sea baja, la población debería vivir con las reglas de cierto distanciamiento hasta que esto pase: evitar encuentros en interiores y siempre que sucedan con mascarilla, además de las normas de higiene”, explica.

En esta misma línea se manifiesta Daniel López Acuña, que fue director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Para mucha gente la nueva normalidad era volver a la normalidad, y ahí ha estado un error fundamental: no asumir que estábamos volviendo a un momento de una curva que se había abatido pero donde el virus no había desaparecido”, apunta.

De aquí a que llegue la vacuna, es posible que haya que olvidar aquel concepto efímero de nueva normalidad. Quedan meses por delante de batalla contra el virus, incluso una posible tercera ola. Para surfear esta y la que pueda venir de la mejor forma posible hace falta evaluación. Bengoa y otros 19 colegas firmaron en la revista The Lancet un manifiesto pidiendo al Gobierno que expertos independientes estudien qué ha fallado y propongan medidas para que no vuelva a suceder, porque, según prevén todos ellos, cuando acabe esta, llegarán otras pandemias. “Yo no iría a buscar nueva normalidad”, señala Bengoa. “Sí en cuanto a no tener que estar en distanciamiento social, pero volver a la normalidad política, social, de inequidades que hay en el país no es lo que hay que hacer”. Junto a otro grupo de expertos, trabaja para la OMS en un documento a largo plazo que siente las bases de un sistema de salud mejor planificado, más justo y respetuoso con el medio ambiente. En definitiva, aprender de los errores, algo que no siempre se ha dado bien en esta pandemia.

Información sobre el coronavirus

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- Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada autonomía

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- Guía de actuación ante la enfermedad

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Las revelaciones sobre los impuestos de Trump amenazan con erosionar la base electoral del presidente

 Las revelaciones sobre los impuestos de Trump amenazan con erosionar la base electoral del presidente

Los demócratas buscan resaltar la brecha entre la clase trabajadora y un dirigente multimillonario que solo pagó 750 dólares en su declaraciones de la renta de 2016 y 2017

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un mitin en Winston-Salem, en Carolina del Norte, el pasado 8 de septiembre. En vídeo, las declaraciones del presidente respecto a la noticia. EVAN VUCCI / AP / EPV +

PABLO GUIMÓN

Washington - 28 SEP 2020 - 13:29 AST

A la espera de lo que pueda deparar todavía el último mes de una campaña llena de insólitos sobresaltos, la sorpresa de octubre de las elecciones de 2020 ha caído en septiembre y en la forma de una exclusiva periodística. Las revelaciones de The New York Times sobre las declaraciones fiscales de Trump, que no pagó el impuesto sobre la renta en 10 de los últimos 15 ejercicios y que solo desembolsó 750 dólares el año en que inició su carrera presidencial, apuntan a la línea de flotación del trumpismo y tienen el potencial de convertirse en uno de esos eventos que irrumpen en la recta final de la campaña y pueden influir en su desenlace.

De las informaciones, que el Times empezó a publicar este domingo, se desprende que la historia personal y profesional que el presidente vende a los ciudadanos difiere mucho de la que reporta a las autoridades fiscales. Los codiciados documentos obtenidos por el Times, que ha decidido no compartirlos para proteger a sus fuentes, ofrecen según el diario el retrato de un empresario acechado por las deudas, cuya situación financiera ha mejorado sustancialmente en los cinco años desde que inició su carrera presidencial, gracias al aumento de la actividad en algunos de los hoteles y clubes de golf que forman parte de un emporio empresarial del que se negó a desvincularse al llegar a la Casa Blanca, generando potenciales conflictos de intereses. La conducta de Trump, siempre según el Times, ha sido la de un empresario que ingresa millones de dólares cada año, pero que acumula pérdidas crónicas que utiliza, a través de agresivas técnicas fiscales, para no pagar impuestos.

Las revelaciones tienen el potencial de profundizar la brecha abierta entre el presidente republicano y el electorado de clase trabajadora, especialmente en Estados con un tejido industrial golpeado por la globalización, que serán clave en las elecciones del 3 de noviembre. Esos votantes que se sintieron abandonados por el establishment político después de la Gran Recesión y escucharon hace cuatro años el mensaje de Trump, que quiso identificarse con ellos en ese rechazo a las élites y prometió luchar por sus trabajos a base de proteccionismo. La imagen de un presidente que trató durante décadas de presentarse como un empresario de enorme éxito, pero que en realidad sufría para mantener a flote sus negocios, empleaba una agresiva ingeniaría fiscal para no contribuir a la hacienda pública y pudo haberse aprovechado del poder político que le dieron esos votantes para sanear sus finanzas, resonará en unos trabajadores que ya comprueban que, a pesar de las promesas, cuatro años de Trump no han mejorado, sino en muchos casos empeorado, su situación económica.

