29 de octubre de 2018
A PROPOSITO DEL DESARROLLO
45. LAS ALGAS SARGAZOS Y LOS “FUNCIONARIOS” DE
BARAHONA (1)
Desde
hace varios años a nuestro país llegan masas algales de las llamadas sargazos y
en nuestras costas se han registrado a partir del 2012. Desde el mismo momento
que arribaron, la preocupación y la incomodidad de los ciudadanos, salieron a
flote. Primero, lo desagradable del paisaje; luego, las dificultades y
molestias para los bañistas y pescadores y aún lo peor, la fetidez nauseabunda
que despiden al descomponerse en las orillas de las playas.
Se
conocieron datos de las razones de la presencia de las algas en nuestras
costas. Se supo de los cambios en las corrientes marinas y de la ocurrencia de
mayor cantidad de fenómenos climáticos que ayudan a distribuirlas y
dispersarlas por muchos lugares del planeta. Se conoció de los desperdicios que
muchos ríos llevan a las costas, dando aportaciones de nutrientes a las algas;
lo que facilita su crecimiento y desarrollo en las costas.
Algunos
no dejaron de culpar a “un barco” que vino y descargó en nuestros mares esas
algas “para hacernos daño”, dizque para ahuyentar a los turistas y para desmotivar
a inversionistas turísticos (¿?). Otros hablamos, incluso, del Mar de los
Sargazos en el Océano Atlántico Norte.
Se
conoce que esas algas nos visitarán de manera frecuente durante los años por
venir y es por ello, que lo más importante ahora es establecer las acciones que
desde las instituciones sectoriales y desde las alcaldías se deben definir como
las posibles políticas públicas para dar solución, de manera oportuna y permanente,
a esta situación natural, no deseada.
Propusimos,
en unión de la Sociedad Ecológica de Barahona (SOEBA), que las masas algales
puedan ser sacadas del mar antes de que se mueran y se pudran, es decir, cuando
aún estén vivas y a poca distancia de las playas. La propuesta consistía en un método
artesanal, pero que consideramos efectivo. La misma consiste en sacar las masas
de algas con chinchorros, para lo cual se utilicen yolas o botes y se “pescan”
las algas como si fuera pescando peces con chinchorros.
Eso
implica que un grupo de hombres toma un extremo del chinchorro y se estaciona
en la playa y yolas guiadas por pescadores rodean las masas de algas y dan el
otro extremo a otro grupo de hombres en otro lado de la orilla. Luego, todos
juntos halan el chinchorro y sacan las algas a la playa. Allí, otro grupo de
hombres, suben las algas a un volteo y se les moja con agua del rio Birán para
que salga la sal y arena que posean y finalmente se llevan a un lugar elegido
para elaborar abono orgánico.
La
zona donde se va a preparar el abono, es importante que sea una depresión en el
suelo y allí se colocan las algas, se comprimen como se hace para sacar el
mosto de las uvas, se le adiciona agua y se coloca arriba un material que
impida la radiación solar directa
(plástico o sacos) y que permita la aireación lateral. Si se dispone, se puede
adicionar malezas y otros materiales orgánicos (cascaras, basura, etc.). Dependiendo
de las condiciones climáticas, se tendría abono orgánico a partir de dos meses.
Propusimos
hacer una prueba para ver los resultados, pero en lugar de eso, algunas “autoridades”
contestaron: “¿Que cuándo se ha visto que con algas se pueda hacer abono orgánico? y
afirmaron que las sales que tienen para quitárselas se gasta demasiado dinero y
como no se pueden lavar, entonces dañan los cultivos y dañan el suelo”.
¡Señores, hay que estar vivo para seguir viendo disparates al por mayor y al
detalle!
Lo
bueno de todo esto fue que algunos “comunicadores” hicieron eco de esas
sandeces y sin rubor comentaron los mismos disparates, llegando, incluso, a
darle viso de verdad. Ahora entendemos por qué a este país le faltan años luz
para salir de la ignorancia.
Algunos
amigos nos han manifestado la posibilidad de sacar las algas con maquinarias
sencillas sin hacer daño a las playas. Eso es posible, pero asumimos que si
“nuestras autoridades” no han movido un dedo para una propuesta artesanal y
económica, pensamos que les daría un infarto si se les habla de una máquina que
requiere un costo más alto.
Continuaremos,
Rafael Matos Féliz
Por el Desarrollo Sostenible
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