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Eduardo García Michel
El poder no es eterno
Y pensar que nada de eso llegaría a lado alguno, por más que se empeñaran. Este pueblo ha sufrido demasiado los rigores de dictaduras como para tolerar que surja otra.
30 / 04 / 2019, 12:00 AM
Eduardo García Michel
El poder no es eterno
Y pensar que nada de eso llegaría a lado alguno, por más que se empeñaran. Este pueblo ha sufrido demasiado los rigores de dictaduras como para tolerar que surja otra.
30 / 04 / 2019, 12:00 AM
Entre tantos avatares y decepciones, es estimulante leer las recientes declaraciones de Guillermo Julián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (Anje), efectuadas en el despacho del juez presidente del Tribunal Superior Electoral, en el sentido de que “nosotros, desde ANJE, defendemos siempre la institucionalidad y el fortalecimiento democrático y de las instituciones per se.”
Y lo dijo en un momento delicado, en el que ese alto tribunal sufría el embate de fuerzas autoritarias, lo cual honra a Julián y a Anje.
El reciente informe del PNUD sobre calidad democrática, advierte que “El país cuenta con elites ilustradas y cosmopolitas, y con una ciudadanía activa, que se organiza y participa en las esferas pública y comunitaria. Teniendo en cuenta estas fortalezas, la lentitud que se aprecia en los avances en materia institucional y social sugiere una dirigencia ensimismada, que no está incorporando, o está menospreciando, datos de la realidad que imponen actuar rápida y enérgicamente para evitar males mayores.”
Ciertamente, parte de las elites parecen ensimismadas y complacidas en el disfrute de su espléndida bonanza, y no atinan a comprender que si no ponen coto al deterioro visible y medible en los índices de calidad democrática, serán las primeras en precipitarse al abismo.
Al poder le ha seducido amarrar a su faltriquera al liderazgo nacional (empresarial, social, y al de la llamada sociedad civil), para cooptar el poder fáctico que se le atribuye y utilizarlo para su conveniencia, a cambio de concesiones particulares a algunos de sus miembros.
En la época del Dr. Balaguer, el instrumento útil fue el Consejo Nacional de Desarrollo, pues daba acceso a las alturas a un pequeño grupo que resolvía sus asuntos particulares, siendo la contraprestación el apoyo irrestricto a la conveniencia política del gobernante.
En esta época existen mecanismos parecidos.
Por eso es tan relevante la declaración de los jóvenes empresarios.
Y es que, bajo el influjo mareante de las concesiones que se reciben, se puede llegar a soñar que lo mejor es que el ejecutivo de turno se quede para siempre en el poder porque garantiza prosperidad (al grupo privilegiado) y se cierren los ojos ante intentos evidentes de debilitar aún más el ordenamiento institucional, como a ojos vista viene ocurriendo.
El desenlace no podría ser otro que el comienzo de un período de inestabilidad que de al traste con el clima de negocios y lleve a una crisis de consecuencias impredecibles.
Estudiar la historia debería servir para darse cuenta de que esta es una de las razones más poderosas del atraso social y la pobreza que aflige al pueblo dominicano.
Siendo así, la declaración de Anje es muy valiosa, ya que es vital que existan instituciones del sector privado consolidadas, cuyo funcionamiento no esté subordinado a los intereses del poder político.
En los últimos días se han sucedido declaraciones advirtiendo del peligro inminente en que se encuentra la sociedad. Unas procedentes del seno de la iglesia católica, otras de la iglesia evangélica, y muchas más de diversos sectores legítimamente preocupados por el ataque despiadado al ordenamiento institucional, que se está llevando a cabo con la intención de preparar las condiciones para la permanencia en el poder más allá de lo establecido por las normas vigentes.
Hay honda preocupación por la herida abierta que se ha infringido a la sociedad con el desmantelamiento de la Suprema Corte de Justicia. Hay también preocupación por la acometida indecorosa sobre el Tribunal Superior Electoral, en irrespeto flagrante a la independencia de los poderes.
Existe el riesgo de que la desesperación conduzca a cambiar el talante liberal y tolerante de la administración, pues a la censura que ya existe mediante mecanismos de represalia económica, pudiera agregársele una más dura montada en la represión.
Y pensar que nada de eso llegaría a lado alguno, por más que se empeñaran. Este pueblo ha sufrido demasiado los rigores de dictaduras como para tolerar que surja otra.
Lo sensato es bajar el calibre de las ambiciones, única garantía de que la salida del poder no resulte traumática.
El camino bueno no es otro que el de volver a la necesaria alternabilidad y tener en cuenta que la única manera de no temer, es haciendo las cosas bien, pues el poder no es eterno, por más que alguien se empeñe en creer lo contrario. https://www.diariolibre.com/opinion/en-directo/el-poder-no-es-eterno-KA12651964
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