En particular, la cifra de 750 dólares, el montante de impuestos federales sobre la renta que Trump pagó en 2016 y en 2017, ofrece a los demócratas un poderoso y sencillo sello que tratarán de grabar en la mente de los votantes. La cifra chirriará a esos trabajadores cuyo estilo de vida dista mucho de la ostentación y el lujo que se asocian con el presidente Trump, y que sin embargo pagan más que él en impuestos federales.

Así lo destacó en un tuit la popular congresista Alexandria Ocasio-Cortez, que asegura haber pagado miles de dólares en impuestos federales en esos mismos años, mientras trabajaba como camarera. “Ha contribuido menos a financiar nuestras comunidades que los camareros y los inmigrantes sin documentos”, dijo la congresista de Trump. La campaña del candidato presidencial demócrata, Joe Biden, no tardó en difundir un vídeo que muestra los habituales impuestos sobre la renta pagados por profesores de primaria, bomberos y enfermeras, que ascienden a miles de dólares anuales.

Tampoco contribuyen a reforzar el vínculo de Trump con ese electorado clave revelaciones como la de que dedujo de sus impuestos 70.000 dólares en concepto de gastos de peluquería para su programa televisivo The Apprentice. Esa imagen de un presidente tan alejado de las preocupaciones de la clase trabajadora por la que dice gobernar constituye valiosa munición para Biden, que este martes se enfrenta cara a cara a Trump en el primero de los tres debates presidenciales.

El debate tendrá lugar precisamente en Ohio, uno de esos Estados con fuerte peso industrial que se llevó Trump hace cuatro años y en el que ahora Biden le saca una ligera ventaja en los sondeos. En el primero de los bloques temáticos, dedicado a la trayectoria personal de ambos candidatos, Biden cuenta ahora con nueva artillería para buscar el contraste entre la figura del empresario sin escrúpulos de Nueva York y sus propios orígenes de clase media trabajadora en un Estado del mismo cinturón industrial como es Pensilvania.

Trump se desenvuelve mucho mejor a la ofensiva que a la defensiva. Por eso, el equipo del presidente ha pasado al ataque este mismo lunes. Alan Garten, abogado de la Organización Trump, publicó un comunicado en el que asegura que la información está “repleta de groseras inexactitudes”, y encuadra la publicación de la historia en “una campaña de difamación previa a las elecciones”.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, acusó a los demócratas de volver a interpretar “el mismo guion que probaron en 2016, y que el pueblo estadounidense rechazó y volverá a rechazar”. El propio presidente ha calificado la información de “noticia falsa” y ha arremetido en un hilo de tuits contra el periódico, al que acusa de proceder “con información obtenida de manera ilegal y solo malas intenciones”. Asegura que pagó “muchos millones de dólares” en impuestos pero “tenía derecho, como todo el mundo, a la depreciación y las desgravaciones”.

A por el voto indeciso

Trump ha sobrevivido políticamente a otras revelaciones igualmente demoledoras, como las grabaciones en las que se jactaba de tocar los genitales de mujeres sin su permiso. Aquella cinta se publicó en octubre de 2016, también dos días antes de que Trump se enfrentara en un debate a la que entonces era su rival demócrata, Hillary Clinton.

La diferencia es que, en esta ocasión, la bomba informativa llega en un momento particularmente malo para las expectativas de reelección del presidente, que lleva meses por detrás de su rival en los sondeos, tanto en el ámbito nacional como en algunos de los Estados decisivos. La pandemia le ha arrebatado a Trump el principal argumento con el que contaba para la reelección, el vigor de la economía, y su campaña no está logrando contrarrestar las críticas a su gestión de la crisis sanitaria.

La extrema polarización política que vive el país no contribuye a la proliferación de votantes indecisos y ha convertido a las bases trumpistas, que se han mantenido llamativamente fieles en estos cuatro años, en un bloque que se antoja inexpugnable. Pero esta sorpresa de octubre, llegada en los últimos días de septiembre, apunta al corazón mismo de esos trabajadores de Estados industriales del Medio Oeste que hace cuatro años llevaron a Trump a la Casa Blanca. https://elpais.com/internacional/2020-09-28/las-revelaciones-sobre-los-impuestos-de-trump-apuntan-al-corazon-de-los-votantes-que-le-llevaron-a-la-casa-blanca.html

Cuánto oro queda por extraer en el mundo (y dónde está la mina más productiva de América Latina)

Cuánto oro queda por extraer en el mundo (y dónde está la mina más productiva de América Latina)

  • 25 septiembre 2020
Lingotes de oroDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionChina es el país del mundo que más oro extrae.

El mes pasado, el precio del oro alcanzó su máximo histórico al superar los US$2.000 por onza.

Aunque esta subida de su cotización ha estado espoleada por los operadores del mercado, nos hace preguntarnos sobre la disponibilidad del metal precioso y cómo de cerca estamos de que se agoten sus reservas en la Tierra.

El oro tiene una gran demanda como inversión, es símbolo de estatus y un componente clave en muchos productos electrónicos.

Pero también es un recurso finito, y eventualmente llegará una etapa en la que no quedará nada por explotar.

Nivel máximo

Los expertos hablan sobre el concepto de nivel máximo o pico, que tiene lugar cuando hemos extraído la mayor cantidad posible en un año.

Algunos creen que es posible que ya hayamos llegado a ese punto.

Almacén de oroDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption¿Qué pasará si extraemos todo el oro disponible en la naturaleza?

La producción de las minas de oro totalizó 3.531 toneladas en 2019, un 1% menos que en 2018, según el Consejo Mundial del Oro.

Esta es la primera disminución anual de la producción desde 2008.

"Aunque el crecimiento en la oferta puede ralentizarse o disminuir ligeramente en los próximos años conforme se agotan las reservas existentes y los nuevos descubrimientos se vuelven cada vez más escasos, sugerir que la producción ha alcanzado su punto máximo puede ser un poco prematuro", dice Hannah Brandstaetter, portavoz del Consejo Mundial del Oro.

Incluso cuando se llega al pico, los expertos dicen que no es probable que la producción experimente una disminución dramática en los años inmediatamente posteriores.

En cambio, podríamos ver un agotamiento gradual de la producción que duraría varias décadas.

"La producción minera se ha estabilizado y es probable que esté en una trayectoria descendente, pero no dramáticamente descendente", agrega Ross Norman, de MetalsDaily.com.

Entonces, ¿cuánto oro queda?

Las empresas mineras estiman de dos formas el volumen de oro que permanece en el suelo:

  • Reservas: oro que es económicamente viable extraer al precio de su cotización.
  • Recursos: oro que se volverá económicamente viable después de una investigación adicional, o a un nivel de precios más alto.
BBC

El volumen de las reservas de oro se puede calcular con mayor precisión que los recursos, aunque todavía no es una tarea fácil.

El stock subterráneo de reservas de oro se estima actualmente en alrededor de 50.000 toneladas, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.

Para poner esto en perspectiva, ya se han extraído alrededor de 190.000 toneladas de oro en total, aunque las estimaciones varían.

Esto significa, en base a estas cifras aproximadas, que todavía queda alrededor del 20% por explotar.

Pero esta es una cifra en constante cambio.

El avance de nuevas tecnologías pueden hacer que sea posible aprovechar algunas reservas ya descubiertas, pero que por su situación o cualquier otro factor no es viable económicamente extraerlas.

Las innovaciones más recientes incluyen big data e inteligencia artificial, que potencialmente pueden optimizar los procesos y reducir los costos.

La robótica ya se está utilizando en algunos sitios y se espera que se convierta cada vez más en una tecnología común en la exploración de minas.

Mayores minas del mundo

La mayor fuente de oro de la historia ha sido la cuenca de Witwatersrand en Sudáfrica.

Witwatersrand representa aproximadamente el 30% de todo el oro extraído.

Otras fuentes importantes de oro incluyen la mina Mponeng, extremadamente profunda, en Sudáfrica; las minas Super Pit y Newmont Boddington, en Australia; la mina Grasberg de Indonesia y las minas en el estado de Nevada, EE. UU.

China es actualmente el país con mayor producción de oro del mundo, mientras que Canadá, Rusia y Perú también son importantes actores a nivel internacional.

En términos de compañías, Nevada Gold Mines, propiedad mayoritaria de la compañía canadiense Barrick Gold, es el complejo de extracción de oro más grande del mundo, con una producción de alrededor de 3,5 millones de onzas al año.

Mina de extracción a cielo abierto.Derechos de autor de la imagenRICK LOOMIS
Image captionAsí son las minas de extracción a cielo abierto.

Aunque todavía se encuentran nuevas minas de oro, los expertos apuntan a que los descubrimientos de grandes depósitos son cada vez más escasos.

Como resultado, la mayor parte de la producción de oro proviene actualmente de minas más antiguas que han estado en uso durante décadas.

Mina líder en Latinoamérica

La mina de Pueblo Viejo, en República Dominicana, es la que más produce de todo América Latina.

Fue la cuarta mina que más oro produjo en 2018, con un total de 30,1 toneladas.

Sin embargo, su ritmo de producción venía bajando debido a la menor concentración de oro en el mineral extraído, explica la revista oroinformación.com.

Su propietaria, la canadiense Barrick Gold, ha emprendido un proceso de ampliación "que permitirá a la mina líder (de la región) extender su vida útil hasta la década de 2030 o incluso más allá", dice la publicación.

BBC

¿Más difícil de extraer?

La minería a gran escala es extremadamente intensiva en capital, ya que emplea mucha maquinaria y costosos sistemas para minar vastas áreas en la superficie y por debajo de ella.

Hoy en día, alrededor del 60% de las operaciones del mundo son minas a cielo abierto, mientras que el resto son subterráneas.

"La minería se está volviendo más difícil en el sentido de que muchas de las minas grandes y de bajo costo, y las más antiguas, como las de Sudáfrica, están al borde del agotamiento", agrega Norman.

"Las minas de oro chinas, por otro lado, son mucho más pequeñas y, por lo tanto, tienen costos más altos".

OroDerechos de autor de la imagenMANU QUINTERO
Image captionEn El Callao, una localidad en el sur de Venezuela se extrae oro.

Quedan relativamente pocas regiones inexploradas para la extracción de oro, aunque posiblemente las más prometedoras se encuentran en algunas de las partes más inestables del mundo, como África Occidental.

Máximos históricos

Sin embargo, aunque los precios del oro alcanzaron máximos históricos en agosto, esto no se traduce automáticamente en un aumento en la actividad minera de oro.

De hecho, los cambios en la producción de las minas de oro a menudo responden tardíamente a lo que sucede con la cotización del oro en los mercados internacionales.

"Dada la escala de operaciones involucradas, se necesita tiempo para modificar los planes de una mina en respuesta a cambios en factores externos, como el precio del oro", agrega Brandstaetter.

Además, hay que tener en cuenta que los precios máximos se registraron durante las restricciones por la pandemia de covid-19.

La crisis sanitaria dificultó la extracción en las minas, ya que los sitios se cerraron total o parcialmente para frenar la propagación del virus.

Las subidas de precios en realidad han sido impulsadas por la pandemia, ya que los inversores ven el oro como un activo más seguro en tiempos de incertidumbre económica.

Lugares inverosímiles

Aunque el oro bajo tierra puede ser difícil de cuantificar, no es la única fuente.

También hay oro en la luna.

Sin embargo, los costos asociados con extraerlo y transportarlo de regreso a la Tierra son significativamente más altos que el propio valor del oro.

"Aunque existe, nunca sería económicamente significativo extraerlo", dice el experto espacial Sinead O'Sullivan.

"Se gastaría una cantidad infinitamente mayor de dinero extrayéndolo de lo que se podría ganar vendiéndolo".

Algo parecido ocurre en ciertos depósitos de la Antártica, donde existen algunas reservas que quizás nunca sean rentables debido a las condiciones climáticas extremas del continente.

El oro también se encuentra esparcido por el fondo del océano, pero también se considera financieramente poco viable para la extracción.

SmartphonesDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionMuchos componentes electrónicos están hechos con oro.

Sin embargo, un factor que el oro tiene de su lado es que, a diferencia de otros recursos no renovables como el petróleo, el oro sí se puede reciclar.

Así que nunca nos quedaremos sin oro, incluso aunque ya no podamos extraerlo o se hayan agotado todas las reservas.

Se utiliza una gran cantidad de oro en productos electrónicos que se consideran desechables, como los teléfonos celulares.

La cantidad de oro en un teléfono promedio vale unos cuantos dólares.

Los planes para reciclar el oro extraído de los desechos electrónicos ya están en marcha.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-54254152